
Sostiene que hay avances en materia de propiedad intelectual, pero asegura que en la Argentina la ley de patentes no es atractiva
Es el primer laboratorio en investigaciones clínicas del país y busca recuperar liderazgo tras una década de ausencia
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Se fueron de la Argentina en 1985 y volvieron después de una década. Sin embargo, los ejecutivos de la compañía se preocupan en aclarar que "nos fuimos nosotros, pero nuestros productos se quedaron". Todo indica que el operativo retorno es un serio compromiso de apostar al crecimiento y desarrollo en el país. A tal punto, que uno de los principales objetivos de su estrategia empresaria es posicionar a la empresa, de acá a diez años, entre las diez líderes del sector.
Hoy, Eli Lilly factura en el país US$ 32 millones por año y lleva invertido US$ 100 millones. En el ámbito mundial, emplea 35.000 personas, abastece a 179 países, factura US$ 11.000 millones y el año último destinó US$ 2000 millones en investigación y desarrollo.
En su reciente visita al país, Sidney Taurel, CEO de Eli Lilly, durante una entrevista con La Nación destacó los avances alcanzados por el país en materia de patentes, sin embargo dejó en claro que esta ley aún no lo conforma.
Casi como quien navega en contra de la corriente, el ejecutivo no se mostró partidario de la política de fusiones entre laboratorios, una tendencia que en los últimos tiempos se instaló fuertemente en la industria.
-¿Qué cosas cambiaron en la Argentina que los motivó a retornar diez años después de haber abandonado el país?
-Básicamente dos cosas: la clara apertura hacia una mayor protección de la propiedad intelectual y una mejora general en el entorno económico. Esto nos dio la pauta de que el mercado se estaba preparando para asumir un compromiso de largo plazo.
-Sin embargo la Argentina tiene hoy problemas económicos serios, ¿resulta un país confiable para invertir?
-Apostamos a eso. La prueba está en que desde que volvimos hemos invertido alrededor de US$ 100 millones. De todos modos, el progreso que se ha hecho en materia de protección de la propiedad intelectual crea un mercado más favorable a largo plazo.
-Si hoy tuviese que invertir US$ 50 millones en América latina y le dieran a elegir México, Brasil o la Argentina, ¿dónde pondría la plata?
-Depende del área de negocio. Si fuese en investigación, sin duda en la Argentina. Si fuese en producción, seguramente sería más fácil ampliar nuestras fábricas de Brasil y México. De todos modos, en los próximos tres años vamos a lanzar en el mercado latinoamericano alrededor de diez productos, con lo cual no va a ser necesario hacer esa selección porque tendremos que invertir en todos esos países.
¿Qué proyectos concretos tienen para la Argentina?
-Básicamente el lanzamiento de nuevos productos. El año próximo iniciaremos la comercialización de Zovant, un medicamento para el tratamiento de la sepsis, una infección que afecta a 1,5 millón de personas en el mundo y es la primera causa de muerte en las unidades de terapia intensiva. También en 2002 lanzaremos al mercado nacional otro producto vinculado con la biotecnología, Forteo, destinado al tratamiento de la osteoporosis. Otra de las novedades será el Cialis, una droga para la disfunción eréctil, que competirá con el Viagra.
¿Cuánto invierten en investigación y desarrollo?
-Sobre una facturación anual de US$ 11.000 millones, el año último destinamos US$ 2000 millones a investigación y desarrollo. Aquí en la Argentina, en los últimos cinco años hemos invertido US$ 13 millones y somos el primer laboratorio en investigación clínica en este país en el área farmacéutica, aunque en venta ocupemos el puesto 38. La Argentina es nuestro primer centro de investigación clínica en América latina.
-¿El Mercosur ofrece condiciones parejas para la inversión en el sector farmacéutico?
-Eli Lilly es una empresa totalmente enfocada hacia la innovación, de modo que lo que nos importa es contar con un entorno que incentive la investigación. Para eso necesitamos que los procesos de registro de nuevos productos sean rápidos, contar con una adecuada protección de la propiedad intelectual y precios que nos permitan tener un retorno sobre la inversión. En tal sentido la principal diferencia que notamos entre los países del Mercosur está dada en el sistema de patentes. Brasil tiene una buena ley, a pesar de que hay un ar-tículo que no respeta el acuerdo GATT/Trips y que está siendo discutido en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio. Mientras que la Argentina ha hecho un importante progreso en este campo, pero la ley que tiene no es atractiva. En este aspecto Brasil saca ventaja.
-Dos de los puntos más controvertidos en materia de patentes son el posible aumento de precios en los medicamentos y la desindustrialización que podría causar...
-No estoy de acuerdo. Primero, porque los productos que están patentados en otros países aquí en la Argentina apenas representan el 3% del mercado. Segundo, porque una de las características del mercado nacional es que los productos que son copias se venden a precios muy similares a los patentados. Otro punto para tener presente cuando se habla de precio, es que cuando vence la patente de un producto hay genéricos que entran en el mercado y los precios pueden caer, en pocos meses, hasta un 80 por ciento.
