Mientras la contraofensiva ucraniana se recalienta, los aliados occidentales contienen la respiración
Tras 16 meses de guerra y decenas de miles de millones de dólares en asistencia militar, los aliados occidentales necesitan que las tropas de Kiev logren drásticos avances contra los rusos
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WASHINGTON.- Ucrania ya está librando su tan preanunciada contraofensiva contra el atrincherado ocupante ruso y tanto Kiev como sus aliados están expectantes de una rápida y significativa recuperación de territorio estratégicamente crucial: con menos que eso, Estados Unidos y sus aliados enfrentarán preguntas incómodas para las que todavía no tienen respuesta.
Después del flujo de decenas de miles de millones de dólares en avanzadas armas occidentales hacia Ucrania, “todo el mundo tiene la esperanza de ver un éxito arrollador”, declaró la semana pasada el secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, y agregó una nota de cautela: “Creo que la mayoría de la gente tiene una visión realista de lo que está pasando”.
Los gobiernos de Occidente dicen desconocer cuáles son exactamente los planes de Ucrania. Idealmente, señalan desde el Pentágono, los ucranianos aprovecharán los tanques recién recibidos y el entrenamiento que recibieron sus tropas en Europa para cortar el “puente terrestre” de Rusia entre las regiones ocupadas del este y el sur de Ucrania, o para tomar el control de las puertas de acceso terrestre y marítima a la península de Crimea. Si lo consiguieran, habrán roto el actual relato de una guerra estancada y lograrán acallar cualquier reclamo de reconsiderar la actual estrategia bélica.
La Casa Blanca prefiere no decir qué sería exactamente un éxito significativo de Ucrania contra las formidables defensas rusas, pero es mucho lo que está en juego para el presidente Joe Biden.
Biden se encamina a lanzar su campaña de reelección y necesita una gran victoria militar para demostrar que su incondicional apoyo a Ucrania ha sacado lustre al liderazgo global de Estados Unidos, con apoyo de ambos partidos mayoritarios para una política exterior contundente, y que ha demostrado un prudente uso del poderío militar norteamericano en el extranjero.
Los aliados en la OTAN han abrazado plenamente los argumentos de Biden. “Que nadie lo ponga en duda: el liderazgo y los recursos de Estados Unidos son una contribución decisiva”, dijo el jueves el primer ministro británico, Rishi Sunak, en una conferencia de prensa que dio junto a Biden durante su visita oficial a Washington.
Biden, Sunak y los líderes de los más de 50 países que respaldan a Ucrania han encuadrado su apoyo como parte de una batalla apocalíptica por el futuro de la democracia y el Estado de derecho contra la autocracia y la agresión que Occidente no puede darse el lujo de perder.
“Le pido a la gente que imagine lo que sucedería si no estuviéramos apoyando a Ucrania”, dijo Biden junto a Sunak. “¿Creen que Rusia se habría conformado con la toma de Kiev? ¿Creen que se habría detenido ahí? Yo creo que no”. Y China, un socio de Rusia que tiene su propia agenda de predominio mundial, observa todo atentamente, advirtieron Biden y otros mandatarios.
En Washington, los meses de expectativa y de espera por la contraofensiva de Kiev terminaron eclipsando las críticas de quienes dicen que enviar miles de millones de dólares a Ucrania es un exceso en momentos de incertidumbre económica interna en Estados Unidos. Otros argumentan que la lentitud de los envíos y la negativa de la Casa Blanca a suministrar misiles de largo alcance y aviones de combate privaron a Ucrania de las herramientas que necesitaba para imponerse.
Sea poco o mucho, si Kiev no logra recuperar una porción significativa de territorio en las próximas semanas, ambos bandos tendrán munición retórica gruesa para tirarse.
Lo cierto es que incluso ese suministro a paso lento mermó seriamente el arsenal de los países aliados, un problema particularmente peligroso en medio del creciente redoble de tambores de China y la posibilidad de que la contraofensiva de Ucrania sea menos decisiva que lo deseado.
Los expertos y los funcionarios del Pentágono dicen que el apoyo a la guerra dejó expuestas las demoras en la fabricación de material de defensa, producto de prácticas arraigadas de desarrollo y compra de armas, sumado al déficit de líneas de suministro y mano de obra que se exacerbó por la pandemia.
