La Argentina, a 20 años de la hiperinflación
Lejos de aquél escenario de aumento de precios desmedido de fines de la década del 80, el país se encuentra en una realidad diferente, aunque con nuevos peligros; especialistas consultados por lanacion.com resaltaron la diferencia entre ambos momentos históricos y advirtieron sobre los riesgos de la falta de confianza en la moneda local
La muerte del austral no pasó desapercibida. En su agonía, arrastró a miles hacia la pobreza, se devoró salarios, generó revueltas, impulsó saqueos… y terminó por destronar al primer Gobierno desde la vuelta de la democracia.
A veinte años de los días en los que la hiperinflación se cernía sobre el país, en una mirada retrospectiva, se impone la pregunta sobre el presente. ¿A qué distancia se encuentra el país de un fenómeno semejante? ¿Qué riesgos afronta en la actualidad?
La inflación está lejos de ser un tema superado. La manipulación de los índices y la cifra de 2008, cercana al 20%, aún le otorgan una investidura controversial.
Pero nada de eso, ni la crisis financiera internacional, acerca a la Argentina a una hiperinflación. Por el contrario, el vendaval financiero mismo es el que aleja al país de un riesgo tal. En todo caso, los riesgos, en este momento, son otros.
Esa fue la respuesta de especialistas consultados por lanacion.com. Aunque advirtieron que una corrida masiva al dólar motivada por una huída de la moneda local, podría despegar al país de la tendencia mundial de la deflación y embarcarla en un proceso contrario.
Roberto Cortes Conde, historiador económico y profesor emérito de la Universidad de San Andrés, cree que, en la actualidad, el país se dirige hacia la deflación, a tono con la tendencia internacional. "Este momento habría que compararlo más con los años 30 en el mundo que con la Argentina del ‘89. Pese al alza de salarios y tarifas, los precios aquí van a tender a suavizarse", afirmó Cortés Conde.
La consultora Orlando Ferreres y Asociados estimó que los precios durante 2009 avanzarán a un ritmo de entre 12 y 14%, lo que plasmará una desaceleración respecto del año pasado. Fausto Spotorno, economista de la consultora, destacó que el ritmo inflacionario seguirá siendo significativo dado que "los sindicatos siguen negociando subas, hay salarios atrasados que deben actualizarse y hay importantes subas de impuestos".
En eso coincidió Manuel Solanet, presidente de la consultora financiera Infupa, y autor del libro, La Hiperinflación del 89. El economista estableció las diferencias entre los tiempos de hiperinflación y la situación actual. "Se venía de varias décadas de inflación ininterrumpida, de hasta tres dígitos, y por lo tanto había una psicología inflacionaria, que hoy es mucho menor. Ahora tampoco tenemos mecanismos de indexación de contratos y en el sistema financiero, que aseguraban la propagación de la inflación", explicó Solanet. Y continuó: "La economía estaba desmonetizada y fuertemente dolarizada: la relación entre la cantidad de dinero y el PBI era del 1,5%; ahora, llega al 12%".
El escenario ha cambiado. Pero las crisis han dejado una desconfianza en la moneda local que recrudece, sin demoras, cuando algo anda mal en el país. El año pasado, el conflicto del Gobierno con el campo, que se extendió desde marzo hasta mediados de junio, provocó una reacción ya repetida: muchos corrieron a refugiarse en el dólar.
Según describió Solanet, tanto el conflicto del sector agropecuario como la crisis internacional fueron los dos momentos del año en los que hubo pequeñas corridas. "Eso demuestra que algunos factores están latentes", afirmó, aunque volvió a distinguir entre estos hechos y la situación extrema de la hiperinflación.
El nivel de reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) fue clave para contrarrestarlo. "El Central lo neutralizó y desalentó con su alto nivel de reservas, que en 1989 era exiguo", precisó.
El sector público, por entonces, era más débil que hoy, pese a los efectos de la crisis actual. "El déficit público en 1989 estaba alrededor de 8 puntos del PBI, mientras que hoy todavía hay un ligero superávit financiero. Y aunque esto tiende a perderse, estamos lejos de los niveles del ‘89".
En la misma línea, Spotorno opinó que no persisten muchas de las estructuras que motivaron el proceso de hiperinflación. "No hay mucho que se mantenga latente en cuanto a las estructuras que llevaron a la hiperinflación. Hay que destacar que, si bien una hiperinflación se origina en una inflación, son procesos muy diferentes. La situación hoy en día es muy distinta", indicó.
El economista distinguió un único componente persistente hasta hoy en la conducta gubernamental: el aumento del gasto público. "Pero eso, hoy, en lo que se puede traducir es en un default más que en un proceso inflacionario", completó. En la conducta de los consumidores, el elemento persistente es que "la gente sigue teniendo el dólar en la cabeza".
En consonancia, Cortés Conde contempló la existencia de algunos riesgos, basados en las particularidades del país. "La Argentina es un fenómeno raro", dijo. "Tenemos una fuerte presión inflacionaria, por la gran cantidad de gasto. Y no es como dice el Gobierno, que se están implementando las mismas medidas que en los Estados Unidos: acá gastamos antes de tener un fondo anticíclico", agregó el historiador.
Las medidas que hoy se deberían tomar para alejar los riesgos de recesión y los malos resultados en las cuentas nacionales, a su criterio, son las que el Gobierno "no puede implementar" sin caer en "un proceso inflacionario, al revés de la tendencia mundial". Lo que en algún sentido podría asemejarse a lo ocurrido en el ’89, aunque sin llegar a tal extremo, ocurriría, según Cortés Conde, si hoy se implementa una devaluación fuerte. "Una huída de la moneda local, si se devalúa el peso, provocaría una alta inflación", afirmó.
"Y si se da esta huida al dinero extranjero, un factor autónomo, por falta de confianza, pasaría lo peor que puede pasar: que el país caiga en una estanflación", concluyó.
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