La crisis económica y las sanciones de Occidente, una pesada herencia
TEHERÁN.- Simpatizantes y detractores del nuevo presidente iraní están de acuerdo con un punto: Hassan Rohani deberá asumir una tarea titánica.
"Ningún gobierno de la historia de Irán ha tenido más problemas que el gobierno que yo asumiré", dijo el clérigo moderado. Y, de hecho, el legado de Mahmoud Ahmadinejad recaerá con todo su peso sobre los hombros del nuevo mandatario: la crisis financiera, las disputas nucleares con Occidente, las sanciones internacionales y las amenazas bélicas lanzadas desde Israel.
Rohani, de 64 años, que asumirá mañana, seguramente ya se hizo a la idea de que su gobierno no será fácil. "No se podían hacer más cosas mal", señaló un politólogo de Teherán sobre los ocho años de gobierno de Ahmadinejad. "El pobre Rohani está frente a una montaña de escombros políticos", agregó.
Los problemas que deberá asumir Rohani son muy complejos. La crisis económica que atraviesa el país repercute en la mayor parte de la población y es en gran medida consecuencia de la controversia que genera el programa nuclear iraní.
Las disputas por el programa nuclear derivaron en sanciones internacionales que afectan, entre otros, al comercio del país, con lo que la coyuntura no se dejará corregir simplemente con medidas económicas, sino que dependerá, además, de la nueva diplomacia.
Ahmadinejad, que siempre aplicó políticas tajantes y no escatimó retóricas incendiarias, llevó a Irán a un total aislamiento internacional.
El país pasó a integrar la lista negra no sólo en Estados Unidos e Israel, sino también en la Unión Europea y en otras naciones islámicas, como Turquía, Egipto y Arabia Saudita. A su lado permanecieron únicamente países como Siria, sumida actualmente en una sangrienta guerra civil, Nicaragua o Venezuela. "Es difícil salir del aislamiento con semejantes amigos", comenta desde Teherán un diplomático extranjero en tono sarcástico.
Rohani dice "tener confianza, pese a todos los problemas". Según sus propias palabras, quiere lograr la reconciliación de Irán con el mundo mediante una política razonable y moderada. Es más fácil decirlo que hacerlo, pues sin poner fin al diferendo nuclear, que ya generó tensiones a lo largo de más de diez años, será difícil tomar las riendas de una política exterior conciliadora.
Como ministro de Asuntos Exteriores se baraja el nombre del ex embajador ante la ONU Mohamed Yawad Sharif, un tecnócrata de 53 años considerado moderado que durante su paso por Nueva York también mantuvo algunos encuentros no oficiales con diplomáticos estadounidenses. "Sarif es un hombre con el que se puede hablar", afirma un diplomático occidental en Teherán.
De cara al conflicto de Medio Oriente y de Siria, la política de Rohani no incorporará grandes cambios. "Irán continuará al lado de Siria, en la resistencia hacia el régimen sionista" de Israel, advirtió Rohani.
Para Irán, no reconocer a Israel como Estado es todo un dogma, al igual que el respaldo económico y militar que le brinda al grupo islamista Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, y a las milicias de la organización libanesa chiita Hezbollah. Para el nuevo presidente, ambas son "símbolo de la resistencia hacia el sionismo".
Por el otro lado, Rohani defendió vehementemente la libertad de expresión durante su campaña. Una de sus principales metas es liberar a todos los prisioneros políticos.
"No se puede estar encarcelando gente permanentemente sólo porque opina distinto", apuntó.
Hoy, Rohani será ungido en el cargo por el ayatollah Ali Khamenei, y mañana presentará juramento ante el Parlamento. Posiblemente aliente la liberación de los líderes opositores Mir Hossein Moussavi y Mehdi Karoubi hacia fines del mes de ayuno de Ramadán (el 8 de agosto). Ambos están desde hace más de dos años bajo arresto domiciliario.
Ya se trate de las disputas nucleares o del conflicto en Medio Oriente, Rohani sabe que para su país el cambio no se podrá producir sin negociaciones con Estados Unidos. En particular sobre el plan nuclear, difícilmente pueda lograr contar con el visto bueno internacional sin el beneplácito estadounidense.
Y eso es lo que hace que, pese a las fuertes críticas expresadas en su país, Rohani no descarte intentar sellar cierto acuerdo con "el gran satán".
"Si sirve a la causa y a los intereses del país, habría que hablar con los mayores del pueblo", reza el lema del nuevo presidente.
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