Coronavirus: los líderes mundiales que ganan popularidad por la pandemia
La pandemia de coronavirus ha impactado en la popularidad de los líderes en todo el mundo. Sorprendentemente, en términos generales, lo ha hecho de manera positiva. Un reciente análisis de encuestas del periódico The Financial Times encontró que la crisis sanitaria ha mejorado las valoraciones de los dirigentes de casi todos los gobiernos del planeta, en promedio nueve puntos en las diez democracias más grandes por número de habitantes.
Esto ocurre, en parte, según explicó a LA NACION el analista internacional y director de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), Andrei Serbin, por que ante un panorama amenazador de estas características se produce en cada país una "cohesión a nivel general".
"Aunque me incomoda la utilización excesiva de metáforas bélicas, cada vez son más recurrentes en el discurso político, e incluso se habla del coronavirus en términos de ‘un enemigo invisible’. (...) Y en los conflictos armados estamos bastante acostumbrados a ver la construcción de un enemigo externo común, que también es útil para desviar la atención sobre ciertos problemas internos y al que se le puede echar la culpa", dijo el especialista. "El contexto de la pandemia es un poco diferente, pero se replica esta percepción de algo que viene de afuera y que requiere unidad", agregó.
Por supuesto que hay excepciones. El mexicano Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, vio como una encuesta publicada el 26 de marzo por el Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) le asignaba un 37,4% a su popularidad, la medición más baja desde su llegada al poder en diciembre de 2018. Y en Brasil, solo el 34% de las personas piensa que el presidente Jair Bolsonaro está haciendo un buen trabajo, según una encuesta de Datafolha publicada a principios de abril.
Pero incluso políticos que han manejado la crisis pobremente gozan de los beneficios de este "nacionalismo floreciente". La aprobación del presidente Donald Trump, por ejemplo, quien ha sido fuertemente criticado por su gestión, ha escalado a 48%, según un sondeo de ABC News/The Washington Post publicado a fines de marzo. Sin embargo, según explicó Serbin, esta "ventaja" que proporciona la pandemia puede diluirse rápidamente si los líderes no "saben aprovechar las herramientas". Volviendo al ejemplo de Trump, una nueva "Encuesta de Encuestas" de CNN revela que el índice de aprobación del presidente Donald Trump continúa con una tendencia a la baja después de llegar a territorio positivo el mes pasado. En el nuevo promedio, el 45% aprueba la forma en que el presidente norteamericano maneja su trabajo en todo el país.
No obstante, en aquellos líderes que supieron "aprovechar las herramientas", los índices de popularidad se han disparado.
Angela Merkel
Sin duda la estrella durante la pandemia ha sido la canciller alemana Angela Merkel. A un año y medio de anunciar su retiro de la política, la mandataria goza de una popularidad nacional e internacional inigualable. Según el barómetro de la encuestadora Forschungsgruppe Wahlen, su índice de aprobación aumentó 11 puntos desde principios de marzo, alcanzando un sorprendente 79%.
Otro sondeo más reciente de la cadena ZDF, publicado el viernes pasado, señala una valoración positiva del 83% de la gestión de la canciller durante la crisis sanitaria y su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), con un 39% de intención de voto, cuenta con el mayor apoyo desde 2017.
La estrategia alemana de contención se erigió sobre distintos pilares: una política de pruebas tempranas y generalizadas –Alemania es el tercer país en términos absolutos en número de tests con 2.072.669 desde enero, según el Instituto Robert Koch–, medidas de distanciamiento social, una infraestructura hospitalaria de primer nivel y una comunicación transparente. Esta poderosa combinación fue elemental para alcanzar el éxito, al menos relativo, visible en una letalidad inferior a la de los países vecinos, en un número básico de reproducción (R0) menor a uno (0,7) hace dos semanas y en un sistema sanitario que incluso tiene capacidad para acoger pacientes extranjeros.
Frente al alud de elogios, no obstante, la líder, asesorada desde el inicio de la epidemia por un panel interdisciplinario de expertos, pidió calma y dijo que el país está "todavía al principio" de la crisis y que no descarta la posibilidad de una segunda oleada. Tal como lo predijo, el R0 volvió a subir ayer a 0,96.
Jacinda Ardern
Otra figura destacada durante la pandemia ha sido la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, adulada por los grandes medios de comunicación por su eficaz gestión y su "plan de eliminación" de cuatro fases. The Washington Post publicó un artículo el 7 de abril -para ese día el país registraba 1160 contagios y una sola muerte- titulado: "Nueva Zelanda no solo está aplanando la curva. La está aplastando". Y la revista The Atlantic la aclamó como, quizás, "la líder más efectiva del planeta", en parte, por su estilo empático. Incluso la enfermera neozelandesa que cuidó de Boris Johnson en Gran Bretaña la llamó su "heroína" en una entrevista con la cadena TVNZ.
