Para muchos, el rechazo de algunos billetes estadounidenses en territorio nacional se volvió un verdadero dolor de cabeza; por qué ocurre
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Al igual que tantas otras personas alrededor del mundo, en 2020, cuando arrancó la cuarentena por el coronavirus, los argentinos Antonella Spampinato y Mariano Agüero decidieron que querían dejar su departamento en la ciudad y mudarse con su hijo de cuatro años a los verdes suburbios de Buenos Aires.
Por años habían ido convirtiendo sus ahorros a dólares. No fue fácil encontrar un lugar en la codiciada zona norte del conurbano bonaerense. Pero cuando finalmente lo hallaron y llegó la hora de pagar por su nueva propiedad, se encontraron con un problema inesperado.
“Algunos de nuestros ahorros en dólares eran de cara chica y no los aceptaban”, contó a BBC Mundo Antonella.
“Tuvimos que darle algunos a mi hermana, que viajaba al exterior y los pudo cambiar por billetes nuevos. Y los otros los depositamos en una cuenta en dólares de mi madre, y le pedimos que cuando los retirara pidiera billetes de cara grande”, relató.
Este problema con los llamados dólares de “cara chica” o de “cabeza chica” se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para muchos argentinos.
La curiosa descripción hace referencia a los billetes estadounidenses más antiguos actualmente en circulación: los que se imprimieron en ese país entre 1914 y 1996. Se los conoce como de cara o cabeza chica porque lo que los distingue es que en el centro del billete aparece una pequeña efigie de un prócer estadounidense, dentro de un marco ovalado. En el caso del billete más emblemático, el de US$100, se trata de un dibujo de Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos.
En las series de dólares impresos entre 1996 y 2003, los retratos son mucho más grandes y el marco ovalado llega hasta los márgenes del billete. Y en los dólares creados a partir de 2004 (conocidos informalmente como “los azules”, porque los de US$100 están atravesados por una banda de seguridad de ese color) ya no hay marco y la imagen, que incluye rostro y hombros, aparece aún más grande.
Aunque los tres tipos de billetes son moneda legal, válida y aceptada tanto en EE.UU. como en cualquier banco fuera de ese país, incluyendo Argentina, para realizar transacciones privadas -como comprar una casa, un auto o a veces incluso un celular o computadora- la mayoría de los argentinos solo acepta los últimos dos, los bautizados de “cara o cabeza grande”.
Lo mismo ocurre en la mayoría de inmobiliarias, concesionarias, agencias de turismo o cualquier comercio que acepta dólares.
Y sobre todo en las llamadas “cuevas financieras”: quienes tienen dólares de “cabeza chica” reciben una cotización entre un 1% y un 5% menor que el valor de los billetes de “cara grande”, a pesar de que, en realidad, todos valen lo mismo.
Por qué ocurre
Un cambista que trabaja en una de estas cuevas (y pidió ser identificado solamente como “Gonzalo”) le explicó a BBC Mundo que el rechazo a las series más viejas de billetes estadounidenses comenzó hace unos seis o siete años. Y según contó, todo surgió debido a un malentendido.
“Se publicó una nota en un diario económico estadounidense donde un funcionario de la Reserva Federal decía que esa institución hace muchos años que no imprime los billetes de cara chica”, recordó. “Entonces la gente supuso que la Reserva Federal los iba a sacar de circulación”.
A pesar de que la entidad que dirige la política monetaria de EE.UU. ha reiterado en muchos comunicados que no está en sus planes sacar de circulación ninguno de los tres tipos de billetes que se usan hoy, las dudas han persistido.
Gonzalo aclaró que el rechazo a los billetes viejos no empezó en Argentina. “Los primeros que dejaron de tomar esos dólares de cara chica fueron los destinos turísticos como Aruba y Filipinas”, señaló. Pero en los últimos años, esos billetes perdieron su valor en casi toda América Latina, aseguró.
Cómo conseguir los billetes de “cara grande”
Ante ese escenario, los argentinos tienen tres opciones. Una -como contó Antonella- es aprovechar algún viaje propio o de un conocido al exterior, ya sea a EE.UU. o a un país que acepte todos los billetes verdes, para deshacerse de esos dólares cara chica o cambiarlos por nuevos.
Otra opción, que también usaron ella y su pareja, es depositarlos en una cuenta en dólares en un banco y luego retirar el dinero, contando con que los billetes retirados sean de series más nuevas.
Esta alternativa no está disponible para el aproximadamente 40% de los argentinos que trabaja en negro. Pero incluso para los trabajadores del sector formal no es una apuesta segura.
El problema es que, ante la enorme demanda por billetes de “cabeza grande” o “azules”, los bancos no siempre tienen suficiente stock, y han tenido que publicar avisos explicando a sus clientes que todos los dólares son válidos.
BBC Mundo contactó a los mayores bancos del país, tanto del sector público como privado, para saber cómo manejan estos inconvenientes, pero no obtuvo respuesta de ninguno.
No obstante, aunque las entidades bancarias aclaran que los clientes deberán aceptar cualquier billete que les toque, algunas personas no bajan los brazos hasta obtener el tipo de dólar que quieren.
Carolina, una bonaerense que quería mudarse más cerca del colegio de sus hijos, firmó en noviembre pasado un contrato por una casa donde se aclaraba que el precio era en dólares y que “no podían ser de cara chica”.
“Fui al banco y le pedí a mi ejecutivo de cuenta que me dé dólares de cara grande. Le aclaré que si me daba los viejos los iba a volver a depositar una y otra vez hasta que me diera los más nuevos”, contó a BBC Mundo.
Esto ha generado un nuevo negocio ilegal: los cambistas compran los dólares “cabeza chica” a un precio más bajo y los intercambian por billetes más nuevos con la complicidad de cajeros u otros empleados bancarios, que reciben una comisión.
Gonzalo reconoce que las cuevas se están beneficiando por este rechazo generalizado de los argentinos a las series más antiguas de dólares. Pero desmiente las versiones periodísticas que responsabilizan a los cambistas de haber iniciado este problema, al rechazar los billetes más viejos porque tienen menos medidas de seguridad. “En toda mi carrera nunca vi un dólar cara chico falso”, aseguró. “Es simplemente una cuestión de mercado... nadie quiere esos dólares”.
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