Los neonazis buscan revivir la revuelta antisistema
Las protestas comenzaron en Chemnitz, luego del asesinato de un alemán a manos de inmigrantes
PARÍS.- Los habitantes de Chemnitz creen estar asistiendo a una remake de los frecuentes huracanes de violencia que provocaban las fuerzas de choque SA (Sturmabteilung) en los preludios del nazismo. En los últimos días, la extrema derecha organizó varias manifestaciones en esa ciudad del land de Sajonia, en el este del país, provocando violentos enfrentamientos con la policía después de la muerte de un alemán de origen cubano, atribuida a dos inmigrantes árabes.
Desde hace meses, la ultraderecha hace campaña con el tema de los crímenes cometidos por extranjeros en Alemania, y acusa a la canciller Angela Merkel de ser responsable, por haber permitido el ingreso de más de un millón de solicitantes de asilo entre 2015 y 2016, originarios principalmente de Siria e Irak.
Esa estrategia de la tensión da buenos frutos electorales: la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) pisa en los sondeos los talones de la socialdemocracia, detrás de los conservadores de Merkel, para las elecciones regionales de Baviera y Hesse el mes próximo.
En resumen, once meses después de las elecciones legislativas nacionales de octubre pasado, que marcaron el ingreso de 94 diputados de extrema derecha al Bundestag (Parlamento), Alemania empieza a revivir horas sombrías de su historia que creía definitivamente enterradas hace 73 años.
En Chemnitz, los grupos ultras particularmente violentos siguen convocando a nuevas manifestaciones, haciendo oídos sordos a la condena pronunciada por la canciller alemana. Cada protesta corre el riesgo de ser aun más violenta que la anterior. La primera terminó con seis heridos. El lunes otra movilización que convocó a 6000 personas contra la llegada de migrantes desbordó en choques contra militantes antifascistas que provocaron una veintena de heridos, entre ellos dos policías.
"¡Extranjeros afuera!" y "¡Esta es nuestra ciudad!", gritaban los grupos de manifestantes, mientras enarbolaban banderas con consignas hostiles a los extranjeros y levantaban el brazo derecho haciendo el saludo nazi, prohibido en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
Como en una caldera a punto de estallar, la presión se acentuó cuando una organización cercana al AfD divulgó a través de internet la orden judicial de detención contra un iraquí, uno de los sospechosos del crimen que dio origen a los disturbios y a la ola de violencia. En el documento, en teoría reservado únicamente a la policía, figuran su nombre completo, fecha y lugar de nacimiento, su condición de desempleado, su dirección en Alemania, su fotografía y por supuesto su nacionalidad.
Eso y confesar la colusión de las fuerzas de policías y la Justicia de Sajonia con la extrema derecha fue prácticamente lo mismo. El jueves pasado un guardia de prisión, empleado del ministerio de Justicia sajón, reveló ser el autor de esa filtración: "Para que el público sepa lo que pasó", dijo a través de su abogado. Y acusó a los medios de "manipular" y a las autoridades de "mentir".
Enardecidas por esa publicación, las redes sociales emprendieron una auténtica cacería humana. Aunque Facebook obligó a eliminar esa ficha de la red, los datos y la foto s se viralizaron de celular en celular.
La ola de violencia que sacude a Chemnitz que ahora tiene 245.000 habitantes- muestra por un lado el crecimiento de los grupos más radicales de la ultraderecha alemana, que obtuvo allí 29% de votos en las últimas elecciones nacionales, y que en el último siglo estuvo sometida a todas las vicisitudes de la historia.
Después de la Primera Guerra Mundial la ciudad acogió un inmenso campo de prisioneros. En la época nazi, la empresa de automóviles Audi instaló una fábrica en la que trabajaban los detenidos de un cercano campo de concentración. En las cuatro décadas que vivió bajo dominación comunista, de 1953 hasta el referéndum de 1990, la ciudad perdió su nombre y fue rebautizada Karl Marx Stadt (Ciudad Karl Marx) en honor del autor de El Capital y de El manifiesto comunista.
Pero la violencia actual en Chemnitz revela, sobre todo, la fragilidad que subsiste en esas regiones de la ex República Democrática Alemana (RDA), 29 años después de la caída del Muro de Berlín.
"Cuando el Estado no es capaz de proteger, la gente sale a la calle y se defiende sola", sostuvo con oportunismo el diputado Markus Frohnmaier, de la ultraderecha AfD.
La influencia que han ganado los neonazis en esa región es tan grande que la ministra de Justicia, Katarina Barley recordó en el diario económico Handelsblatt que "uno de los principios del Estado de Derecho es la aplicación de la ley" y "no puede haber lugares donde esto no ocurra".
"El odio no puede tener vía libre en ninguna parte", declaró en forma más contundente el presidente Frank-Walter Steinmeier.
La actual situación desvela a los partidos democráticos alemanes. Todos se preguntan cómo actuar ante una ultraderecha que como le ocurrió hace casi un siglo a sus antecesores comenzó por tomar el control de la calle a través de la violencia y terminó por extender esa influencia a las mentes y corazones de una generación.
La chispa que prendió el fuego en Chemnitz
- Las revueltas comenzaron luego del asesinato, el domingo pasado, de un carpintero de Chemnitz de 35 años y después que la Justicia dictara orden de detención contra un sirio y un iraquí
- Ese mismo día los ultraderechistas instaron a la población a salir a protestar y hubo corridas contra las personas de piel más oscura. En los choques del lunes hubo 20 heridos
- Chemnitz, en Sajonia, que pertenecía a la exRDA, es uno de los bastiones de la ultraderecha. Sus líderes sacan provecho del sentimiento de inferioridad de los alemanes del este frente al oeste y la larga tradición de tener una población homogénea sin extranjeros
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