Un software nacional en homenaje a la danza
A mediados de la década de los 80, los hermanos Domingo y Máximo Verrascina, junto con otros jóvenes estudiantes de sistemas, estaban al frente de ConSis, una pequeña consultora que desarrollaba sistemas a medida para empresas.
Por su parte, Pablo Gelbstein trabajaba junto a su padre, Jaime, quien inició la distribución de Apple y las operaciones de Epson en la Argentina. Unos amigos en común pusieron en contacto a los Verrascina y Gelbstein, y decidieron desarrollar algo que hasta el momento no existía en el país. Se trató de un sistema estandarizado y de bajo costo que permitiera a las empresas gestionar su contabilidad, sueldos y ventas de una manera centralizada. Así surgió en 1989 Axoft, la desarrolladora de Tango, un sistema de gestión empresarial para pymes de la Argentina.
En aquella época, algunos de los softwares de productividad más reconocidos eran el Lotus Symphony y el Samba. Como la moda eran nombres musicales, se concibió la idea de Tango, un género arraigado a la cultura de nuestro país.
Dos años después de iniciado el proyecto, Axoft lanzó la primera versión de Tango, que ocupaba 24 disquetes de 5 ¼. Los empresarios tuvieron que despegarles las etiquetas de marca que traían de fábrica una por una para reemplazarlas por las de Tango con los números correspondientes.
Una de las claves para su consolidación fue la promulgación de la resolución 3419, en 1991, que obligaba a las empresas y los comercios a emitir facturas correlativas y por categoría. Así, muchas compañías tuvieron que informatizar la administración de sus movimientos.
Hoy cuenta con la red de distribución más grande para un sistema de gestión empresarial en la Argentina y ha acumulado más de 60.000 clientes en sus ya 25 años de historia.