El cruce del Mediterráneo desata una guerra entre los gobiernos y las ONG
Las patrullas armadas de varios países bloquean el rescate en el mar de los migrantes por parte de las organizaciones humanitarias; los buques privados, de "caza"
MADRID.- Dos años después de desatarse la más grave corriente migratoria a través del Mediterráneo, la crisis no sólo no ha sido superada, sino que se agrava con una soterrada "guerra" a las organizaciones que socorren a víctimas y náufragos de la desesperada huida.
"Lo que está sucediendo es surrealista. En vez de dejarnos trabajar, ahora los gobiernos y otras entidades criminalizan a quienes intentamos dar una mano" en esta tragedia, dijeron a LA NACION organizaciones no gubernamentales (ONG) que operan en la zona.
Nada es casual. Con el verano y las mejores condiciones del mar se multiplican los cruces de quienes abordan frágiles embarcaciones en la costa africana en un desesperado intento por llegar a Europa.
Todo aumenta. Para empezar, los precios de las "mafias" que cobran por traficar personas de una costa a otra.
"Hemos detectado que, ahora, la tarifa de estas mafias es el doble de la habitual. Arranca en los 1000 euros, para abordar una embarcación precaria, pero puede llegar a los 3000 para una más segura y rápida", dijeron a LA NACION en la Agencia Europea para el Control de Fronteras (Frontex).
Con la mayor demanda, lo que también crece es la presión de los partidos políticos -sobre todo, de derecha, pero no exclusivamente- para que se frene la llegada de migrantes.
"Detrás de eso hay que buscar la explicación para las limitaciones que está poniendo el gobierno italiano para que operemos en la zona", denunció Médicos Sin Fronteras (MSF), en diálogo con LA NACION.
El caso de Italia se ha vuelto el más sangrante. Hace dos años que el país desplazó a España como el de mayor recepción de migrantes que cruzan desde la costa africana.
En su caso llegan desde Libia y, en lo que va del año, se estima que no menos de 90.000 concretaron ese peligroso cruce.
"Para reducirlo, el gobierno italiano acaba de instaurar un "código de procedimiento" para ONG, que, en realidad, lo que busca es reducir la capacidad de rescate en la zona", explicó Hernán del Valle, director de Operaciones Humanitarias de la entidad, en diálogo telefónico desde su sede en Amsterdam.
Anunciado por su canciller Angelino Alfano, el controvertido reglamento produjo ya las primeras represalias con la "incautación" de barcos de entidades que se negaron a suscribirlo.
Es la primera vez que ocurre algo así. El primer barco paralizado pertenece a la alemana Jugend Rettet, se llama Iuventa y fue retenido por la policía italiana en la isla de Lampedusa bajo sospecha de "favorecer la inmigración clandestina".
Poco después, otro barco -en este caso de una entidad española- se vio en un "limbo" imposibilitado de llegar a puerto cuando las autoridades italianas le impidieron llegar a la costa de Lampedusa para desembarcar a tres migrantes rescatados "a cien millas de la costa de Libia".
Se trata del Golfo Azzurro, perteneciente a la organización Proactiva Open Arms, con sede en Badalona.
Su director, Oscar Camps, aseguró que la situación que se vive ahora en el Mediterráneo "es de absoluta confusión" a partir de las directivas del gobierno italiano.
"Llevamos más de un año trabajando como socorristas en la zona y nunca nos había pasado algo así", añadió. La negativa de las autoridades italianas a dejarlos desembarcar fue seguida por otros gobiernos. Anoche, el barco seguía a la deriva esperando que alguien le diera autorización de entrada.
Al desconcierto de quienes rescatan se suma la acción de los buques privados que se hacen a la mar con la intención de "perseguir a los inmigrantes" e impedir que lleguen a Europa.
Entre ellos, el C-Star, conocido como "el barco antiinmigrante", que con sus 40 metros de eslora tiene como objetivo "cazar" embarcaciones que intentan cruzar de una costa a otra y "vigilar" a las organizaciones de socorro.
En los dos últimos años, más de medio millón de personas fueron rescatadas de barcos de traficantes y trasladas al continente, sobre todo, a Italia.
Las autoridades de Roma ya no ocultan su afán para detener esa presión. El controvertido código y la confusión que disparó entre socorristas es parte de ese esfuerzo.
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