
Hay menos atentados y nace una esperanza en la sufrida Bagdad
El número de ataques descendió en 2007; varias familias volvieron a sus casas
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BAGDAD.- Hace cinco meses, Suhaila al-Aasan vivía en una fábrica de tubos de oxígeno con su marido y sus dos hijos, convencida de que jamás volvería a su departamento en Dora, un barrio de clase media en el sur de esta capital.
Hoy está de vuelta en su hogar, cocinando frente a una ventana iluminada por el sol y durmiendo debajo de su foto de casamiento favorita. Sin embargo, los otros departamentos del edificio están vacíos y los únicos vecinos que ve son soldados iraquíes.
Suhaila, de 45 años, es uno más de los tantos iraquíes que en las últimas semanas han comenzado a probar adónde pueden ir y qué pueden hacer a medida que el miedo lentamente deja de dominar cada uno de sus movimientos.
En la mayoría de los barrios, hay una real mejora en la seguridad. Mientras que en febrero pasado hubo un máximo de 44 atentados con coches bomba, ahora pasan días sin ataques de este tipo en la capital iraquí. El número de cadáveres que aparecen en las calles bajó considerablemente en los últimos ocho meses, de 35 a 5 por día, mientras que los atentados suicidas en todo Irak disminuyeron a 16 el mes pasado, la mitad en comparación con la cifra del verano, y muy por debajo del reciente pico máximo de 59, registrado en marzo pasado.
Por ello, por primera vez en casi dos años, la gente se desplaza con libertad en gran parte de la capital. Aunque todavía hay zonas por las que no se puede circular, son más los iraquíes que ahora se trasladan entre sectores sunnitas y chiitas en auto para ir a trabajar, de compras o al colegio. Unos pocos incluso se mueven de noche y algunas mujeres seculares se están vistiendo a su antojo.
Los iraquíes están claramente sorprendidos y aliviados al ver la reactivación del comercio, cinco meses después de la llegada de 30.000 soldados adicionales al país. Pero la profundidad de los cambios sigue abierta a debate.
En Bagdad, unos 20.000 iraquíes volvieron a sus hogares, apenas una fracción de los más de 4 millones que abandonaron el país y de los 1,4 millones que, si bien siguen en Bagdad, aún no han regresado a sus casas, según un sondeo de la Red Crescent Society.
Sin embargo, muchos parecen dispuestos a intentar volver a la normalidad, lo que los obliga a ignorar los riesgos para recuperar su estilo de vida.
Volver a casa
La experiencia de Suhaila al-Aasan es una clara muestra tanto de las mejoras como de sus límites y restricciones. Suhaila trabaja en un oasis de serenidad: una pequeña biblioteca en el este de Bagdad, donde unos 10 niños fueron vistos recientemente jugando, leyendo, aprendiendo inglés y tocando canciones en un teclado Yamaha.
La biblioteca había sido cerrada en 2006 porque los padres no querían perder de vista a sus hijos. Ahora son cada vez más los chicos que van solos desde sus casas a la biblioteca.
Después de escuchar en un noticioso iraquí que la seguridad había mejorado en Dora, Suhaila y su marido hicieron una visita de reconocimiento para un eventual regreso. Volvieron y vieron que la casa no estaba muy deteriorada, salvo por un impacto de bala en el microondas. Ambos dijeron que se sintieron alentados a volver por la disminución de la violencia en la ciudad y la visible presencia de soldados en puestos de control cercanos.
Fue una valiente decisión. El edificio de Suhaila todavía tiene un aspecto desolador. El tronco de una palmera cubre un tramo de la calle donde combatientes sunnitas alguna vez arrojaron la cabeza de un individuo, y a unos 200 metros una barrera de cemento bloquea un barrio residencial que, según se cree, está minado de explosivos.
El esposo de Suhaila, Fadhel A. Yassen, de 49 años, explicó que antes de partir habían visto morir a varios amigos que estaban sentados en la vereda. Pero insistió en que estar de vuelta en el departamento era "un triunfo sobre el miedo".
Regreso desde el exterior
- Unos 1000 iraquíes vuelven por día a su país, informó ayer el portal británico de Internet BBC News. La mayoría de los emigrantes se había refugiado en países vecinos, como Siria, Jordania, Irán y Egipto. Según las Naciones Unidas, unas 45.000 personas regresaron a Irak en octubre. Aunque el organismo explicó que el fenómeno se debía en gran parte a la caída de la violencia, especialmente en Bagdad, también influyeron las dificultades que tuvieron los refugiados para conseguir trabajo en Siria, donde se radicó la mayor parte de los 4,4 millones de iraquíes cuando estalló la guerra, en 2003.
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