Confesiones de Mauricio Macri: el día que el FMI recomendó no reemplazar a Nicolás Dujovne por Carlos Melconian
El expresidente cuenta en el libro Primer Tiempo cómo fue la tensa relación con el FMI que, si bien realizó un préstamo récord, no le permitió al Banco Central intervenir en el mercado de cambios hasta cierto punto.
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Abril o mayo de 2018. El expresidente Mauricio Macri no recuerda bien qué día fue que lo llamó su ministro de Finanzas, Luis Caputo, y le dijo: “Se está complicando, no creo que podamos conseguir más plata”. Dos meses antes, el clima financiero internacional había cambiado: la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, había subido su tasa de interés de referencia y eso provocó una salida de capitales de todas las economías emergentes, como la Argentina, hacia activos más seguros.
En su libro recientemente publicado, Primer Tiempo, Macri cuenta cómo se gestó el regreso al Fondo Monetario Internacional (FMI), que terminó aprobando un préstamo récord por US$57.000 millones, de los cuales se desembolsaron US$44.000 millones y ahora el ministro de Economía, Martín Guzmán, busca renegociar.
Tras la advertencia de Caputo, Macri llamó a su entonces ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne que, según dice, ya había tanteado al FMI en caso de que las cosas se complicaran. “Le pregunté si creía que debíamos llamarlos para buscar apoyo. Me dijo que sí. ‘¿Cuándo?’, le pregunté. ‘Cuando vos me digas, me contestó'. ‘Ya -le dije-. Para qué esperar, si esto no va a cambiar’”, relató Macri.
Cuenta también que esa misma noche Dujovne viajó a Washington y el exmandatario grabó un mensaje “seco, informativo”, en el que anunciaba la decisión de ir a buscar un acuerdo con el FMI. “Un día tremendo. Tomé la decisión de llamar al Fondo y viaja esta noche Nico para llegar a un acuerdo lo antes posible, porque se nos cortó el crédito, se rompió el hilo de confianza”, fue la síntesis que dejó grabada en sus notas de voz al finalizar ese día.
El acuerdo con el Fondo se tramitó en tiempo exprés. A principios de junio anunciaron el programa que incluía un primer préstamo de US$50.000 millones. “Sin embargo -dice Macri-, su éxito fue efímero y enseguida se vio que el acuerdo tenía muchos problemas. Uno de los principales era que ataba de manos al Banco Central para comprar y vender dólares. El FMI, con cierta razón, no quería que usáramos su plata para contener el dólar, pero no entendía que en la Argentina el dólar es el termómetro de la confianza pública y que a veces con intervenciones modestas se lo podía tener bajo control”.
Macri admite que “el origen del préstamo había sido político” y que eso “no le cayó simpático al staff técnico del Fondo, quienes son finalmente los que escriben la letra chica de los acuerdos”. Es por eso que, supuestamente, los funcionarios técnicos del organismo eran reticentes a autorizar las intervenciones en el mercado cambiario para contener la devaluación.
Macri luego detalla las opiniones diversas que había en el equipo económico sobre el impacto que tendría el acuerdo en el mercado de cambios. “Federico [Sturzenegger, por entonces presidente del Banco Central] era de los que pensaban que esos US$50.000 millones eran suficientes para restablecer la confianza perdida. Toto Caputo, en cambio, creía que las nuevas reglas para no intervenir solo nos iban a dar unos pocos días de paz”, dice.
Y revela que en una reunión en la quinta de Olivos, Caputo le dijo a Sturzenegger: “En dos o tres días te van a ir a buscar otra vez, Fede, saben que no tenés armas para contrarrestarlo”. Esto fue lo que realmente sucedió, cuando el precio del dólar saltó de $26 a $28.
“Federico, abollado y sin credibilidad, tuvo que renunciar. Le pedí a Caputo que asumiera en el Banco Central, porque sentía que era el momento, no de un experto en el funcionamiento de los bancos centrales, sino de alguien que hablara el mismo idioma del mercado y pudiera pelearle en su misma cancha”, explica.
La necesidad de un segundo acuerdo
Tras dos meses de relativa tranquilidad cambiaria con Caputo al frente de la entidad monetaria haciendo intervenciones en el mercado, en contraposición de las sugerencias del Fondo, la situación financiera se volvió a complicar, esta vez detonada por el surgimiento de la causa de los cuadernos, según señala Macri.
