Discretos y dedicados, los médicos encargados de la salud papal
Son su doctor personal Renato Buzzonetti y Rodolfo Proietti
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ROMA (AFP).- El doctor Renato Buzzonetti, un médico discreto que jamás ha concedido entrevistas, es el responsable de la salud del papa Juan Pablo II desde hace un cuarto de siglo.
Junto con el equipo médico del policlínico Gemelli, Buzzonetti decide las medidas médicas a tomar.
Buzzonetti, un romano de 81 años, padre de dos hijos -uno de los cuales es oftalmólogo en el hospital donde el Pontífice está internado-, es el secreto médico encarnado y tiene una sola debilidad: la fotografía.
Su carrera junto al Papa comenzó cuando murió el doctor Mario Fontana, el médico personal de Pablo VI, del cual fue asistente bajo el efímero pontificado de Juan Pablo I.
El cargo de "primero de los médicos del Vaticano" fue suprimido luego de la muerte de Pío XII, que fue asistido toda su vida por un médico de dudosa ética que vendió las fotos del papa moribundo.
Tres años de gracia
Durante los tres primeros años del pontificado de Juan Pablo II, el trabajo del doctor Buzzonetti parecía una función casi honorífica por la salud inquebrantable del Pontífice, y pudo consagrar todo su tiempo al dispensario del Vaticano
El largo "viaje hacia el sufrimiento" -como Il Osservatore Romano describió la historia médica de Juan Pablo II- comenzó el 13 de mayo de 1981, cuando el Papa cayó bajo las balas de Mehmet Ali Agca.
Desde entonces, el doctor Buzzonetti, que se encontraba a pocos metros del Papa cuando fue baleado, se ha ocupado de su paciente tanto en el Vaticano como durante sus viajes apostólicos por el mundo entero. Estos periplos le permitieron cultivar su pasión de fotógrafo aficionado.
Buzzonetti nunca ha dado entrevistas. "El Papa es un paciente. No hablo jamás de la salud de mis pacientes", sostiene.
El doctor Buzzonetti forma parte de la "familia" del Papa, pero a diferencia de los dos secretarios personales del Sumo Pontífice -el arzobispo Stanislaw Dziwisz y el abate Mieczyslaw Makrzycki-, del ayuda de cámara Angelo Gugel y de cinco religiosas polacas, no vive en el departamento pontificio.
En cambio, puede contar con su "asistente", la hermana Tobiana, diplomada en medicina, aunque jamás ejerció su profesión.
Incluso en el hospital Gemelli la hermana Tobiana se encuentra siempre junto a la cabecera del Papa, día y noche.
Para emergencias
Por otra parte, el doctor Rodolfo Proietti, director del Servicio de Urgencias del policlínico Gemelli, es el encargado de atender a Juan Pablo II en el hospital.
Reservado y de pocas palabras, el profesor Proietti es el encargado de coordinar al equipo de especialistas que atiende al Papa durante su hospitalización y la persona que finalmente toma todas las decisiones médicas.
Director de Urgencias y de Admisiones, el médico italiano está a cargo, por segunda vez en menos de un mes, de la precaria salud del anciano Juan Pablo II.
"Ante un evento como el ingreso del Papa la estructura del hospital es sometida a una dura prueba. Hay que estar listos para enfrentar todo de la mejor manera. Y la estructura debe responder con lo mejor ante el huésped ilustre y no quitar nada a los demás pacientes", contó recientemente Proietti en una entrevista al periódico católico Avvenire.
Especialista en reanimación, Proietti fue criticado por varios medios de comunicación por no haber difundido personalmente los partes médicos sobre la salud del Pontífice, considerados muy breves e, incluso, vagos.
Convencido de la fuerza física del Pontífice, Proietti, que no suele dar entrevistas a la prensa, es consciente de que atiende a uno de los enfermos más admirados del mundo, cuyas condiciones de salud preocupan a miles de católicos en todos los continentes.
El especialista afirma haber vivido una experiencia inolvidable por "la inmensa emoción y el honor de atender al Santo Padre".
"Comprendí lo que debe representar cada paciente para el médico y la manera en que el médico debe vivir su misión. Ha sido para mí un enorme privilegio y, al término de diez días muy cerca del Santo Padre, he salido con la convicción de haber recibido mucho más de lo que he dado", confesó tras la internación de hace tres semanas.



