José Carlos Diez: "No se puede andar por el mundo e intentar convencer a los inversores con una inflación de 30%"
El economista español pasó por Buenos Aires a presentar su nuevo libro; dice que el próximo gobierno tendrá una dura herencia para corregir los desajustes y equilibrar el déficit fiscal
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Gran parte de los economistas tomaron mucha gran preponderancia en los últimos tiempos. Algunos treparon aún más alto después de los libros que escribieron. Unos pocos se convierten en referencia por tener un don esquivo en los hombres de esta ciencia: saber explicar fácil los tecnicismos de los números.
José Carlos Diez, un economista español, es de esta especie. En 2013 escribió el libro Hay vida después de la crisis, un boom de ventas que lo instaló como columnista semanal de El País y colaborador de The Economist, Reuters o Financial Times. Acaba de publicar su segundo libro llamado La economía no hace la felicidad pero ayuda a conseguirla, de Plaza Janes. Dice que no se puede andar por el mundo con una inflación de 30% como lo hizo la Argentina estos años. Así piensa y esto dice.
"En realidad, la tesis del libro es la contraria. En series largas de felicidad, cuando las cosas van bien, el desempleo baja y el consumo sube, la tasa de felicidad no aumenta mucho. Pero cuando las cosas van mal y se destruye mucho empleo, la infelicidad es muy alta. La conclusión es que los economistas nos debemos dedicar a protegernos de la infelicidad. Por ahí no podemos evitar las crisis porque la economía es cíclica y está demostrado que así funciona, pero sí suavizarlas para que no sean tan violentas."
-¿Es un momento de infelicidad?
-Hay países que salieron de la crisis, pero vemos una tensión creciente en otros los emergentes. En América latina, sin ser las crisis del pasado, se ha acabado la fiesta. Hubo un período de bonanza por la suma de las materias primas y un ascenso de las clases medias interesantes y positivas, pero ese proceso se frenó.
-¿Puede retroceder?
-Un poco, no soy pesimista, pero evidentemente algo sucederá.
-¿Hay responsabilidad global?
-Soy un defensor de la globalización, pero hay un mundo global que eliminó muchas barreras. La coordinación de políticas económicas global no es todo lo feliz que debería ser.
-¿Hay que renovar las instituciones como el Fondo Monetario Internacional?
-Hay otro mundo multicultural y multipolar. Hoy, más de la mitad de la producción global se fabrica en los países emergentes. Ya no es sólo Estados Unidos y Rusia. Apareció China o América latina. Hay que poner orden en los mercados financieros. Estos días se ve cómo los capitales atacan a los países que se ven más débiles. Es verdad que hay desequilibrios, pero ningún país puede soportar una fuga de capitales como la que hemos visto en los últimos años de un trillón de dólares.
-¿Cómo trabajarían los economistas por la felicidad?
-Se deben hacer políticas anticíclicas para que en los momentos de euforia calmen esa euforia, y en momentos de depresión compensen para salir antes de la crisis.
-Los mercados son pro-cíclicos.
-Extremadamente. En las épocas de euforia ponen mucha más euforia, y en las de depresión, mucha más depresión. Tiene que haber alguna gobernanza global que revierta eso.
-¿Se discute de esto?
-Está en la mesa de la retórica política, pero no en las mesas de trabajo. Hubo un amago de hacerlo en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers, pero ahí quedó. Hubo una actuación global coordinada, pero se diluyó.
-¿Hay una crisis de liderazgo en Europa?
-Si, pero no hay que pensar que los líderes del pasado fueron los mejores. Yo no veo un Alejandro Magno en Europa, pero tampoco es esa la causa de la crisis.
-¿Cómo está España?
-Lo explico así: es un país que bajó hasta la planta menos cinco y ahora estamos en la menos cuatro. No ha salido de la crisis. A España le han dado más tiempo para hacer el ajuste. Y además, el Banco Central Europeo ha comprado deuda, hemos tenido el regalo del petróleo barato. El crecimiento es lento, pero aún no hay sostenibilidad. Estamos menos mal, pero no estamos bien.
-Llegamos a América latina...
