La historia detrás de los cordobeses que le vendieron un dispositivo al Barcelona
El instrumento mide la performance de los jugadores; el club catalán financiará a la empresa para que siga creciendo
CÓRDOBA.- El dispositivo tecnológico que usan los jugadores de La Masía del Barcelona -la “fábrica” de jugadores profesionales de donde salió Lionel Messi- en sus canilleras es realizado por la empresa cordobesa Oliver. Se trata de un sensor que emite señales que, después, son procesadas por una plataforma y permiten analizar el desempeño de los deportistas.
Joan Laporta, el presidente del club, anunció que la startup recibirá el financiamiento del Barca Innovation Hub para que siga creciendo.
El sistema mide desde el recorrido que hace el jugador en la cancha hasta la velocidad, la fuerza de la pegada o la interacción con la pelota. Son datos que permiten generar mapas de calor en la cancha e inclusive recoger informaciones relacionadas con el estado físico y la salud de los deportistas.
Oliver nació en Córdoba y en su etapa inicial tuvo el apoyo financiero de la Agencia Córdoba Innovar y Emprender. Su creador junto a Ezequiel Torti, Agustín Rozada y CEO es José González Ruzo, quien explica a LA NACION que las canilleras inteligentes combinan un wearable, inteligencia artificial y una aplicación móvil 100% gamificada para poder mejorar el rendimiento de los futbolistas.
El empresario cuenta que detectaron que el fútbol de élite tenía un monitoreo de performance de sus jugadores -chalecos con GPS- que es “muy caro”, porque requiere también de un equipo para analizar los datos. “Pensamos en cómo democratizar la tecnología de élite para que llegue a todos los sectores del deporte; así nació Oliver”.
Trabajaron para que el producto fuera lo más barato posible, para que lo pudieran comprar la mayor cantidad de interesados y para que los datos que genera pudieran ser entendidos fácilmente “por un jugador amateur o por un preparador de una academia”.
El dispositivo tiene el tamaño de una tapa de gaseosa y va en una media con un bolsillo en la pantorrilla. Cuesta US$150, contra un chaleco con GPS que va de entre US$600 y US$700 -los más baratos-, más la licencia de software. El hardware se produce en España y el software se desarrolla en Córdoba.
Para que los datos recogidos sean fáciles de interpretar, el desarrollo se apoya en la inteligencia artificial, en algoritmos que interpretan los números y los transforman en “accionables”. Por ejemplo, marca que la velocidad máxima de un jugador es de 20 kilómetros/hora, pero por sus características físicas y por su posición en el campo podría ser de 23 kilómetros/hora.
“La próxima vez que haga una sesión sabrá dónde están las instancias de mejora, podrá construir una identidad digital y compartirla en comunidad porque la idea es que los jugadores puedan compartir desafío y retos, que sigan jugando, que mejoren”, apunta González Ruzo.
En 2019, un año después de concebida la idea, el emprendedor se instaló en Barcelona para empezar a “globalizar” la iniciativa. Trabajó con las academias y clubes de Europa para colocar el producto en el fútbol formativo.
Hoy, 92 clubes de 15 países (3.500 jugadores) usan el dispositivo; tiene acuerdos de distribución con Amazon y Fútbol Emotion para toda Europa. La decisión de financiamiento anunciada por el Barca Innovation Hub implica “fortalecer el producto, desarrollar nuevas prestaciones” y avanzar en la “expansión global”.
Para lo primero trabajarán en un laboratorio que tiene el club catalán y, para lo segundo, cuentan con el apoyo de la estructura de redes y difusión de la institución. “Sabemos que los equipos de la base son la savia del fútbol, y queremos apoyar su desarrollo y crecimiento en todo lo que podamos”, aseguró Laporta cuando hizo el anuncio.
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