El Mundialito del Porvenir en Lima, un ritual de fútbol callejero que tiene más de 60 años
Se inició en la década de 1950 como una forma de desafiar a la dictadura militar de Manuel Odria, que prohibía jugar en las calles
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La mañana es fría y el cielo está plomizo, pero los hinchas que se acercaron en masa hasta el barrio limeño de El Porvenir aportan la temperatura necesaria para el arranque del Mundialito del Porvenir, su campeonato anual de fútbol callejero.

Para conseguir los mejores asientos, la gente acampa desde la noche anterior a lo largo de las calles donde se juegan los partidos todos los 1 de mayo desde hace medio siglo.
Otros pagan el equivalente a 2 dólares por un espacio en alguno de los balcones de los edificios circundantes, para presenciar los partidos que los peruanos también llaman “partidos del pueblo”.

Ese ritual en el barrio de clase trabajadora El Porvenir se inició en la década de 1950 como una forma de desafiar a la dictadura militar de Manuel Odria, que prohibía jugar en las calles.
Como el seleccionado de fútbol de Perú no calificó para jugar en la Copa del Mundo desde el año 1982, el Mundialito del Porvenir se ha convertido en un verdadero foco de interés para los peruanos.

“Acá vale todo. Esto es para machos, y es una locura para los referís”, dice Teodoro Aquino, uno de los hinchas, mientras toma cerveza junto a sus amigos antes del primer partido del día. Hace cuatro décadas que Aquino asiste al torneo en este rincón de la capital donde cunde la inseguridad.

Los 56 clubes que compiten llegan con sus hinchas más fervorosos, que defienden cada gol como si en ello se les fuera la vida. Las peleas son moneda corriente, así que este año fueron desplegados unos 50 agentes de la policía antimotines para custodiar la cancha de asfalto. Los policías se encargan de contener a los hinchas que intentan invadir el campo de juego durante los intervalos entre partidos, mientras los vendedores ambulantes venden gelatina fría y papas horneadas entre los asistentes.


Los referís cuentan con protección especial, ya que siempre hay una mitad de los espectadores que no acata sus decisiones, y los más disgustados son propensos a arrojarles botellas y huesos de pollo por la cabeza. Pero los referís no se amilanan y parecen inmunes a la presión que llega desde los laterales.

Antes de entrar a la “cancha”, los jugadores se persignan y los hinchas encienden bengalas.





Al final del día, después de 30 partidos, el equipo del barrio limeño Purito Barrios Altos se alzó con el trofeo de este año y embolsó un premio de 2500 dólares en efectivo y 12 pares de botines. La hinchada perdedora no aceptaba el resultado, y uno de los hinchas del equipo ganador se ocupó de chicanearlos paseándose orgullosamente con el trofeo
Fotos y textos por Martin Mejia / AP
Edición Fotográfica: Alfredo Sánchez
Traducción: Jaime Arrambide
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