Un resultado ambiguo o con avances acotados de Ucrania llevaría agua al molino de los críticos y terminaría de embarrar el debate en el seno de la OTAN y la Unión Europea sobre la postura a tomar con Ucrania y Rusia en el futuro. Cualquier éxito que no sea “abrumador” probablemente también aumentaría la presión en Occidente para que fuerce a Kiev a negociar un acuerdo territorial que podría no gustarle.
“El colectivo occidental debe decidir lo que quiere”, dice Daria Kaleniuk, CEO del Centro de Acción Anticorrupción de Ucrania y miembro del consejo de supervisión pública de la Oficina Nacional Anticorrupción de ese país. “Ucrania sí sabe lo que quiere”.
¿El carnet de ingreso a la OTAN como premio?
Y lo que Ucrania quiere es recuperar todo su territorio ocupado, incluida Crimea y la región oriental de Donbass, tomadas por primera vez en 2014, y todo lo demás que Rusia ocupó desde su invasión de febrero de 2022. El gobierno del presidente Volodimir Zelensky quiere para su país una membresía plena en las instituciones occidentales, como una forma de frustrar la agresión rusa de manera permanente, y no solo como una recompensa por haber repelido la invasión.
“No hay posibilidad de que Ucrania sobreviva si no se integra a la OTAN”, dice Kaleniuk, haciéndose eco del punto de vista del gobierno de Zelensky.
Lo que ocurra en el campo de batalla en las próximas semanas impactará y mucho en las discusiones de los líderes occidentales en la cumbre de la OTAN que se celebrará en julio en Vilna, capital de Lituania. Aunque unidos en su rechazo a la invasión y en su apoyo a la soberanía de Ucrania, los gobiernos de Occidente tienen puntos de vista divergentes sobre la incorporación de Ucrania a la alianza atlántica.
El gobierno de Biden pide moderación sobre el eventual crecimiento de la OTAN y esquiva cualquier mención a una posible negociación de paz con Rusia. El jueves pasado, tras asegurar que el apoyo de Estados Unidos a las necesidades económicas y de defensa de Kiev es inquebrantable y que los intentos de Vladimir Putin por borrar a Ucrania del mapa “ya fracasaron”, el secretario de Estado, Antony Blinken, señaló que en cuanto a poner fin a la guerra, “todavía queda por determinar qué significa exactamente eso y bajo qué condiciones y cuándo se va a dar.”
Sin embargo, y aunque la Casa Blanca insiste en que no ve señales de que Putin tenga previsto armas nucleares, la guerra sigue escalando sostenida y rápidamente desde ambos bandos.
“Veremos lo que pasa”
La contraofensiva ya comenzó, aunque no está claro si los dispersos ataques ucranianos, principalmente en el este y el sudeste, marcan la línea principal de la ofensiva o son solo escaramuzas para distraer la atención de Moscú y desviar sus recursos bélicos del gran premio, situado más al sur.
“Me gustaría que los líderes ucranianos expliquen exactamente en qué punto se encuentran de la preparación y ejecución de la ofensiva planificada”, dijo Austin. A pesar de sus fortificaciones, “los rusos tienen que defenderse en un área bastante grande, y probablemente no sean tan fuertes en todos los lugares al mismo tiempo, así que les corresponde a los ucranianos encontrar esos puntos débiles que puedan aprovechar y explotar”, dijo. “Veremos lo que pasa”.
“Le recuerdo a la gente que en nada de esto hay certezas, así que tenemos que estar preparados para seguir apoyando a Ucrania durante el tiempo que sea necesario”, dijo Austin otro día la semana pasada.
Pero “el tiempo que sea necesario” significa cosas diferentes para cada uno de los países donantes. Por eso, para continuar con el nivel actual de apoyo o incluso incrementarlo, tranquilizar a la opinión pública y política interna, o incluso convencer a Putin de que reconsidere sus objetivos, los gobiernos de Occidente necesitan que el avance de Ucrania en el terreno realmente parezca el comienzo de un camino a la victoria.
Karen DeYoung
Traducción de Jaime Arrambide
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