-En cuanto a la desindustrialización, hay quienes sostienen que debe obligarse a los laboratorios extranjeros a producir en el país, como ocurre con la ley brasileña, y no dar la posibilidad de que se creen monopolios de importación que destruyan las fuentes de trabajo...
-Conozco bien el caso brasileño y le puedo asegurar que la realidad es que ese punto de la ley nunca fue aplicado. Lo utiliza el Ministerio de Salud de Brasil como una espada de Damocles para forzar a los laboratorios a bajar los precios. Pero la verdad es que la intención del gobierno de Brasil no es forzar la producción local, porque ellos entienden muy bien que necesitamos economía de escala y que no es económicamente viable que un laboratorio produzca todos sus productos localmente. Es probable que en poco tiempo ese artículo se modifique.
-¿Es factible que los laboratorios nacionales produzcan localmente y paguen por eso las regalías que correspondan al dueño de la patente?
-Sí. De hecho nosotros lo estamos haciendo, tenemos un acuerdo con Laboratorios Bagó y estamos analizando con otros laboratorios la posibilidad de cerrar nuevos convenios de licencia. Creo que es una estrategia totalmente factible en la medida que sea algo voluntario entre las partes, basado en los principios de libre mercado. Lo que no queremos es que sea compulsivo porque pasaría a ser un robo de la propiedad intelectual.
-Algunos funcionarios de la anterior administración norteamericana, a la hora de definir al mercado farmacéutico argentino lo tildaron de "industria pirata". ¿Usted cree que esto ya fue superado?
-Quien haya hecho esas declaraciones creo que fue muy poco diplomático.
-Fue Richard Fisher, ex representante adjunto de Comercio de Estados Unidos...
-Sí, lo conozco. De todos modos la base de ese comentario es que las empresas destinan entre US$ 500 y US$ 1000 millones por cada producto nuevo, es una inversión muy importante, y sólo estaremos incentivados para continuar investigando en la medida que tengamos un retorno sobre la inversión. De modo que cuando los laboratorios tienen la posibilidad de copiar el producto sin pagar por eso, no hay duda de que están robando.
-A partir del revolucionario descubrimiento del mapa del genoma humano, ¿se abre una nueva era para la industria farmacéutica?
-Efectivamente. Es la mayor revolución en la historia de la medicina, que nos abrirá nuevos caminos en los próximos 20 o 30 años. No sólo para tratar y curar enfermedades para las cuales no tenemos hoy solución, sino para prevenirlas.
-A través de estos conocimientos el proceso de investigación y desarrollo de los medicamentos podría simplificarse, ¿eso significa que bajarían los precios?
-Es prematuro afirmar eso. De todos modos es cierto que la economía de nuestra industria cambiará notablemente a partir del descubrimiento del mapa del genoma humano. Porque en lugar de realizar ensayos clínicos sobre 3000 pacientes, por ejemplo, se harán sobre los 300 que tienen el gen específico donde sabemos que el producto va a funcionar, la investigación será más focalizada que hoy. Respecto de qué pasará con los precios, eso todavía no está demasiado claro.
Entre los toros y el tango
Sidney Taurel nació en Casablanca, Marruecos, hijo de padre español y madre inglesa. Vivió allí hasta los 17 años y a partir de ese momento comenzó recorrer el mundo en una gira que todavía perdura.
Vivió en España, estudió en París, trabajó en Brasil, Francia, Europa del Este, Londres y actualmente vive en Indianápolis, Estados Unidos, con su mujer brasileña, con quien tuvo tres hijos: uno francés, otro brasileño y el tercero norteamericano. De su paso por esos países rescata la posibilidad de conocer diferentes culturas. "Es la mejor forma de entender la universalidad de la naturaleza humana -comenta-, y se llega a comprender que más allá de las diferencias culturales en el fondo todos tenemos características muy parecidas que, ya que estamos en el terreno farmacológico, el propio mapa del genoma humano se encarga de confirmar." Cuando habla de la Argentina se lamenta no conocer más que Buenos Aires, pero tiene un gran cariño por la música rioplatense: "Recuerdo que el ídolo de mi padre era Carlos Gardel, él imitaba sus canciones a la perfección. Desde entonces siempre tuve simpatía por Gardel y por el tango, aunque reconozco que me tiran más las corridas de toros. Tal vez sea cuestión de sangre".
Ya sea porque su mujer y uno de sus hijos son latinoamericanos, o porque tiene buen recuerdo de su paso por estos países, cuando habla de esta región lo hace de una forma sentida y, tal vez, con mayor optimismo por el futuro que los habitantes de estas tierras. "América latina tiene un potencial de recursos naturales y humanos muy grande que no se ha aprovechado hasta ahora de manera satisfactoria. Pero los cambios producidos en los últimos años en el fortalecimiento de la democracia y en el libre mercado marcan un rumbo positivo. Tienen que ser optimistas."