-En la región no se trata de izquierdas o derechas. Chile o Brasil estuvieron gobernados por socialismos, pero han apostado a una economía de mercado. Otros países no apostaron tanto por la economía de mercado y hubo mucha intervención pública, el caso extremo es Venezuela. La Argentina está a medias. Los resultados son claros: a los que apostaron a la economía de mercado con una intervención inteligente del Estado les ha ido mejor.
-Pero ahora no hay caras tan felices en la región...
-Es verdad, pero hay una sobrerreacción de los mercados. Hay que valorar la madurez democrática de América latina, es un gran avance. Ahora hay un impacto muy grande de las materias primas. Durante el período de bonanza no todos hicieron las cosas mal. Por ejemplo, no sé si deseado o no, pero la Argentina no tiene deuda externa. Se mejoró, pero las autoridades de Brasil y la Argentina no tienen la credibilidad fiscal y monetaria como para tener un déficit fiscal de 6 o 7% del PBI. Tienen margen para hacer políticas anticíclicas, pero no hasta ese nivel.
-No escuché la palabra inflación.
-Es el gran problema de la Argentina porque es un indicador de ineficiencia. El mundo tiene la tasa de inflación más baja desde que hay estadísticas, mientras que la Argentina tiene una tasa de entre el 25 y 30 por ciento. Algo no funciona bien.
-¿Europa mantiene la confianza en América latina?
-Le doy un ejemplo. Europa es una sociedad envejecida y no hay muchas oportunidades de sumar nuevos consumidores; sin embargo, en América latina eso no sucede. Yo creo que todo va a continuar bien sí y sólo sí se gestiona bien la crisis.
-¿Cómo imagina en el corto plazo?
-Serán dos o tres años complicados, donde parte de lo que se ha avanzado se va a revertir.
-¿Cree que este gobierno no tendrá que tomar medidas drásticas en lo que queda del año?
-Yo no descartaría que no tenga que tomar alguna medida.
-¿Qué tipo de medidas?
-El déficit se ha disparado y no descarto que tengan que hacer algo para financiarlo. Los niveles del huracán mundial están muy altos. Es duro, pero a veces hay que hacerlo.
-¿Qué herencia queda para el próximo presidente?
-Lo más importante es una inflación muy alta. Habrá que salir con políticas gradualistas. Si se aplica un ajuste muy fuerte contra la inflación puede provocar más problemas de los que soluciona. Además hay que tapar la brecha fiscal ya que los datos de junio son alarmantes.
-El Gobierno lo ha solucionado con emisión...
-Pero emite contra qué y contra quién. Hay letras del Tesoro contra la banca. Vemos cosas conocidas. Los ahorristas argentinos prefieren invertir en bonos en dólares antes que en los de su propia moneda. Hay un problema. El gobierno que viene recibe una herencia bastante mala.
-Hay quienes dicen que sólo con un cambio y una inyección de confianza los capitales volverán.
-La confianza en los gobiernos y en los países es importante, pero la Argentina va a tener que hacer un ajuste que será doloroso en el corto plazo. Los desequilibrios siempre terminan con ajustes y duran más de lo que los economistas creen.
-¿Cómo actuaría con los mercados financieros?
-Hay que ser muy prudente porque los mercados actúan muy fuerte. Yo estuve en la Península Valdés muy cerca de los elefantes marinos y no los toqué, no me acercaría a domesticar un elefante. Los mercados son iguales, no se los puede domesticar.
-¿Qué lo sorprende más de la Argentina?
-La capacidad de aguante. Me gustaría que el debate público estuviera más pensando en poner las luces altas que en el corto plazo.
-¿Cómo ve la industria argentina?
-Es como una enfermería: los atienden en la emergencia y se quedan ahí. Vuelvo al ejemplo de la Península Valdés, los ballenatos no saben defenderse. Los llevan a aguas tranquilas, los protegen y les enseñan. Pero luego los largan en la Antártida. La industria tiene que reconstruirse en muchos sectores y las empresas pueden estar con la protección del Gobierno, pero por poco tiempo, no quedarse ahí. Hay que trabajar en posicionamiento, marca, reconocimiento. Y ésos son procesos muy largos que necesitan de tres políticas: educación, educación y educación.
Un recorrido por los números

La economía no hace la felicidad
Autor: José Carlos Diez
Editorial: Plaza & Janés
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