"Puedo darle una oportunidad al jefe"
Eliana se recibió de diseñadora industrial a los 23 años. Con la tinta del diploma aún fresca, fue contratada por un muy prestigioso estudio. Allí trabaja a tiempo parcial desde hace más de tres años poniendo en juego toda su formación, su capacidad de aprender y su compromiso visceral con la profesión que la apasiona. Con esa misma pila fue desarrollando paralelamente una pequeña cartera de clientes pyme. Hizo, además, todas las capacitaciones que creyó convenientes.
A punto de cumplir 27, decidió que quería un cambio. En el estudio, ya era senior en su función y comenzaba a identificar los límites que la posición le estaba imponiendo a su potencial. Después de mucho meditar y charlar sobre el tema con amigos y familiares, cobró valor para encarar a Ernesto, su jefe.
En el fondo, se moría de miedo de abordar una conversación que marcaba, aun a su pesar, un punto sin retorno: renegociaba su contrato o tenía que empezar a buscarse otro trabajo.
Como iba a comenzar un posgrado, planteó que necesitaba no ir los viernes. "¿Trabajar 24 horas semanales en vez de 30? Concedido", dijo su jefe.
A continuación, Eliana explicó, diplomática pero claramente, que su productividad sería mayor si trabajara desde casa con su notebook, mucho más actualizada que la PC del estudio. "Concedido: dos días en casa, dos acá", aceptó Ernesto. Por último, propuso incluir entre sus tareas el desarrollo de renders, un mundo en el que ella hacía rato había incursionado y la fascinaba. Esta vez la respuesta no fue "concedido". Fue "¡genial!"
Eliana es un talento. Es evidente que el estudio podía pagarle un 20% más, margen que aplicó como reducción de horario. También, que podía ofrecerle desarrollar su potencial, por ejemplo, a través de los renders.
Además, admitió que podía sin problema otorgar un beneficio atractivo para ella y conveniente para su empleador: teletrabajar con una notebook mejor que el equipamiento del estudio.
Algunos líderes, en vez de anticiparse a la demanda de sus talentos, dejan que la cuerda se tense, especulando con "ahorrarse" mientras tanto algo que , además de no afectar la estructura de costos, serviría para atraer, motivar y retener a esos especialísimos y valiosos recursos humanos que hacen la diferencia en lo que la empresa puede ofrecer a sus clientes.
Eliana, en vez de buscarse directamente otro empleo, le dio a su jefe la oportunidad de mejorarle la compensación y, de paso, una sencilla lección sobre cómo diseñarla.
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