¿Quién se ha tomado todo el vino? La Mona Jiménez se sube a la ola de los celebrities wines
El cantante cordobés lanzó un malbec mendocino con su apellido; los riesgos de los famosos que incursionan en este negocio
CÓRDOBA. Carlos "la Mona" Jiménez tiene su propio vino. Un malbec boutique elaborado en Mendoza; una edición limitada de 13.000 botellas. Es la primera vez que el cordobés "más famoso" -cuya figura excede largamente los límites provinciales- tiene un producto fuera de la música. Sólo un libro sobre su vida rompió, antes, esa tradición.
El hacedor de "Quién se ha tomado todo el vino" -uno de los temas insignia del cuartetero- llevaba tiempo con la idea dándole vueltas. "Pero no lo podíamos concretar", cuenta a LA NACION Daniel Delich, yerno de Jiménez e involucrado en el proyecto.
La decisión de su hermano, Alejandro Delich -dueño del parque temático Peko's en la localidad de Punilla- hizo que la iniciativa tomara forma. Empezó trabajando con un viñedo y con el enólogo Sergio Montiel; a Jiménez le gustó lo que hicieron, pero la producción estaba vendida, así que tuvo que arrancar con su propio proyecto.
"Lo probó, le encantó y dijo: «Quiero esto para mí; lo quiero hacer para mi gente»", relata Delich que dijo Jiménez. En Mendoza, en la finca Don Martino, compraron la uva que alcanzó para 10.000 litros de un Malbec cosecha 2016 con un "toque de roble y muy frutado".
Montiel, winemaker y enólogo ganador en 2012 de la Gran Medalla de Oro con el Vino Ca'de Calle en el concurso internacional Malbec del Mundo, es el responsable del vino Jiménez. En diálogo con LA NACION lo define como "fresco, frutado, con los taninos típicos de un malbec, pero con un pequeño paso por roble de dos meses para amansarlos".
Montiel, quien fue enólogo de bodegas y proyectos boutique como Piatelli, Dolium, Elvira Calle, El Agua Miel y ahora es jefe del proyecto fincas Don Martino, Bodega y Viñedos Santa Rosa, Siete Fincas y Pannunzio, insiste en que se logró cumplir con el pedido inicial de Jiménez para este proyecto: "Un vino que llegara a sus seguidores, a los bailarines; en el que él se sienta representado".
La botella -que se vende entre $ 180 y $ 200 en cadenas de supermercados y vinotecas- incluye una medalla de metal pulido con la leyenda "De corazón a corazón". La incorporación de esta medalla la decidió el propio músico. "Fue un capricho al que no quiso renunciar, aunque saliera unos $ 60 cada una", apunta Delich. Agrega que los costos fueron subiendo porque el músico "no quiere ganar, sino darle lo mejor a su gente". Por ejemplo, se usaron corchos de 164 euros el millar (llevan la firma de Jiménez) y capuchones importados de Chile.
"Quiere dejar un recuerdo; no se trata de precios. La marca está registrada y la idea es que continúe, pero no lo sabemos; es un vino artesanal, no de fabricación masiva", dice Delich.
Marcelo Brusa, director de la consultora de marketing y comunicación Lexus, está convencido de que Jiménez es "el mismo el producto y muy exitoso, por eso no quiere incursionar en áreas fuera de lo musical a pesar de que las ofertas le llueven".
Sabe de lo que habla; en la consultora diseñan las portadas de sus discos y lo acompañaron cuando, hace dos décadas, decidió abandonar el sello discográfico y vender en el supermercado Disco: "Dudamos, pero fue un éxito. Carlos es una caja de Pandora; agota lo que hace, es de los poquísimos artistas en el mundo que todavía venden discos en estos tiempos de tecnología".
LA NACION consultó a otros marketineros y coincidieron con Brusa en que, a diferencia de otras figuras como Leo Messi o Diego Maradona que tienen infinidad de productos con su marca, a Jiménez le irá bien con el vino porque será una suerte de "recuerdo" para sus fans. "La discografía de la Mona es como una enciclopedia y sus discos son fascículos, por eso se agotan -continúa Brusa-. Ahora el vino se sumará a esa colección y lo que anexe será parte de ese concepto." Desde motos hasta ropa, Jiménez recibe todo tipo de propuestas para que lleven su nombre. Juana, su ex esposa, rechaza con firmeza todo. El negocio base es la música, la propia Mona. No quieren ampliarlo. Por fin de semana bailan con él unas 20.000 personas. "¿Para qué más?", dicen.
Antecedentes
Con este proyecto, Jiménez se suma a una lista cada vez más amplia de famosos de todo el mundo que se dejan tentar por el glamour de la industria del vino.
A nivel nacional se trata de un fenómeno relativamente nuevo, aunque existen algunos antecedentes. Las incursiones de las celebridades argentinas en el mundo del vino van desde Diego Maradona -hace unos años, la bodega Raíces de Agrelo lanzó una marca con el nombre y el apellido del ex futbolista- hasta propuestas un poco más exóticas como los vinos Santo Pecado -que elabora el cantante guatemalteco Ricardo Arjona en Mendoza-, pasando por los proyectos del basquetbolista Fabricio Oberto y del músico Gustavo Santaolalla, o la línea Malbecaster del cantante de los Pericos, Juanchi Bailerón.
En la lista también hay que incluir al ex presidente Carlos Menem, que en los 90 lanzó con relativo éxito su línea de vinos riojanos Menem. A medida que su estrella política se iba opacando, las ventas se iban derrumbando, hasta el punto de que cuando la bodega cambió de manos, lo primero que hicieron sus nuevos dueños (la familia Spadone) fue cambiarle el nombre por el de San Huberto.
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