El inédito negocio de exportar megamaquetas que valen más de un millón de dólares
Un hobby en la Argentina puede salir muy caro. Lo saben los pescadores, los coleccionistas de antigüedades y los aficionados al modelismo ferroviario . A este último grupo pertenece Ricardo Martínez, el creador de United Scale Arts.
Su empresa familiar empezó como un proyecto para financiar su pasión, y 34 años después exporta megamaquetas que superan el millón de dólares y visten exposiciones en Nueva York y Hamburgo.
En 1985, Martínez puso un anuncio en una casa de venta de artículos para hobbies. Ofreció sus servicios como maquetero y puso un teléfono. Al día siguiente ya tenía su primer cliente. Así empezó su historia como ferromodelista, el sostén de su compañía hasta hace algunos años.
Un tiempo después llegaron sus hijos: Ricardo, Gabriela, Gabriel (ambos nombres en honor a Peter Gabriel, su ídolo musical) y Jorge. Cada uno tomó una posición dentro de la empresa. Ricardo dibuja las maquetas en la compu, Gabriela se ocupa de la pintura, Gabriel es director de arte y Jorge se encarga de la animación de las maquetas, es decir, de los objetos que se mueven.
Todos los miembros de la familia emprendedora son autodidactas, hasta el fundador de la empresa. Egresaron de escuelas técnicas e hicieron algunos cursos cortos para especializarse. El resto es experiencia. Hasta el momento, la familia Martínez fabricó 250 maquetas desde su casa y su local en Pilar, provincia de Buenos Aires.
De Pilar al mundo
Hasta 2014, la compañía se llamaba South American Models (SAMTrains) y tenía dos grandes áreas de negocios. La primera, las vidrieras de locales como Kevingston o Compañía de Juguetes, para las que fabricaban aviones o trenes a escala, entre otros productos.
Ese año ocurrió el gran salto. Los hijos vieron que un empresario estadounidense quería replicar el modelo de Miniatur-Wunderland (una construcción de modelismo ferroviario situada en Hamburgo), pero en Nueva York. Le mandaron un mail con un portfolio de sus trabajos.
En 2015 el empresario los visitó y en 2016 la familia empezó a trabajar en una maqueta de 111 metros cuadrados y 10.000 kilos que representó a toda América Latina. Tardaron 11 meses en hacerla e instalarla finalmente en el exedificio del New York Times, en Times Square, en la exposición Gulliver’s Gate.
Para hacerla, trabajaron hasta 18 horas por día. Ricardo "junior" tomó imágenes de Google Maps para diseñar los edificios y luego se ocupó de los cálculos correspondientes para definir las escalas. Las animaciones, a cargo de Jorge, incluyen, por ejemplo, una réplica del Canal de Panamá con diferencias de alturas y barcos que navegan a través de sistemas computarizados.
La maqueta fue un éxito. Tan grande fue el revuelo que generó en la exposición que la visitaron los alemanes de la Miniatur-Wunderland original, y quedaron sorprendidos con la réplica a escala de América Latina. Se contactaron con la empresa familiar y le pidieron otra maqueta más, pero esta vez será de 400 metros cuadrados.
Un camino de obstáculos
Sobre el proceso, Jorge Martínez dijo a LA NACION que se encontraron con algunas trabas para importar materiales, que en países donde los hobbies están más desarrollados (las naciones europeas y Estados Unidos) son de mejor calidad.
Otro problema fueron las certificaciones. Por ejemplo, la pintura ignífuga argentina con la que tienen que barnizar la maqueta no está homologada en Europa. Y para hacer un pedido a la marca que usan en Alemania, tenían que encargar muchas más toneladas de las que necesitaban. ¿La solución? Trabajar el doble: pintar una vez acá y otra vez más allá, una vez terminada la maqueta.
"Cuando se diseña una maqueta, ya desde el arranque se piensa dónde va a estar instalada. Por ejemplo, en Hamburgo las partes tienen que pasar por puertas más angostas, por lo que teníamos que enviar todo en pedazos de seis metros cuadrados", explicó Martínez.
Exportar la maqueta implica un proceso de varios pasos: para enviarlas en contenedores, se fabrican cajas especiales. Además, el manejo de las piezas es delicado, por lo que la familia Martínez se involucró personalmente en el proceso de embalaje y traslado en el depósito fiscal.
En este momento, la familia se encuentra abocada 100% a la construcción de la maqueta para Alemania. El sueño después de este proyecto es seguir exportando: todos los miembros de la compañía saben que son una de las pocas firmas en la región (sino la única) que pueden representar América Latina a escala con eficiencia.
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