El empleo asalariado formal perdió terreno, creció el del sector público y hay más monotributistas
Desde 2012 hay un retroceso continuo de participación de los asalariados privados sobre los puestos registrados totales, pasando del 55,9% en enero de ese año al 48,1% actual; los asalariados del sector público pasaron de representar el 23,3% del total en enero de 2012 al 26,1% en la actualidad
La débil salud que exhibe la economía argentina desde hace una década tiene uno de sus más crueles reflejos en lo que sucede con el empleo asalariado formal, que desde 2012 perdió participación sobre los puestos registrados totales, lo que evidencia una caída del peso de los sectores tradicionales sobre la generación de trabajo en el país y la insuficiencia de inversiones privadas.
Esta realidad fue puesta de relieve en un informe de la consultora LCG, sobre la base de los últimos datos informados por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en el que se detalla: “Desde el año 2012 se observa una pérdida continua de participación de los asalariados privados sobre los puestos registrados totales, pasando del 55,9% en enero de 2012, al 48,1% actual (-7,6 puntos porcentuales). En este sentido, durante el mismo período de análisis, los asalariados del sector público pasaron de representar el 23,3% del total en enero de 2012 al 26,1% en la actualidad (+2,6 p.p.)”.
El debate sobre este tema cobró relevancia de un lado y otro del arco político. Por un lado, el presidente Alberto Fernández dijo el viernes que van 23 meses ininterrumpidos de creación de empleo formal y que se han generado 1,6 millones de puestos de trabajo durante su gestión. Por el otro, el economista y diputado por Juntos Por el Cambio Martín Tetaz opinó en Twitter: “Un millón de personas ya saben que en los últimos 12 años, en los que la población creció un 15%, el empleo registrado asalariado solo lo hizo en un 3%. Esos empleos que faltan son los planes que sobran y que empoderan a las organizaciones sociales para que corten las calles”.
Además, Tetaz escribió: “En las Pymes que no pueden defenderse de los juicios laborales la situación es peor; el nivel de empleo es similar al del 2008″. Y agregó: “Hay 650.000 pymes en Argentina y todas, sin importar el sector de actividad y la región geográfica, contratarían 1, 2, 3 trabajadores si hubiera un mecanismo de seguro de desempleo que les quite el temor de las indemnizaciones”.
Ahora bien, los casi siete puntos porcentuales de participación que perdió el empleo asalariado formal en la última década no fueron suplantados en su totalidad por la mayor participación del empleo público, ya que este sumó casi 3 puntos porcentuales. Los otros casi 4 puntos de terreno perdido por los asalariados registrados fueron reemplazados por el cuentapropismo (básicamente, monotributistas), que en el caso específico de la Argentina habla de una precarización del trabajo.
El economista Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) dejó en claro ese punto. “El empleo asalariado registrado del SIPA perdió peso y eso no logra suplantarse en su totalidad por el estatal, porque las provincias están siendo conservadoras con ese tema y se enfocaron en bajar el gasto fiscal. Por eso, mucha gente va a la informalidad. Hoy más de la mitad del mercado de trabajo es informal y dentro de eso la mitad es con un empleador que no lo registra y la otra es cuentapropista que, aunque pague el monotributo, es considerado informal por su bajo ingreso”, señaló.
De hecho, en el informe de LCG se indica que en noviembre, último dato publicado por el SIPA, los puestos de trabajo independientes fueron los principales impulsores del aumento mensual del empleo, con 27.000 puestos (más del 55% del incremento total). “Al interior, se destacaron los monotributistas con un aumento del 1,6% mes contra mes sin estacionalidad (+31.400 puestos), mientras que los autónomos solo crecieron en 0,1% m/m s.e. (+289 puestos en el mes)”.
El deterioro del empleo asalariado formal en el país se explica fundamentalmente, según Colina, por el estancamiento económico. “Con inflación no se puede crecer porque nadie invierte, y si lo hace, es en proyectos insignificantes. Además, otra contra son las leyes laborales y la justicia laboral que interpreta arbitrariamente esas leyes, que hacen que pocos se arriesguen a tomar nuevo personal y, si lo toman, es en negro. Ya no da más para más esto”, concluyó el economista.
Esto, además, ocurre en un contexto de caída del poder adquisitivo de los salarios. Un análisis de Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), muestra lo siguiente: “En cinco años completos, los trabajadores informales perdieron 14 sueldos contra el poder adquisitivo de 2017, los públicos perdieron 10 sueldos y los privados registrados perdieron 8 sueldos”.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina (UCA), comentó que está claro que en la última década se vivió un proceso de degradación y de pérdida de peso relativo y absoluto del empleo asalariado registrado. “Esto se da en un contexto de caída de la inversión intensiva en mano de obra, que viene perdiendo peso relativo frente a la inversión en capital intensivo”, subrayó el especialista.
Salvia agregó que, por otro lado, lo que crece es el empleo público, que actúa como refugio ante la falta de la otra opción, y el trabajo autónomo. “El aumento del trabajo independiente marca también una debilidad del trabajo bajo relación de dependencia porque quienes se vuelcan a esa modalidad crean su propio negocio, pero no crean su propia empresa, que es lo que a su vez podría generar nuevos puestos”, afirmó el especialista.
Sin embargo, Salvia apuntó que desde 2019 hubo un aumento del empleo en todos los segmentos. “Queda por ver si esto es un fenómeno solo momentáneo o se trata del comienzo de un ciclo positivo de recuperación. ¿Es simplemente una burbuja de consumo y demanda de empleo o es un nuevo régimen económico favorecido por el contexto inflacionario, pero que abre la puerta a una dinámica de inversión y crecimiento?”, se planteó.
En este sentido, según detallaron en LCG, durante 2022 el crecimiento de la actividad en la primera parte del año y el marcado ajuste de las remuneraciones (-1% real contra diciembre) favoreció el crecimiento del empleo formal. “No obstante, para el resto de este año esperamos que los datos exhiban cierta ralentización de esta dinámica, sobre todo en el caso del empleo asalariado”, estimaron desde esa consultora.
Asimismo, siempre según el análisis de LCG sobre datos del SIPA, en 2022 se crearon en promedio 48.250 puestos, superando en más de 900.000 lo observado en febrero de 2020. “Después de 15 meses en los que el sector asalariado productor de servicios fuera el mayor aportante al incremento mensual, este es el primer mes que es superado por el sector de bienes debido a una fuerte contracción de los primeros”, especificó el informe mencionado.
En tanto, un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), titulado “Análisis sobre la situación del empleo registrado privado: noviembre de 2022″, concluyó: “Todavía faltan recuperar 13.000 puestos de trabajo registrado privado para alcanzar la cantidad perdida durante la gestión de Cambiemos y unos 30.000 puestos para recuperar los niveles previos a la crisis del gobierno de Cambiemos”.
Asimismo, el análisis de CEPA subrayó que el mes en análisis (noviembre pasado) muestra resultados positivos respecto del mes anterior, aunque disminuye el ritmo de crecimiento. ”Los datos de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL), a su vez, anticipan un posible primer dato negativo en diciembre”, se añadió en el informe.
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