“Chicken game”. Un coqueteo con el default mientras los jubilados tienen que subirse al Cabify
El Gobierno y las negociaciones con el Fondo se tensan, mientras el kirchnerismo hace campaña con aquello con lo que criticaba al macrismo
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Los nervios se exacerban en el mercado. Desde que Sergio Massa dijo en un encuentro en la Cámara de la Construcción que “en las próximas horas” iba a cerrarse el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) pasaron algo más de 240 horas. El rally en los mercados alentado por candidatos “racionales” se convirtió en toma de ganancias impactados además por temas globales. Poco ayuda que el ministro de Economía coquetee con un default conjunto con Egipto, otro gran deudor en negociaciones al que el organismo de crédito le pide devaluar.
Horas atrás, Massa recibió en el Palacio de Hacienda al Ministro de Finanzas de Egipto, Mohamed Maait para “coordinar políticas en espacios multilaterales”. Léase FMI. Egipto, el segundo deudor detrás de la Argentina, le debe al Fondo US$13.255 millones. Tiene también un Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés) vigente, como la Argentina. Juntos son el 67% del total de la deuda al organismo que dirige la economista búlgara Kristalina Georgieva.
El programa egipcio terminó ampliado a US$23.000 millones. El último desembolso del Fondo fue en octubre pasado. Llegó a US$3000 millones y se dio para “salvaguardar la estabilidad macroeconómica y la sostenibilidad de la deuda”. Télam, la agencia oficial del Estado argentino, contó en un curioso cable en las últimas horas que el presidente egipcio Abdelfatah al Sisi amenazó con salirse del acuerdo con el FMI si continuaban las presiones devaluatorias. “Si el tipo de cambio afecta a los egipcios, no nos quedaremos sentados. No podemos”, dijo.
En abril pasado, en una conferencia de prensa Jihad Azour, director del FMI para Medio Oriente, África del Norte y Asia Central, afirmó que “la flexibilidad del tipo de cambio es la mejor manera para que Egipto proteja su economía de los choques externos”. También reclamó “rediseñar el papel del Estado para centrarse en los sectores prioritarios y permitir, mediante la nivelación del campo de juego, la capacidad del sector privado egipcio para generar crecimiento y generar más divisas”. Se trata de una copia, sin las pirámides, de los que pasa en la Argentina.
“Chicken game”
“El chicken game que vienen jugando el Gobierno y el FMI se acerca al punto de colisión”, escribió el politólogo Lucas Romero. “Casi todos tenemos comprado el escenario de que el choque no ocurra. Casi nadie, el escenario de que el choque ocurra. Ese sí sería un cisne negro para la escena electoral”, alertó.
“No sé para qué estiran el juego si el resultado es uno: es un equilibrio de Nash en el que el FMI le da la plata a Massa”, aseveró, temerario, un banquero, que sigue de cerca y preocupado el avance de las negociaciones.
En las entrañas del Palacio de Hacienda juegan con metáforas dignas de los directivos de Acara. “Cuando vos vas a comprar un auto, el tipo va, te fija el precio, te dice el color, cuándo te lo entrega, las condiciones de pago, en qué banco, cuánto de comisión por el boleto, ¿y vas y te rendís? Si vos no le decís al agenciero que te vas a otra agencia, ¿cuál es el momento en el que el tipo te baja el precio?”, razonan. Hay otra gran agencia a la pesca hoy en el mundo y paga muy bien en yuanes.
Más allá de los giros lingüísticos o de las fotos con los egipcios, cerca de Massa repiten que el acuerdo con el Fondo Monetario “está muy cerca”. El boarding pass para Leonardo Madcur y Gabriel Rubinstein tenían fecha para el viernes, otros hablaban de domingo, pero los voceros de Economía mantenían la postura de que viajarían con todo cerrado.
¿Qué falta? Cuentan que dos cosas: el monto del desembolso y la posibilidad de que la próxima revisión sea recién después de la primera vuelta electoral. Originalmente, antes de ser candidato, Massa buscaba un adelanto de US$10.600 millones en dos tramos: junio y septiembre. La primera vuelta de octubre es clave para Massa, pero más para Cristina Kirchner. La lista es casi toda K y allí se define el Congreso).
Es posible que después de esa primera revisión del programa recalibrado, el Fondo cierre los ojos a los incumplimientos de las metas a la espera de un nuevo Gobierno. ¿La devaluación? El Gobierno se niega, como Egipto, y ofrece una devaluación fiscal (subiendo impuestos a importaciones). Habrá que seguir de cerca además el crawling peg (las microdevaluaciones diarias que realiza el Banco Central).
Una foto de unidad
Cristina Kirchner, Sergio Massa, y Alberto Fernández se sacarán la foto de unidad el domingo para la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner. ¿Irá Juan Grabrois? La colectora pura del kirchnerismo tiene un problema. Basta recordar las diatribas de Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes y una de las militantes más importantes de La Cámpora cuando hacía campaña en 2019. “Con el cemento no se come”, cuestionaba a Mauricio Macri ante el avance de la inflación, mientras en Juntos por el Cambio hacían campaña con la obra pública. Ironías: la tortilla se da vuelta. Mayra Mendoza recibió en la semana que pasó a Grabois en Quilmes.
El especialista en comunicación política Juan Courel lo ironiza en tono alfonsinista: “Ideas a explorar: Con el gasoducto se come, se cura y se educa. Un gasoducto en serio. Gasoducto de pie”. Luego agregó: “Que no se malinterprete. Estoy absolutamente NO EN CONTRA de hacer campaña con un gasoducto. Solo que estoy PROFUNDAMENTE SORPRENDIDO por hacer campaña con un gasoducto”.
La contracara es la situación social. Para dos especialistas diferentes, la pobreza ya se ubicaría este año por encima del 40% gracias a la elevadísima inflación. Leopoldo Tornarolli, investigador del Cedlas, cree que llegará a 40,1% para el semestre octubre 2022/marzo de 2023. Martín Rozada, de la UTDT, estima que será de 43% en el primer semestre de 2023. Son más de 20 millones de pobres en la Argentina.
El prestigioso economista José Fanelli agrega acidez cuando menciona que es la primera vez que ve un gobierno populista con atraso cambiario y salarios bajos. Recuerdo: pese a las diatribas antiempresas del Gobierno con el paro del transporte, por detrás de la cortina, los dólares baratos Alberto Fernández y Cristina Kirchner se los dan a las empresas, no a la gente. Extraña distribución del ingreso.
Un ejemplo del fenómeno subterráneo que el Gobierno parece no tener en cuenta es Juan. Tiene 65 años. Se jubiló en enero. Cobra $160.000, más de la mínima. Vive con su mujer en Victoria. Paga $140.000 solo por Galeno. La plata, obviamente, no le alcanza. Por eso, todos los días se sube a un Cabify. “Sueño con que el día de las elecciones todos vayamos a votar y no metamos ninguna boleta en el sobre. Esto no cambia más”, dice abrumado el ex despachante de aduana mientras conduce.
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