Por quinta cosecha consecutiva los productores no podemos vender el trigo y el maíz por las constantes intervenciones a los mercados y el cierre de las exportaciones.
El sistema de cupos a las ventas externas reduce el precio que recibe el productor por su cereal, beneficiando a unas pocas empresas y buscando subsanar un problema infundado: la eventual falta de trigo y maíz en el mercado interno.
Frente a tanta incertidumbre, la mejor solución posible es volver a los mercados, a un sistema ágil y transparente que permita la sana competencia entre los compradores de granos, y contar con exportaciones abiertas durante todo el año.
Sin embargo, ante la negativa oficial de liberar las ventas externas, surgieron diferentes propuestas para intentar impulsar el mercado dentro de los límites impuestos y en el marco de la persistente intervención. Existe un proyecto que propone otorgar un certificado a los productores para que tengan libre disponibilidad de un alto porcentaje de su producción, que podrían destinar a la exportación. El resto se destinaría al mercado interno. Los porcentajes surgen del cálculo del llamado saldo exportable. Dentro de las dudas que se generan, debería definirse la cantidad fehaciente de trigo o maíz que requiere el mercado interno.
Actualmente, el Gobierno estima la necesidad de 6,5 millones de toneladas de trigo y 8 millones de toneladas de maíz para abastecimiento interno. Pero es sabido que, por ejemplo, para cubrir el abastecimiento de trigo para producir harina para pan, alcanza con 2,4 millones de toneladas de trigo.
La determinación de necesidades internas por demás holgadas genera que el mercado esté sobreabastecido y que el precio al productor sea de remate. Por eso es que se ha solicitado la creación de una comisión que actúe con carácter vinculante, estableciendo el verdadero requerimiento interno de estos granos en forma anual.
Otra de las complejidades del sistema es la comercialización para aquellos productores que siembran trigo que no es apto para ser vendido internamente a un molino, o cómo resolvería un productor de Necochea, que puede vender su trigo al puerto, la venta del 40% al mercado interno, a industrias situadas en otras localidades. ¿Quién se haría cargo del costo del flete en ese caso?
Por otra parte, deberían estimularse las operaciones forwards y la utilización del mercado a término, como herramientas que facilitan la producción y la comercialización.
Pero la única solución definitiva a un sistema que ha traído tantos daños y ningún beneficio es impulsar la real competencia entre los compradores de maíz y trigo, liberando las exportaciones. La mayor preocupación es que esta iniciativa no supone el fin de los Registros de Operaciones de Exportación (ROE), que otorga la Secretaría de Comercio Interior y que son el verdadero motivo por el cual los productores sufren descuentos de hasta 70 dólares por tonelada.
Hasta hoy, esta política no ha favorecido al consumidor, que paga un kilo de pan por arriba de los $ 9 promedio, e impulsó una mayor concentración en los eslabones de la cadena agroindustrial.
A pesar de la volatilidad en estos últimos tiempos de los mercados de commodities , la Argentina tiene una enorme oportunidad para crear más empleo gracias a la demanda internacional por alimentos y energía. Es por eso que desde la Sociedad Rural Argentina seguiremos trabajando para lograr mercados transparentes. Solo así el productor accederá a precios competitivos que le permitan crecer y generar mayor desarrollo en sus comunidades. De esta forma ganaremos todos, no un grupo, ni un sector. Así podrá ganar el país.
El autor es presidente de la Sociedad Rural Argentina
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