Vendedores de premios y alegrías
Comercializan trofeos y medallas; sus productos pueden costar de 7 a 6000 pesos
Héctor Parrau posa con tres de sus más preciadas estatuillas. En la placa de la primera puede leerse "Premio Fopea al Periodismo de Investigación 2014". A su lado se ubican el Premio Argentores y el Sifón de Oro, distinción que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires entregó en octubre último a los mejores bodegones porteños.
Parrau no fue galardonado por el Foro de Periodistas Argentinos, la Sociedad General de Autores de la Argentina ni el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, pero no por ello los trofeos que exhibe dejan de ser suyos. Lo son porque fue él quien los fabricó.
Dueño del El Orfebre, Héctor Parrau se dedica a la elaboración y comercialización de premios, medallas y distinciones desde hace más de cuatro décadas. Su comercio es uno de los más de 20 locales que ofrecen estos productos en la ciudad de Buenos Aires. Y, al igual que la mayoría de ellos, se ubica en San Nicolás, a pocas cuadras del Palacio de Tribunales, el barrio más premiado del país.
A metros de allí, Osvaldo Gómez y Pablo Solari también trabajan rodeados por el brillo de cientos de trofeos y distinciones. Al frente de Premios de Buenos Aires y Casa Galvani, respectivamente, entre los dos suman casi un siglo vendiendo alegrías. Porque, a fin de cuentas, ese es lo que hacen. Proveen los símbolos que representarán sueños, triunfos y recuerdos.
Con precios que varían dependiendo de los materiales requeridos y la complejidad del trabajo, lo valores oscilan entre 90 y 6000 pesos para cada copa o trofeo y desde $ 7 en adelante para cada medalla. Las plaquetas se consiguen a partir de 450 pesos.
Los comerciantes coinciden en que el negocio, si bien trabajoso, es constante y lo disfrutan. Y, resaltan, su cartera de clientes es tan diversa y variada que comprende a gobiernos y ministerios -nacionales, provinciales y municipales -, empresas, clubes, sindicatos, fundaciones, partidos políticos, colegios y universidades, y que se extiende hasta donde haya alguna persona que merezca ser premiada.
Si de algo saben los hermanos Nicolás y Juan de la Cruz Fernández Miranda es de premios. No sólo por su extensa y laureada carrera dentro de las canchas de rugby, defendiendo las camisetas del Hindú Club y de los Pumas, sino también por mandato familiar.
Con pasado de plata
Su abuelo se dedicó a la platería, y su padre, años después, continuó el negocio. En 1997, cuando Nicolás y Juan de la Cruz tenían 26 y 24 años, respectivamente, decidieron acompañar su promisorio futuro dentro del deporte con la fabricación de trofeos, un área no explotada por la empresa familiar.
Como si fueran dos polos opuestos que se atraen, los Fernández Miranda y los trofeos comenzaban a transitar un nuevo camino. Nacía así B&D Platería.
Ya al año siguiente, aprovechando sus contactos en el rugby, obtuvieron su primer trabajo: la fabricación de la Copa de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA). La fiesta, en ese 1998, fue completa. Porque Hindú se coronó campeón del certamen y los hermanos levantaron la copa que habían fabricado.
"Ahí nació una cábala, que era que cada vez que fabricábamos un premio por el que íbamos a competir, no lo tocábamos", recuerda hoy Nicolás. "Vender premios no es un negocio que te vaya a hacer millonario. Pero es vender un sueño, una alegría", agrega el mayor de los hermanos. Pasados 18 años del inicio de B&D Platería, la empresa cuenta hoy con 11 personas trabajando en su fábrica de Don Torcuato y produce algunos de los premios más importantes del deporte mundial. Entre ellos se destaca la última Copa Sudamericana de fútbol o el trofeo del Rugby Championship de rugby, y sus precios pueden rondar entre 12.000 y 30.000 pesos.
Para el futuro, Nicolás dice que "el sueño es fabricar los premios de algún Juego Olímpico". Solo el tiempo sabe si podrán hacerlo realidad.