“No pasarán”: llegó diciembre y las calles de Madrid son un caos
Ante las grandes masas de gente en esta época del año, la alcaldesa dispuso una norma inédita: calles de sentido único peatonal
MADRID.- Para la generación de cincuenta y pico, el “no pasarán” resuena de inmediato a la determinación de un bando en guerra.
Para la historia reciente y durante el feroz asedio de Madrid en la guerra civil, el “no pasarán” evoca a Dolores Ibárruri, conocida como “La Pasionaria”.
La cofundadora del Partido Comunista Español usó por entonces aquel latigazo oral de dos palabras como un llamado a impedir el avance del banco nacional. Ya se sabe: las cosas no fueron así y los nacionales no sólo pasaron sino que se quedaron y un buen tiempo. Pero eso es otra historia.
Desprovista del dolor y sangre con que se amasó, la frase –el “no pasarán”- se imprimió y reimprimió en remeras, lonas de playa, ceniceros, bolsos y hasta imanes para heladeras. Toda una línea de souvenirs que el marketing produjo a lo largo de los años.
Tras todas esas volteretas, el “no pasarán” vuelve a la villa donde se hizo carne de cañón pero, esta vez, inofensivo, enojoso y molesto. Reducido apenas a una idea de emergencia contra las aglomeraciones que invaden el centro de esta ciudad durante la época de fiestas.
Vivir en el centro de Madrid durante el mes de diciembre es como residir en una permanente salida de un estadio de fútbol. En el desalojo de un concierto. Masas y masas de gente que avanzan cargadas de bolsas y paquetes. Que llegan con cochecitos. Que no escuchan porque van con auriculares. Que no ven porque el de adelante te tapa.
Los locales ni se acercan, de puro espanto, pero los visitantes no se lo pierden. ¡Todo por llegar a la Puerta del Sol! La cosa ha ido en aumento de diciembre en diciembre al extremo que este año, la alcaldesa Manuela Carmena dispuso lo que nunca: calles de sentido único peatonal.
Esto es: en determinados momentos, en dos de las principales calles del centro madrileño sólo se puede caminar en un sentido. No hay “ida y vuelta” por las populares calles de Preciados y del Carmen, en su tramo entre las céntricas Puerta del Sol y Callao.
“O vamos todos para el mismo lado o no vamos, porque para ir y volver, no cabemos”, sintetizó un vecino. Hasta ahora la medida, polémica como pocas, sólo se aplica en esas dos arterias. Pero es posible que pronto le sigan otras.
La valiente Carmena es de izquierda. Sorprendió al desplazar al Partido Popular (PP), el sempiterno ganador madrileño, en las elecciones de 2015. Su vida no es fácil porque ella gobierna en la ciudad pero el PP en la comunidad en la que ésta se asienta. Una cohabitación con la que se arregla bien.
Es conocida por la controversia y la audacia de sus medidas. No se anda con medias tintas. Últimamente y a causa de la contaminación que padece la ciudad, ha cargado contra el acceso de automóviles al centro.
Ahora, contra la circulación peatonal en doble sentido en las calles atestadas de visitantes. Es un retorno al check point policial que hace que, a veces, para ir hacia un portal que está a solo un par de metros, haya quedar una vuelta de varias cuadras.
Los humoristas están de parabienes. Los de derecha dicen que esto ocurre porque la comunista Carmena lleva el “no pasarán” en los genes. Los críticos, que esto es empujar a la gente como rebaños de ovejas. Los ecologistas, en tanto, aplauden hasta con las orejas.
Típico de Madrid, donde la discusión es deporte nacional. Mientras tanto, si van por el centro, ¡cuidado!: ir contra la corriente está prohibido.
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