Daniel Quiroga, dueño de bodegas y viñedos “Finca El Pehuén”, en Rivadavia, en el este provincial, reportó diversos hechos; alertan por otros episodios que afectan la actividad productiva
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MENDOZA.- Robo de alambrados, palos, malla antigranizo, bombas, luminaria, herramientas, maquinarias...La lista continúa y los hechos se repiten. La ruralidad mendocina en su conjunto atraviesa, desde hace años, situaciones complejas en materia delictiva y de asistencia oficial, sobre todo en los pequeños y medianos productores que denuncian estos episodios.
En esta provincia preocupan los constantes robos y hurtos en las zonas alejadas de los cascos urbanos. De hecho, de acuerdo con datos a los que accedió este diario, en la primera mitad del año se registró un incremento de estos delitos superior al 30% en relación a lo que ocurrió en 2023.
Así lo vive Daniel Quiroga, dueño de bodegas y viñedos “Finca El Pehuén”, en Rivadavia, en el este provincial. Es un reconocido ingeniero de petróleo, MBA, MSC y con una tesis doctoral en proceso, en el ámbito de la administración de empresas en la Universidad Católica Argentina (UCA), que decidió apostar a esta industria, incluso dejando atrás, en los últimos años, su participación en empresas petroleras internacionales.
“Es una preocupación creciente lo que pasa con la inseguridad en Mendoza; y sabemos que es un tema agotado y recurrente, pero en estos tiempos duros para inversiones, se pone en riesgo cualquier emprendimiento”, expresó Quiroga a LA NACION. Puntualizó el empresario que en lo que va del año lleva perdidos más de 60.000 dólares en los distintos robos, sin agregar la mano de obra para restablecer condiciones operativas. “A todo esto que vivimos en las zonas rurales, hay que sumar toda ineficiencia de los distintos organismos estatales, municipales, provinciales y nacionales”, enfatizó Quiroga.
“En cuanto a la situación de emprendedores domésticos, como muchos petroleros de más de 30 años de industria, se piensa en volver al ‘terruño’, y en nuestro caso a través de proyectos pensados para el manejo de nuestros hijos”, ponderó.
Distintas fuentes del sector consultadas por LA NACION dieron cuentas de esta compleja problemática, a pesar de los esfuerzos que asegura hacer a diario el Ministerio de Seguridad de la provincia. “La inseguridad rural sigue siendo un flagelo para el productor. Hay muchos casos, con pérdidas millonarias, por robo de maquinaria en bodegas. Cuesta mucho recuperar ese equipamiento, que es muy costoso. Si no hay una política donde cada actor cumpla su rol de persuasión y prevención, investigación y juzgamiento, teniendo en cuenta las características que tiene el delito rural como específico, vamos a seguir teniendo estos hechos y cada vez más se va a complejizar la vida en la zona rural y desarrollar las actividades de nuestros productores”, expresó a este diario Nicolás Vicchi, gerente de la Asociación de Cooperativas Vitivícolas (Acovi).
Proyecto de vida, bajo robo
Viviendo en Chubut, en 1999 Quiroga adquirió 20 hectáreas en el distrito La Reducción, en la comuna de Rivadavia, en el este mendocino, a más de 60 kilómetros de la capital provincial, para encararlo como “proyecto de vida”.
“Pese a la crisis que pronto nos invadió, con mucho esfuerzo pudimos implantar uvas finas para su comercialización. Esto ya era un logro para quienes no conocían el sector. Nuestra primera cosecha fue en el 2003″, recordó el profesional. “En esta época ya comenzaron a aparecer delincuentes que arrasaban con lo que podían, una vez, allá por el 2008, encontramos previo a la cosecha una cantidad importante de hileras sin alambre y cuyas plantas estaban caídas. Denuncia de por medio, ningún resultado fue obtenido y mucho menos ayuda alguna. Denunciamos robos de alambres con medidas específicas, postes y otros implementos. Desde fiscalía la respuesta siempre fue que nada podía identificarse, aunque se encontrara”, contó Quiroga, quien por esos días también tuvo otras complicaciones. “En una noche de tormentas un camión se llevó un cuerpo de arado, ingresando por un lateral del predio, sin luz. Nadie ayudó con su recuperación”, expuso.
En el 2011 decidió comenzar con la construcción de una bodega familiar, iniciando el montaje de galpón y los primeros 50.000 litros de capacidad (3 piletas), con sólo algunas bombas y agua de un pozo que perforaron en 2012, que usaban como sistema de enfriamiento. “Así seguimos intentando crecer, ya con robos mediante que se perpetraban llevándose equipamiento fundamental para nuestro trabajo. Policía, perros, investigaciones, llegaban a la puerta de los delincuentes pero nada; siempre un obstáculo con base a la ineficiencia del sistema”, sostuvo el bodeguero, que detalló la sustracción de varias bombas y maquinaria con valores aproximados a los 15.000 dólares.
De acuerdo con el relato del empresario, el acceso de los delincuentes incluyó la rotura de paredes, asalto de serenos, roturas de rejas y deterioro del sistema de alarmas. Todo esto aprovechando la falta de iluminación general del lugar y del acceso. “Un subcomisario a quien le llamamos en momentos precisos de un hecho de robo me dijo que lo que yo quería era ‘un servicio particular y que en lugar de llamar a la Policía, debía pagar por seguridad privada. En otro momento, un policía que fue a verificar uno de los primeros robos, le dijo a mi hijo que las bombas robadas podría recuperarse pero eso ‘tenía un costo’”, rememoró ofuscado el ingeniero.
Hacia 2015 registró la bodega Finca El Pehuén. “Una de cal, varias de arena, seguían los robos y las burlas de algunas autoridades que no entendían la gravedad de la situación”, recordó, con bronca, aunque luego, a fuerza de pulmón, llegaban algunas noticias positivas. “En el año 2017, elaboramos nuestro Gran Reserva, lo que sería un hito y gran salto de calidad para nuestro proyecto”, sostuvo.
Quiroga logró el compromiso de las autoridades municipales de acercar soluciones varias, desde la mejora de las calles de ripio y los accesos, cubiertos de arboles sin mantenimiento, hasta luminarias para áreas desprotegidas. “Hicieron limpieza y desrame. Las ramas quedaron en el lugar y rompieron los alambrados existentes. A la fecha, pasados más de 5 años, aun está ese desrame. Una locura”, expuso, y agregó, sobre las luces: “A la fecha siguen las mismas dos luminarias para los 400 metros de calle, que han contribuido al acceso seguro de ladrones a nuestra bodega”.
También hubo problemas con el riego. “Denunciamos oportunamente robo de agua y estado de compuertas, a la Policía y a Irrigación, con fotos e informes incluidos de las derivaciones irregulares existentes. Todo sigue igual, sin que se tome en cuenta la importancia y solución definitiva del tema”, añadió. “A pesar de todo, el sentimiento emprendedor de la familia se esfuerza por continuar”, finalizó.
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