La unidad alemana, un caso testigo
Corea está dividida por un muro ideológico similar al que separó al país europeo
1 minuto de lectura'
El histórico acuerdo firmado ayer entre las dos Coreas para la reconciliación nacional constituye un primer paso hacia la reunificación del país, tras 55 años de aislamiento. Y al hablar de reunificación, no puede menos que pensarse en las similitudes con el caso alemán, es decir, la nación que el 3 de octubre de 1990 volvió a ser una sola.
Como Corea, Alemania era antes un territorio partido en dos: mitad capitalista, mitad comunista. En el medio había un límite fortificado que metía miedo y, de ambos lados, familias separadas; la división se originó al término de la Segunda Guerra Mundial.
Pero hay más puntos de comparación. En cuanto a la economía, la porción capitalista se jactó siempre de su pujanza y la otra, de su disciplina colectivista. Finalmente, los antiguos enemigos terminaron necesitándose y así se buscó la unión.
- La separación. En 1945 Alemania quedó dividida entre las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia. Berlín, a su vez, también se desmembró en cuatro sectores. Sólo en 1949 se formalizó la división entre la República Federal Alemana (RFA), capitalista, y la República Democrática Alemana (RDA), comunista, a lo que siguió la lógica partición de Berlín en dos. La tensión entre ambas Alemanias se profundizó con la Guerra Fría y llegó a su punto máximo al construirse el Muro, en 1961.
Corea también comenzó a separarse en 1945 entre el Sur -pro capitalista- y el Norte -pro comunista-, luego de haber sido, enteramente, una colonia japonesa desde 1910. Los dos Estados se enfrentaron entre 1950 y 1953 en una guerra que todavía sigue, técnicamente hablando, porque sólo firmaron un armisticio. En ambos casos siempre hubo, de un lado, la influencia de Occidente y, del otro, la de la Unión Soviética.
- La frontera. En Corea, en el paralelo 38 se impone una suerte de Muro de Berlín. No abunda en concreto como el alemán en su momento, pero sí en minas y presencia militar (es actualmente la frontera más fortificada del mundo).
El límite que desgarró Alemania, en cambio, pasó al olvido el 9 de noviembre de 1989. Y fue literalmente olvidado, porque ya nadie recuerda por dónde pasaba esa pared con sus violentos aditamentos. En la memoria quedaron, sí, las 239 personas que murieron al intentar escapar.
- Destinos personales. El drama de las familias distanciadas afecta más a Corea que, antes de 1989, a Alemania. Allí, cerca de un millón de los casi 70 millones de habitantes de la península viven angustiados por las separaciones que provocó la guerra fratricida de 1950-53. Resolver este problema es una de las mayores preocupaciones de Corea del Sur, y forma parte del acuerdo alcanzado ayer.
En Alemania esta dificultad fue menor, aunque no menos profunda. No hay cifras al respecto, pero quedaron novelas como "Der geteilte Himmel" ("El cielo dividido"), de Christa Wolf, que cuenta el drama de un noviazgo interrumpido por la construcción del Muro de Berlín y por la diferencia de idiosincrasias entre los dos protagonistas.
- La economía. En el momento de la reunificación, la Alemania occidental era una de las economías industriales y comerciales más sólidas del mundo. La oriental, fuertemente subsidiada por el Estado -y por lo tanto muy burocrática-, comenzaba a entrar en crisis a medida que la Unión Soviética retiraba su manto protector: muchas fábricas debieron cerrar por no ser competitivas. Las diferencias aún persisten y se estima que llevará décadas superarlas, sobre todo en lo que se refiere a la desocupación. Hoy, hay 4,4 millones de personas sin trabajo en Alemania y la mayoría pertenece al Este.
En Corea, la distancia económica entre uno y otro país cobra la forma de un abismo. Corea del Sur es, aun después de haber soportado la crisis asiática, una de las 20 naciones más ricas del mundo, con un notable poderío industrial. Su hermana del Norte, en cambio, tiene un PBIper cápita 12 veces menor, de unos 1000 dólares anuales. Allí, las fábricas están paralizadas, escasea la energía eléctrica y la mayor parte de la población vive en la pobreza. El jefe del Estado, Kim Jong Il, se refugiaba hasta ahora en el hermetismo. Pero como la crisis pone en peligro hasta su liderazgo, accedió a mostrarse en la cumbre que se inició el martes. Es que, con su fortaleza e conómica, Corea del Sur promete llevarle alivio.
- Hacia la unión. En las protestas que precedieron la caída del Muro de Berlín podían verse pancartas que decían: "Somos un solo pueblo". Frases similares se escucharon desde el inicio de la cumbre intercoreana, sobre todo en boca del mandatario del Sur, Kim Dae Jung, una suerte de Helmut Kohl por su voluntad de acercamiento. Existen necesidades económicas y hasta "personales" para la reunificación. Falta consolidar la voluntad política.