Y es que Ardern, de 39 años, se ha ganado la confianza de los neozelandeses con sus acciones. Aparece regularmente en los chats de Facebook Live, vestida de manera informal, para dar mensajes de apoyo a la población y responder las preguntas de los ciudadanos sobre las acciones del gobierno para contener el avance del brote. También instó a las personas a "ser fuertes y amables" y aseguró a los niños que el conejo de Pascua y el hada de los dientes continuarían su labor durante el período de confinamiento.
Pero a pesar de ese tipo de liderazgo cálido y distendido que la caracteriza, la joven mandataria no dudó a la hora de tomar las decisiones difíciles, como el cierre temprano de fronteras, el confinamiento mandatorio para todos los que regresaron al país, la promoción de la socialización en la "burbuja" de contactos, y la imposición de una cuarentena estricta a nivel nacional el 26 de marzo, que incluyó la suspensión de clases en todos los niveles, el cierre de oficinas, restaurantes (incluso para delivery), bares, playas, parques y otros comercios no esenciales. Estas medidas recibieron una aprobación del 84%, según una encuesta de la firma Colmar Brunton realizada a principios de abril.
Estos esfuerzos, no solamente afianzaron su popularidad, sino que efectivamente dieron sus frutos. Esta semana, luego de varios días consecutivos de cifras de nuevos casos de un solo dígito, Ardern anunció a periodistas en Weillington que Nueva Zelanda había "ganado la batalla" contra la Covid-19 al suprimirse la transmisión comunitaria del virus, a la vez que el país comenzaba a levantar gradualmente las medidas de confinamiento.
Leo Varadkar
En una isla más pequeña del otro lado del mundo, hace tan solo dos meses, el líder de Irlanda, Leo Varadkar, era una fuerza política debilitada: un primer ministro cuyo estilo distante y fracaso en resolver la crisis de vivienda de Irlanda habían frustrado a los votantes. De hecho, en las elecciones parlamentarias de febrero, su partido conservador Fine Gael terminó en tercer lugar.
No obstante, el primer ministro, un doctor retirado, se reincorporó al registro médico el mes pasado y se ofreció a atender consultas por teléfono para ayudar al servicio de salud durante la crisis del coronavirus.
Aunque esta pequeña acción no ha evitado que Irlanda escape del flagelo del coronavirus, con 1159 muertes y 19.877 casos confirmados según el último recuento de la Universidad Johns Hopkins, se ha convertido en un símbolo del compromiso del mandatario con la lucha contra el brote y de su enérgico manejo de la emergencia. Varadkar canceló las festividades del Día de San Patricio, supervisó un programa agresivo de testeo temprano, cerró pubs y escuelas antes que otros líderes europeos y ha hablado al público sobre el contagio en términos honestos y humanos, en otras palabras, como el médico general que una vez fue.
Moon Jae-in
Corea del Sur también celebró sus elecciones legislativas en medio de la pandemia. Tras una campaña inédita, marcada por discursos virtuales, candidatos con mascarillas y ni rastro de manifestación política en las calles, los surcoreanos votaron el 15 de abril para elegir a los 300 parlamentarios de la Asamblea Nacional.
El Partido Demócrata del presidente Moon Jae-in arrasó, acaparando 163 escaños, a los que habría que sumar otros 17 del Partido de la Plataforma, aliado del Gobierno.
El resultado era de esperarse ya que la gestión de Moon de la epidemia ha sido impecable. La respuesta de Corea del Sur, basada en el testeo masivo, el uso de la tecnología para el rastreo de potenciales enfermos y la obediencia, se impuso como el primer modelo de éxito en medio de la hecatombe. Hasta el momento, el país ha contagiado a 10.761 personas, de las cuales 8922 se recuperaron y tan solo 246 murieron.
Giuseppe Conte
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, también está cosechando los beneficios de la crisis. Aunque inicialmente el líder fue cuestionado por su pasividad, fue el primero en ordenar una cuarentena a nivel nacional, con todas las consecuencias económicas, políticas y sociales que eso conlleva. Y aunque Italia ha sido uno de los países más bastardeados por el brote, la contundente medida fue muy bien recibida por los ciudadanos.
En tanto un hombre sin partido, experiencia ni "tropa" propia en el parlamento, su actuación en la pandemia lo ha catapultado a un índice de aprobación del 71%.
De cualquier manera, aun es demasiado pronto para que cualquiera de estos líderes cante victoria. Por el momento, persiste la amenaza de un segundo brote, e incluso algunos países ni siquiera controlaron el primero. Pero además, observó Serbin, los líderes que hoy más elogios reciben son aquellos que "priorizan la salud".
"Yo creo que el día de mañana, una vez descubierta la vacuna, una vez que se hayan contado todas las bajas directas de la enfermedad, la discusión también girará para enfocarse en quienes tomaron las medidas adecuadas para salvar la economía. Porque podría decirse que los que hoy están salvando vidas, tal vez no entendieron el impacto de cuantos morirían luego de hambre, falta de acceso a la salud, etc.", dijo a LA NACIÓN Serbin.
Pero la preocupación más grande, señaló el experto, es que van a "persistir algunas herramientas favorables en términos de líneas discursivas hacia un nacionalismo más exacerbado de las que se beneficiarán también los líderes autoritarios".
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