El presidente Javier Milei vuelve a Davos
Hace 12 meses era puro futuro; ahora puede mostrar una “tarjeta de presentación” que muchos colegas querrían pedírsela prestada, aunque sea por un ratito
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“Occidente está en peligro”, afirmó Javier Gerardo Milei, en Davos, hace exactamente un año. Y dejó perplejos a muchos CEO de empresas presentes en la sala, quienes habían pagado fortunas para saber cuándo eliminaría el cepo cambiario. El suyo fue un discurso presidencial, cuyos destinatarios principales fueron los líderes políticos de todo el mundo. La relevancia internacional del actual presidente de la Argentina indica que el mensaje no cayó en el vacío.
Milei volverá a hablar este viernes en Davos. Hace 12 meses era puro futuro. Ahora puede mostrar una “tarjeta de presentación” que muchos colegas querrían pedírsela prestada, aunque sea por un ratito. El desplome de la tasa de inflación; la recuperación del nivel de actividad económica luego de un semestre de caída; la vuelta al uso del espacio público por parte de los ciudadanos comunes y corrientes, etcétera. Me sorprendería que no volviera a expresarse como presidente.
En la Argentina, la credibilidad no se basa en una planilla excel o en la “bendición” del plan económico por parte el FMI, sino en la determinación que a lo largo de 2024 mostraron Milei y el equipo económico por lograr y mantener el equilibrio de las cuentas públicas. Los resultados generados por el ya famoso “no hay plata” no obligan a reescribir los libros de texto, sino que muestran la importancia del coraje requerido para implementar lo que está escrito.
La amistad que hay entre Milei y Donald Trump es importante, pero cuanto menos se la necesite, mejor. En particular, no debe ser el sustituto, sino el complemento de la política económica que se lleve a cabo en la Argentina. La negociación con el FMI debería ser fluida, excepto con la burocracia, que se quedó con la sangre en el ojo por el acuerdo de 2018 y nunca será penalizada por salirse de los manuales para entender a un país particular.
Digresión. A los gobiernos de derecha se los califica como conservadores. En la Argentina, la realidad es exactamente la contraria: la izquierda es conservadora, porque defiende el status quo, mientras que la derecha es reformista. O, si se prefiere, revolucionaria, aunque esperemos que incruenta.
El sábado próximo Milei retornará al país, premiado y con una enorme exposición internacional. A ocuparse del aquí y ahora, de la letra chica en vez de la grandilocuencia, etcétera. Es lo que le toca hasta el 10 de diciembre de 2027, porque en 2023 tuvo la mala suerte de ganar la elección.
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