Estructuras que liberan todo nuestro potencial
Los especialistas recomiendan apelar a herramientas no convencionales para fomentar la innovación en las organizaciones
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Los mecanismos que más usamos cuando trabajamos en equipo en nuestros trabajos, no siempre son los mejores para dar con soluciones creativas y precisas. Hacemos y asistimos a reuniones que no fueron bien preparadas, tenemos presentaciones que son monólogos, suprimimos involuntariamente la participación y el compromiso de los involucrados, agendamos momentos para ver el avance de un tema y nos embarcamos en discusiones abiertas sin foco. Y aunque tengamos las mejores intenciones, salimos muchas veces de estos espacios frustrados, sin un norte claro y sintiendo que hemos perdido el tiempo una vez más.
Existen alternativas a estas estructuras convencionales que suelen resultar limitantes. ¿Su inversa? Las estructuras liberadoras (EL o LS, por sus siglas en inglés). Las E.L. son métodos prácticos que ayudan a aumentar la productividad e innovación de grupos de todos los tamaños en cualquier organización. Existen para reemplazar prácticas indeseadas que excluyen, sofocan y micromanejan a las personas y buscan generar espacios más honestos, creativos y participativos.
“Son herramientas prácticas y simples de facilitación con profundas raíces en la teoría de la complejidad y en el constructivismo. Posicionan en el centro el poder de nuestras conversaciones, por lo que las estructuras están diseñadas abrazando los principios de la teoría dialógica. Las E.L. logran en los equipos mayor adaptabilidad a la hora de resolver problemas buscando las soluciones multidimensionales, para situaciones del día a día como en temas estratégicos”, describe Cynthia Rubistein, psicóloga y facilitadora, directora académica del programa HR y Agilidad de la Universidad Torcuato Di Tella. Son 33 herramientas que se utilizan para propagar ideas, tomar decisiones, ayudar a otros, analizar, planificar y obtener nuevos insights. “Impulsan a los participantes de reuniones de equipo a aprender a valorar y cuidar el tiempo, a ser ágiles y poner foco sin tener que incurrir en reuniones eternas y tediosas”, describe Rubinstein.
Estas estructuras buscan propósitos diferentes por eso es posible combinarlas. Algunos ejemplos de las más usadas por Rubinstein son “25/10 Crowdsourcing”, que impulsa la ideación y la divergencia en muchos niveles. El “Conversation Café”, que articula un despliegue inicial de conversación honesto logrando que las personas ingresen a una cocreación manifestado qué piensan, sienten y creen sobre un tema y que eso sea conocido por todas las personas de su equipo. Luego, buscando la resonancia: qué siento y creo ahora que escuché a todos. Otra es “Min Spec”, donde se invita a los equipos a converger y a buscar ponerle foco a proyectos o iniciativas que se conecten de forma vital con sus propósitos o “Nine Whys”, acompaña el encuentro con el propósito individual y del equipo visibilizando su conexión. Si la promesa es abolir las reuniones sin sentido, bien vale la pena probar estas técnicas.
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