Lágrimas y emoción en Ground Zero
Unas 10.000 personas asistieron a los actos en el cráter donde se erigían las Torres Gemelas; fuerte dispositivo de seguridad
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NUEVA YORK.- Lágrimas, sollozos y abrazos marcaron ayer la solemne ceremonia en la que, con gran dolor y emoción, Nueva York rindió homenaje a las 2801 personas que murieron en los ataques terroristas contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre del año último, y que dejaron una profunda herida en la ciudad.
Tomados de la mano, con fotos de sus seres queridos desaparecidos en alto y rostros compungidos, llenos de tristeza, más de diez mil familiares y amigos de los fallecidos en el derrumbe del World Trade Center llegaron temprano a Ground Zero para un acto en el que se leyeron los nombres de las víctimas y donde hubo minutos de silencio para recordar la hora exacta del impacto de sendos aviones contra las torres, así como la del colapso de los edificios.
El sol aún no se había asomado entre los rascacielos del sur de Manhattan cuando una multitud de gente esperaba ya sobre Broadway para ingresar en Ground Zero. Mujeres con saris indios, hombres de turbante, judíos ortodoxos con sombrero, jóvenes en bermudas, ancianas japonesas de blanco, gente de todas las razas, religiones y nacionalidades, como las víctimas.
"Ha sido el peor año de mi vida", dijo a LA NACION Terry Fangman, de Texas, que perdió a su hermano Robert, comisario de a bordo del vuelo 175 de United Airlines. "No se siente como un año; estuvimos todo este tiempo tan abrumados por la pérdida que no nos dimos cuenta de que pasaban los días", agregó, mientras sostenía un gran cartel con fotos de su hermano.
Los edificios que rodean el inmenso cráter que es hoy Ground Zero estaban adornados con banderas y un gigantesco cartel que decía: "El espíritu humano no se mide por el tamaño del acto, sino por el tamaño del corazón".
Seguridad en el aire
Louella Quigly contó que hacía rato que no miraba TV. Su hija Beth, de 22 años, trabajaba en la firma financiera Cantor Fitzgerald y murió, al igual que otros 657 empleados de la compañía. "¿Cuántas veces quiere uno ver cómo le asesinan a su hijo?", se quejó Louella, incrédula por la falta de sensibilidad de algunos canales.
Un par de helicópteros de la policía sobrevoló la zona poco antes de que arribaran las autoridades, encabezadas por el alcalde, Michael Bloomberg, junto con 290 gaiteros. Se vio a tres helicópteros artillados pasar a gran distancia: eran parte del gran dispositivo de seguridad puesto en marcha anteayer cuando la Casa Blanca aumentó el nivel de alerta de amarillo a naranja, de "alto riesgo".
"Nuevamente somos una nación en duelo", dijo Bloomberg. Sin más introducción, llamó a hacer un minuto de silencio a las 8.46, hora en que el primer avión chocó contra la torre norte. Mientras la ciudad entera callaba, por los aires, a gran altura, pasó invisible una aeronave que puso la piel de gallina. Luego, Bloomberg hizo subir al estrado al gobernador de Nueva York, George Pataki, que leyó el "Discurso de Gettysburg", de Abraham Lincoln, de 1863.
Fue el turno del ex alcalde Rudolph Giuliani, recibido con un aplauso, y a quien se le encargó leer los primeros 40 nombres de la lista de fallecidos. "Gordy Aamoth, Edelmiro Abad...", leyó Giuliani, convertido en héroe por su muestra de valentía, liderazgo y determinación tras los ataques.
"Daría cualquier cosa por volver a la mañana del 11 de septiembre y poder decirle cuánto valoro todo lo que ha hecho por mí -dijo ante el público Marianne Keane, hija de una de las víctimas-. Pero creo que él lo sabe ahora; a mis ojos, él murió como un héroe y, ¿qué más se puede pedir?", añadió, para ser aplaudida por el resto de los familiares.
"A mucha gente le hace bien saber que no está sola en su dolor y angustia, y así, en una ceremonia pública, es más fácil sobrellevar el sufrimiento interno", dijo, por su parte, el padre James Burke, que perdió a un amigo y dos miembros de su parroquia en Nueva Jersey.
Suelo sagrado
La lectura llevó dos horas, en turnos en los que alternaban familiares de las víctimas y algunas personalidades, como la senadora por Nueva York, Hillary Clinton; el secretario de Estado, Colin Powell, y el actor Robert de Niro, vecino del barrio.
Una vez finalizada la ceremonia formal, una marea de gente comenzó a bajar al fondo mismo de Ground Zero para depositar flores en el piso. Algunos recogían puñados de tierra del suelo y los guardaban en botellitas.
Otros armaban pequeños memoriales con piedritas del lugar, sobre los que colocaban flores, banderas y fotos de sus familiares muertos. Eran parte de las tantas familias que nunca recuperaron los cuerpos de sus seres queridos.
"Este es suelo sagrado para nosotros, no estamos listos aún para la reconstrucción acá. Y mucho menos para una réplica de las torres", dijo Delia Lamberty, prima del paramédico puertorriqueño Carlos Lillo, cuyos restos fueron identificados hace apenas una semana.
Rituales
Entre un mar de llantos y abrazos, las familias se abrazaban y se consolaban mientras un fuerte viento hacía volar el polvo. Algunos católicos rezaban, un par de monjes tibetanos entonaba un cántico por la paz, un grupo de judíos ortodoxos se arrodillaba frente a la foto de un joven.
Julia Hernández, una mexicana que perdió a su marido, besaba una estampita de la Virgen de Guadalupe. No muy lejos de allí, la familia de Kiran Kadaba, recién llegada de la India, colocaba agua del Ganges sobre la "tumba" de su hijo. Cada uno a su manera, en rituales muy distintos, expresó el mismo dolor.
Por la tarde, el presidente George W. Bush llegó a la ciudad para colocar una ofrenda floral y una placa en Ground Zero. Sin discursos, y acompañado por su esposa, Laura, Bush saludó y dialogó con varias familias. Los testimonios de valor y resistencia arrancaron más de una lágrima al mandatario.
Ya al atardecer, en el vecino Battery Park, el alcalde Bloomberg, con el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, y representantes de las 91 naciones que perdieron ciudadanos en los atentados, encendieron una llama eterna frente a "La Esfera", una estatua rescatada de los escombros de las torres.




