De la macro a la micro: los cambios en la economía tendrán un efecto dispar en los distintos sectores
Las políticas impulsadas por el Gobierno trazarán una línea divisoria entre rubros beneficiados y aquellos que enfrentan más obstáculos; mientras la minería y la energía lideran, la industria manufacturera y la obra pública tienen desafíos más estructurales
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El primer año de la nueva gestión económica marcó un contraste entre los sectores que lograron capitalizar las nuevas políticas y aquellos que quedaron rezagados frente a los cambios implementados. La consolidación fiscal y la estabilidad monetaria, aclamadas por los mercados, tuvieron un impacto heterogéneo en las distintas actividades. Mientras algunos sectores emergen fortalecidos, otros enfrentan un futuro desafiante en medio del ajuste que seguirá este año.
“Sin un respeto por los mínimos equilibrios macroeconómicos, no hay resultados positivos”, advierte el economista Camilo Tiscornia, quien subraya que la estabilidad macroeconómica es una condición imprescindible para cualquier desarrollo sectorial.

“El equilibrio fiscal y el incipiente bimonetarismo han sido motores clave para restaurar la confianza de los mercados financieros”, señala Ernesto O’Connor, economista especialista en política económica y crecimiento, quien a su vez destaca que el superávit fiscal alcanzado se logró mediante un aumento en la recaudación (impulsado por el incremento del impuesto PAIS, que luego fue eliminado, y un exitoso blanqueo de capitales), junto con grandes recortes en el gasto público.
Ante esto, Tiscornia agrega: “El ajuste fiscal no solo aporta estabilidad, sino que también crea espacio para reducir impuestos, lo que facilita la competitividad de las empresas”.
A pesar de estos avances, el tipo de cambio se perfila como uno de los principales desafíos, sobre todo tras la baja del crawling peg del 2% al 1%. “La Argentina no tiene un destino de tipo de cambio alto”, enfatiza Tiscornia, quien prevé que el nivel cambiará, aunque probablemente se mantendrá en valores relativamente bajos en comparación con el pasado reciente. “Esto exige que los sectores económicos sean competitivos bajo esas condiciones, lo cual representa un reto significativo para muchas actividades tradicionales”, añade.
Sin embargo, el contexto sigue siendo frágil: la inflación converge hacia el 2% mensual y el riesgo país ha caído por debajo de los 700 puntos básicos, pero las reservas negativas del Banco Central todavía limitan la posibilidad de levantar el cepo cambiario. “La salida es esencial para atraer inversión extranjera, pero sin un respaldo en reservas, resulta inviable en este momento”, advierte O’Connor.
En este marco, los sectores con ventajas competitivas sostenibles se destacan como los grandes beneficiados. La minería y la energía, con el litio y Vaca Muerta a la cabeza, se consolidan como pilares de la recuperación.
Tiscornia subraya que la Argentina, rica en recursos naturales, tiene en estos sectores una base lógica para su desarrollo, siempre y cuando puedan desenvolverse en un entorno competitivo. Diego Chameides, economista jefe en Banco Galicia, coincide en que estos rubros continuarán al frente gracias a precios internacionales atractivos y un marco regulatorio más favorable.
El agro, tradicional motor de exportaciones, enfrenta una realidad también ambigua. Aunque sigue siendo un sector dinámico con ventajas competitivas extraordinarias, la caída de precios internacionales y el atraso cambiario generó la urgencia de revisar la presión tributaria. El Gobierno tomó nota y bajó las retenciones de los principales cultivos, al tiempo que eliminó los derechos de exportación de las economías regionales.
No todos, sin embargo, comparten este optimismo. La industria manufacturera, en parte dependiente de subsidios y protecciones arancelarias, enfrenta el reto de adaptarse a un entorno de mayor apertura económica. Según Chameides, “la reconfiguración del comercio internacional y la menor protección exigirán una mayor eficiencia y competitividad de las empresas en este nuevo contexto”. Según el Indec, la industria cerró 2024 con una caída acumulada del 9,4%, si bien mostró signos de recuperación sobre el cierre del año, con crecimiento mensual desestacionalizado en diciembre de 0,2%
Este desafío se refleja claramente en la industria automotriz, que en 2024 sufrió una caída del 17,1% en la producción. Sin embargo, hacia fin de año, mostró signos de recuperación gracias al impulso de las ventas externas y, con inversiones proyectadas en US$1700 millones, se espera que crezca entre un 10% y 15% este año. Y los primeros datos del año mostraron signos positivos, pero también señales de alerta. La producción de vehículos fue de 30.058 unidades en enero, un 20,9% menos que el volumen de diciembre y un 32,7% más que enero de 2024. Pero las exportaciones cayeron 58,3% respecto del mes anterior y 27,3% respecto de enero del año pasado. En tanto, el sector comercializó a la red de concesionarios 34.089 unidades, 31,1% menos que diciembre y 113,8% más que el mismo mes de 2024.
Por su parte, la construcción se vio golpeada por el freno en la obra pública y el aumento de costos en dólares, y así cayó 27,4% en 2024, según el Indec. Sin embargo, en diciembre mostró un crecimiento mensual desestacionalizado de 3,1%. Así, aunque el acceso al crédito y la caída del riesgo país podrían revitalizar proyectos privados, el sector enfrenta un contexto adverso que frena su reactivación completa.
A pesar de esto, el mercado inmobiliario logró conciliar un crecimiento de un 40% en operaciones en 2024, impulsado principalmente por créditos hipotecarios y el blanqueo de capitales. Se espera que la expansión continúe este año, apoyada por mayor estabilidad económica y reformas en leyes de alquileres.

En el comercio, las perspectivas son más alentadoras. Chameides destaca que “el repunte de los salarios reales, la mejora en la confianza del consumidor y la mayor disponibilidad de crédito serán claves para su recuperación”. Este optimismo también se basa en la estabilización de expectativas inflacionarias, que podrían consolidarse si el Gobierno logra mantener el equilibrio fiscal.
A pesar de estos avances, persisten desafíos estructurales que limitan el crecimiento. El sistema impositivo, cargado de distorsiones como el impuesto al cheque, Ingreso Brutos y los derechos de exportación, se erige como un obstáculo que dificulta la inversión y la generación de empleo. “Para sostener la recuperación, es fundamental reducir el ‘costo argentino’, lo que implica reformas en impuestos, costos laborales y mejoras en infraestructura”, subraya Chameides.
“La clave para este año será consolidar los avances macroeconómicos mientras se sientan las bases para una transformación microeconómica sostenible. Esto requiere identificar y potenciar sectores estratégicos, además de implementar reformas ambiciosas pero viables”, concluye O’Connor.
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