El primer ministro de Reino Unido Boris Johnson descartó la posibilidad de devolverlos; desde Atenas buscan realizar un intercambio de obras
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El Partenón, ese magnífico edificio en homenaje a la diosa Atenea y que corona la acrópolis de la capital griega, sigue maravillando al planeta aún dos mil años después de haber sido construido. Y también continúa generando debates sobre los verdaderos propietarios de sus restos arqueológicos.
En octubre de este año se conoció que el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, dijo durante reunión con su colega griego, Kyriakos Mitsotakis, que no dependía del gobierno británico la devolución de los frisos del Partenón que están exhibidos en el Museo Británico de Londres, sino de esa institución.
Los frisos del Partenón fueron traídos desde Grecia a principios del siglo XIX por Thomas Bruce, más conocido como el conde de Elgin -por lo que también son llamados los mármoles de Elgin-.
En total, son 15 paneles y 17 esculturas de mármol que hacían parte de la decoración original del Partenón, construido hace unos 2500 años y que muchos griegos señalan como el principal patrimonio cultural de su país.
La respuesta de Johnson se dio debido a la petición del premier griego de buscar opciones para devolver los mármoles.
El gobierno británico en numerosas ocasiones ha señalado que no retornará los mármoles a Grecia. En marzo de este año el propio Johnson había descartado cualquier posibilidad de retorno o intercambio.
“Entiendo los fuertes sentimientos del pueblo griego sobre el tema, pero el gobierno del Reino Unido tiene una posición firme desde hace mucho tiempo sobre las esculturas: que fueron adquiridas legalmente por Lord Elgin bajo las leyes correspondientes de la época y han sido propiedad legal de los fideicomisarios del Museo Británico desde su adquisición”, dijo el primer ministro británico al periódico griego Ta Nea.
Por su parte el museo fue claro sobre este punto y señaló en distintas ocasiones que los mármoles fueron adquiridos legalmente y señala que “las esculturas del Partenón son una parte vital de la interconexión global que se vive dentro del museo, debido a que tiene elementos de las culturas griegas, egipcias, persas y romanas”.
Pero, ¿Cómo llegaron los famosos frisos al Museo Británico y cuáles fueron los otros intentos de que regresen a Atenas?
La historia de un gran edificio
Se estima que el Partenón fue finalizado en el año 430 a.C. y desde siempre despertó admiración entre locales y extranjeros. Sin embargo, con el paso de los años pasó de ser un templo para la adoración de Atenea a una zona de ruinas.
La impresionante estructura sufrió numerosos daños a lo largo del tiempo y en particular durante los siglos XVI y XVII, cuando Grecia era gobernada por el imperio otomano.
El monumento fue afectado por la guerra entre Venecia y los otomanos, a finales del siglo XVII, cuando recibió un disparo de cañón que causó una gran explosión y destruyó su techo.
Luego, a lo largo del siglo XVIII, gran parte de las piezas restantes fueron gradualmente destruidas o saqueadas. Y es exactamente cuando inicia el siglo XIX que entra en escena el conde de Elgin. En ese momento él era el embajador británico frente al imperio otomano, que controlaba el territorio griego.
De acuerdo con la versión expuesta por varios directores del Museo Británico, Lord Elgin era un conocedor no solo del inmenso valor artístico de los frisos sino también de su historia y quiso llevarlos a Reino Unido para protegerlos de su destrucción.
De esta manera, gestionó ante las autoridades otomanas el permiso de salida de los frisos y capiteles hacia Londres.
El proceso de traslado fue pedregoso e incluso varias de las obras sufrieron daños considerables en el trayecto hacia Reino Unido. El traslado tomó casi cuatro años hasta llegar a Londres. De hecho, el proceso tuvo sus críticos en Reino Unido desde el comienzo: el famoso poeta Lord Byron se opuso a la idea de sacar los famosos mármoles de Grecia y llamó “vándalo” a Elgin.
En el año 1805, también se vieron contradicciones en el discurso de Elgin, como lo señalan varios historiadores. El conde había señalado ante los otomanos que una de las razones para sacar los frisos de Grecia era para que lo apreciaran personas de todo el mundo.
Pero lo primero que hizo Elgin fue llevar las famosas esculturas a su casa.
El enorme costo del traslado y un divorcio llevaron al conde a la bancarrota, por lo que se vio en la obligación de vender los frisos al Museo Británico por US$438.000, en 1816.
Y es allí donde se exhiben desde 1839. Aunque cabe aclarar que no son las únicas piezas del Partenón que se exponen fuera de Atenas.
El reclamo
Tras el fin de la ocupación otomana en Grecia en 1832, se comenzó una campaña para buscar las reliquias que habían sido sacadas del país. Hacia 1925, varios organismos griegos señalaron que las piezas que el conde de Elgin se había llevado debían regresar a Grecia, que era su lugar de origen y pertenencia.
Anotaban que la entidad que le había concedido el permiso a Lord Elgin para sacar los famosos frisos era un agente invasor y por tanto no tenía la autoridad para otorgar un permiso de esa naturaleza.
Pero un reclamo en serio llegó en 1983. Melina Mercuri, la primera mujer en ser nombrada ministra de Cultura de Grecia, hizo una petición formal al gobierno británico para que los frisos fueran devueltos a Atenas.
Y lo hizo frente a los mármoles de Elgin, en el corazón del mismo Museo Británico. “¿Qué significa el Taj Mahal para India?, ¿Qué significan para Italia las pinturas de la Capilla Sixtina? Los mármoles del Partenón son nuestro orgullo. Son nuestra identidad. Ellos son el vínculo actual con la excelencia griega. Son nuestra herencia cultural. Nuestra alma”, argumentó entonces.
Pero de nuevo, tanto las directivas del museo Británico como el gobierno señalaron que eran dueños legítimos de aquellas obras. Otro de los argumentos que se han esgrimido desde Londres por décadas es que Grecia no tenía un lugar adecuado donde mantener los famosos mármoles. Pero el señalamiento quedó ciertamente desvirtuado con la inauguración del moderno museo de la Acrópolis en 2009.
Aunque la petición de Mercuri no tuvo el efecto deseado, sí posibilitó muchas campañas por parte de organismos como la Asociación Internacional para la Reunificación de las Partes del Partenón y en varias oportunidades el gobierno griego ha intentado recuperar las obras.
El actual empeño impulsado por Mitsotakis contempla una especie de intercambio entre obras que nunca habían salido de Grecia para ser exhibidas en el Museo Británico a cambio del retorno de los frisos.
Incluso la reconocida abogada de derechos humanos Amal Clooney hizo recomendaciones de cómo podía exigir, apelando a leyes internacionales, el retorno de los frisos. Pero Grecia ha sostenido que no hará ninguna demanda judicial y que se limitará a la gestión diplomática para lograr alguna decisión en torno al futuro de los codiciados frisos.
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