“Un miércoles por la tarde me junté con Toto, que estaba preocupado por lo que podría pasar al día siguiente. Me dijo que debíamos enviar una señal contundente antes de que abrieran los mercados, para frenar una corrida que él veía inevitable. Esa señal era anunciar que teníamos avanzado un nuevo acuerdo con el FMI, lo que era parcialmente cierto, porque ya había habido algunas conversaciones. Toto tenía el apoyo de Mario Quintana, que compartía su urgencia. Marcos [Peña] y Dujovne, en cambio, preferían mantener la calma y cuidar la relación con el FMI”, dice.
La sugerencia de Caputo prevaleció, pero el mensaje grabado de tres minutos fue calificado de un error. “No consiguió los efectos buscados”, y generó otro salto del dólar, que pasó de $34 a $39 en un día. Macri sugiere que el problema fue que “no hubo comunicado del FMI de respaldo a mi mensaje”.
“Admito que fue un error y que incumplió sus objetivos del día, pero si cumplió otro: despertó al FMI de su siesta y les hizo ver que necesitábamos un nuevo acuerdo lo antes posible. Hasta ese momento el FMI venía reaccionado con displicencia a las subas del dólar. Respondía con argumentos económicos clásicos a los problemas con ingredientes políticos”, revela Macri.
Dice que, cuando quisieron explicarle a Christine Lagarde, la entonces directora gerente del FMI, las “particularidades” del caso argentino, la actual presidente del Banco Central Europeo (BCE) respondió: “El dólar tiene que encontrar su equilibrio natural, no me preocupa”.
“No podía hacerle ver que habían desaparecido los vendedores y que había días en los que solo con chirolas nos movían el dólar un peso o dos para arriba. Los días siguientes fueron peores, quizás los peores de todo mi mandato”, reconoce.
El pedido de Lagarde para que siga Dujovne
Tras un nuevo salto del tipo de cambio, Macri tuvo un “fin de semana frenético de reuniones en Olivos”, en el cual, según dice, sus aliados políticos le pidieron “cambios drásticos en la composición del gabinete”. Entonces el expresidente se reunió con Carlos Melconian, quien había sido nombrado antes como presidente del Banco Nación, y le ofreció el ministerio de Economía.
Melconian le contestó que necesitaba un mes para armar un plan y un equipo, a lo que, Macri le dijo que la respuesta “no se adapta a las urgencias que estamos viviendo”. El expresidente dice que entonces decidió continuar con Dujovne como ministro, aunque admite que tuvo que hacer un “gran esfuerzo para convencerlo de que siguiera”, luego de que se enterara de las negociaciones con Melconian y de “sentirse manoseado”.
“Horas después recibí un mensaje de Lagarde en el que me decía que, aunque no era su tarea meterse en las elecciones de ministros de los gobiernos, un nuevo interlocutor en Hacienda sin dudas demoraría varias semanas el nuevo acuerdo”, cuenta.
El fundador del Pro indica que, sin embargo, hubo cambios en el Banco Central: Caputo se fue “después de años muy intensos y una relación completamente rota con David Lipton, el número dos del FMI”, y actual mano derecha de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. En su reemplazo asumió Guido Sandleris, quien firmó un nuevo acuerdo con una política monetaria basada en el control de la cantidad de dinero (agregados monetarios).
“La segunda fase no estaba predestinada. Más allá del pánico creado por los cuadernos y del pésimo primer acuerdo con el Fondo, la causa principal por la cual no pudimos controlar el dólar en aquellas semanas, creo ahora, fue la negativa tajante del FMI, y sobre todo de David Lipton, a reconocer el problema que teníamos y dejarle al Banco Central operar con más libertad”, dice Macri, en referencia a la corrida cambiaria que hubo en la Semana Santa de 2019.
“Sin esta segunda fase de la crisis, probablemente habríamos alcanzado antes el equilibrio cambiario, habría bajado antes la inflación y antes se habría recuperado la actividad económica, quizás a tiempo para que los argentinos notaran los beneficios antes de las PASO”, opina el expresidente, que más tarde en ese capítulo nueve del libro, “Economía: ascenso y caída”, vuelve a reiterar.
“La corrida de Semana Santa no fue gratis. Pero me cuesta no pensar que, si la decisión de Lipton [de permitir al Banco Central intervenir en el mercado cambiario] hubiera llegado solo dos semanas antes, quizás el resto del año habría sido distinto”, concluye.
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