
Una historia atada a los vaivenes del país
En sus comienzos, YPF fue sinónimo de grandeza nacional; en los 90 se extranjerizó
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Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) fue, por largos años, la empresa argentina más grande y -gracias a la publicidad- todo un emblema de la argentinidad. "Cómprele a YPF, cómprele al país", fue uno de los slogans más famosos.
La historia de la compañía comenzó a escribirse en 1922, cuando el gobierno de Hipólito Yrigoyen, debido a una serie de rumores de irregularidades en la venta de petróleo, y a la baja producción de los pozos del gobierno frente a la alta operatividad de los yacimientos privados, decidió reestructurar la administración de la Dirección General de Explotación del Petróleo en Comodoro Rivadavia reemplazándola por la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, a cuyo mando quedaría el entonces coronel Enrique Mosconi.
En aquel tiempo ya hacía 15 años que se sabía de la existencia de "oro negro" bajo suelo argentino y, vale recordar, Brasil tardaría 31 años más en fundar su empresa pionera en la actividad, la hoy activa y exitosa Petrobras.
Defensor de la industrialización y de la autosuficiencia económica, Mosconi lo primero que hizo fue inspeccionar los yacimientos de Comodoro Rivadavia para dar lugar a un completo informe sobre la situación.
"Destacó, entre otros aspectos, la falta de una flota petrolera, la escasa capacidad de descarga del puerto de Buenos Aires, la falta de agua en los yacimientos y su preocupación por la reducida capacidad de las destilerías de Comodoro y Neuquén, en donde muchas veces el petróleo era quemado sin llegar a ser procesado", recuerda en el "Historia del petróleo en la Patagonia" la investigadora María Florencia de Lorenzo.
La organización de la compañía fue lenta pero progresiva y, desde aquel entonces el desarrollo de actividades de la petrolera estuvo estrechamente ligado al nacimiento y posterior crecimiento de distintos pueblos que surgieron al influjo de su actividad.
Y pasó de llevar adelante la exploración y comercialización a supervisar las actividades de otras compañías extranjeras a través de contratos de concesión, como en tiempos del gobierno de Frondizi. La última parte de su historia está ligada a los vaivenes del proceso de privatización iniciado en 1992 por la administración de Carlos Menem, que se vio favorecido porque la compañía había llegado a ser un símbolo de ineficiencia, con unos 50.000 empleados y pérdidas acumuladas por US$ 6000 millones en la década del 80, algo que generaría las condiciones para su posterior venta.
El Decreto N° 2778 transformó el 31 de diciembre de 1990 a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Sociedad del Estado en YPF Sociedad Anónima. Pero la apertura de su capital a Bolsa demoraría 3 años. Su posterior y polémica venta a Repsol, la compañía española que había llegado al país en 1996 al adquirir la petrolera Astra, y se concretaría finalmente de manera progresiva.
A fin de 1998 la compañía petrolera española (que no tenía petróleo) adquirió el 5,01% de las acciones que mantenía el Estado Nacional. A principios de 1999 Repsol compró el 14,99% restante por US$ 2010 millones de dólares. Unos meses más tarde, en junio, se terminó alzando con el 55% de YPF y el 11% que poseían en ella las provincias, con lo que sumó casi el 90% del total del paquete accionario de la empresa. Lo hizo mediante una oferta pública por la que desembolsó un total de 15.000 millones de dólares.
Esa operación se hizo cuando el barril del petróleo costaba 15 dólares (hoy está en 91). Y dio lugar a un debate sobre una nueva "colonización" española ya que, por esos mismos años, España se había convertido en un inversor estratégico en la Argentina con empresas como Telefónica, Gas Natural, Endesa y los bancos Santander y BBVA, tomando posiciones preponderantes en distintos sectores de la economía local.
Pese a los avatares de su historia reciente, YPF es aún el mayor productor y comercializador de hidrocarburos de la Argentina, una de las mayores firmas exportadoras (US$ 2691 millones en 2006) y la principal contribuyente al fisco. Su historia, de aquí en más, estará ligada al renacimiento de la "burguesía nacional" que promueve el kirchenrismo, un espacio en el que sólo parecen tener cabida aquellos empresarios que den señales de fuerte afinidad y lealtad con el Gobierno.





