La misteriosa desaparición de un periodista muestra el lado más oscuro de Arabia Saudita
DUBAI.- Como sucede en todos los países de Medio Oriente con sus líderes, en Arabia Saudita la vida para los periodistas se complica si no elogian al príncipe heredero Mohammed ben Salman, conocido como MBS.
Para los activistas, opositores y otros que están dispuestos a hablar en contra del heredero del reino de 33 años , es cada vez más difícil escapar de su alcance tanto en casa como en el extranjero.
El reino se hizo famoso por atrapar a príncipes u oponentes en el extranjero y llevarlos de regreso a Riad en aviones privados. Pero la desaparición la semana pasada en Estambul del colaborador del Washington Post Jamal Khashoggi, que los funcionarios turcos temen que haya sido asesinado, expone un costado aún más oscuro del régimen.
Khashoggi, un reconocido periodista de 60 años, se había mostrado crítico con las reformas y la represión lanzadas por MBS, pero no es un disidente. Tenía contactos en el gobierno y podía navegar por la corte real de Arabia Saudita y explicársela a Occidente.
El periodista empezó a escribir en The Washington Post y a participar en debates académicos y televisivos sobre los cambios que se estaban produciendo en el Reino del Desierto. Eso le dio una mayor proyección internacional, pero también un problema: la etiqueta de disidente.
Su desaparición deja ver el lado oscuro de la faceta reformista cuidadosamente cultivadade MBS y expone sus tendencias autocráticas. "No soy Gandhi ni Mandela", dijo el príncipe a CBS en marzo cuando describía su riqueza personal.
Arabia Saudita insiste en que las acusaciones que enfrenta sobre la desaparición de Khashoggi son "infundadas", pero no ofreció ninguna evidencia durante la última semana para respaldar su punto de vista.
Los sauditas afirman que el periodista, exiliado desde 2017, salió del consulado saudita en Estambul pocas horas después de entrar en el edifico a por un certificado de su estado civil. Pero la hipótesis que sostiene la policía turca -no confirmada oficialmente- es que Khassoggi fue asesinado dentro del edificio con la cooperación de 15 ciudadanos saudíes que llegaron en dos vuelos desde Riad.
El príncipe Khalid ben Salman, el embajador de Arabia Saudita los Estados Unidos, trató de transmitir simpatía con críticas cuidadosamente moderadas en una nota en inglés que la embajada compartió con periodistas.
"Normalmente preferiría no abordar reclamos tan escandalosos, especialmente cuando se trata del bienestar de un ciudadano desaparecido que dedicó una gran parte de su vida a servir a su país", escribió el príncipe Khalid. "No hace falta decir que su familia en el reino sigue muy preocupada por él, y nosotros también".
Su declaración contrasta fuertemente con el tono tomado por los medios locales sauditas, así como por los canales satelitales de propiedad saudita y otras emisoras. Allí, los diarios han calificado la desaparición de Khashoggi como un complot iniciado por Qatar, a quien el reino ha estado boicoteando con otras tres naciones desde el año pasado. Al-Jazeera, la emisora financiada por Qatar, se ha centrado ampliamente en el caso en los últimos días.
Los medios online sauditas describieron a Khashoggi como un partidario de Al-Qaeda por las entrevistas que hizo con Osama ben Laden en los años anteriores a que se volviera el enemigo de Occidente y planeara los ataques terroristas del 11 de septiembre. Khashoggi, al parecer con el apoyo de la corte real, una vez incluso intentó que Ben Laden regresara al reino y renunciara al terrorismo.
Esa dureza se corresponde con la creciente preocupación internacional sobre la dirección que está tomando Arabia Saudita bajo el Príncipe Mohammed y su padre. El reino ganó elogios internacionales por permitir que las mujeres puedan conducir en junio. Pero justo antes de eso, el reino reunió y encarceló a las activistas de los derechos de las mujeres, entre ellas, al parecer, a una que estaba en el vecino Emiratos Árabes Unidos.
De manera similar, el príncipe Mohammed cautivó al mundo de los negocios con las promesas de tener una oferta pública inicial del gigante petrolero estatal Saudi Arabian Oil Co. Organizó una importante cumbre empresarial en el Ritz Carlton de Riyadh, con un robot humanoide llamado Sophia que obtuvo la ciudadanía saudita.
Solo unas semanas más tarde, el Ritz Carlton se convertiría en una prisión de lujo como parte de un arresto masivo de empresarios, miembros de la realeza y otros orquestados por MBS, que lo describió como una lucha contra la corrupción.
Mientras tanto,la guerra liderada por Arabia Saudita en Yemen en 2015 continúa, y su número de víctimas civiles en el país más pobre del mundo árabe es interminable.
Lo curioso es que Khashoggi no se opuso inicialmente a la intervención militar en Yemen (que encuadró dentro de lo que bautizó como "doctrina Salman"), sino que la justificó por la interferencia de Irán; tampoco rechazó las medidas para diversificar y privatizar una economía excesivamente dependiente del petróleo.Pero su hablar franco y directo, alejado de las precauciones con las que otros saudíes envuelven sus opiniones, sí lo convierten en un personaje distinto.
Hoy Arabia Saudita dio permiso para que los servicios de seguridad turcos registren su consulado en Estambul en el marco de una investigación sobre Khashoggi, indicó el ministerio de Relaciones Exteriores turco.
Si se confirma lo peor sobre el destino del periodista, eso podría llevar a más críticos a la clandestinidad y dejar a muchos menos dispuestos a hablar francamente sobre el reino.
Agencia AP y El País
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