Piñera, el millonario que quiere reformar el legado de Bachelet
SANTIAGO, CHILE.- Pocas veces Sebastián Piñera deja que otros adviertan sus emociones, pero últimamente está más sensible. Llora con la música, al ver películas y ya no se reprime, no esconde lo que siente. "Mi mayor miedo es la soledad. No podría vivir solo, ser un ermitaño. A la muerte no le tengo miedo. Mucho más miedo le tengo a la soledad", dijo en un manifiesto que publicó el diario La Tercera, en un rito que repiten todos los candidatos en la víspera de cada elección.
En el mismo documento, el ex jefe de Estado contó recuerdos inéditos de su niñez, como cuando vivía en Nueva York y su madre lo sacaba junto a sus hermanos "a pasear como perritos", amarrados con correas. "Teníamos cinco metros de libertad", recordó Piñera, en un tono muy distinto al del político monótono que repite los eslóganes que le dictan sus asesores.
Aunque no estaba amarrado, cuando fue presidente de Chile entre 2010 y 2014 reconoció que a veces se sofocaba cuando le daban órdenes y que por eso se salía del protocolo. En sus discursos, confundió nombres de poetas, de filósofos, cambió el fondo de algunas efemérides en la historia, fumó un cigarro en un lugar sagrado en Japón y firmó un libro de visitas en Alemania con un saludo que luego tuvieron que borrar porque era la frase con la que empezaba el antiguo himno nazi. Esos bochornos son recordados como "piñericosas".
Si hay algo que el candidato dice que faltó en su gobierno es que lo quisieran más. Con un pasado forjado en el mundo empresarial, no era precisamente alguien cercano y sus amores no estaban en la calle. Poco lo ayudó el levantamiento de los universitarios en 2011, uno de los grandes conflictos sociales que tuvo que enfrentar. Los otros fueron de carácter ambiental o relacionados con el asunto mapuche.
Tampoco sirvió mucho que en el pasado hubiera votado contra la dictadura de Pinochet y que en 1998 lo hubiera apoyado públicamente cuando lo detuvieron en Londres. Esa dualidad no es bien vista y Piñera la mantiene también en el fútbol, porque es hincha de dos clubes: Universidad Católica y Colo Colo. De este último fue dueño, igual que de otras grandes compañías, como Lan y Chilevisión. De todas tuvo que desprenderse cuando asumió en 2010.
Deudas
Mientras gobernó, Piñera sorprendió por su capacidad de trabajo (dormía en promedio cinco horas diarias) y dispuso la llamada "filosofía 24/7", el Estado a disposición de la ciudadanía las 24 horas los siete días. Sin embargo, dejó cuestiones pendientes y una en especial lo empujó a volverse a postular al cargo: inscribirse en la historia como el hombre que abrió el camino para que Chile llegue al club de los países desarrollados. Su promesa de campaña es conseguirlo en ocho años. Para lograrlo dentro de los márgenes del libre mercado, tendrá que frenar las reformas de Bachelet, en especial la gratuidad de la educación y los tributos a las empresas. Si la actual presidenta impulsó la escuela y la universidad gratuitas, Piñera tiene como paradigma que "todo en la vida tiene su precio" y no seguirá avanzando en ellas. También dijo que rebajará el impuesto a las empresas para incentivar el crecimiento.
Piñera tuvo en su anterior gobierno un promedio del 40% de aprobación, según la encuesta Adimark, y al dejar el cargo creó una fundación para mantener vivos hitos como el rescate de los 33 mineros de Atacama o la extensión de la licencia de maternidad por seis meses. Economista, casado, de 67 años, con cuatro hijos, fanático de sus nietos y con un patrimonio de 2800 millones de dólares según la revista Forbes, Piñera veraneó por muchos años en el lago Caburgua, el mismo donde tiene una casa Bachelet. De hecho, hay fotos de los dos tocando la guitarra junto a Miguel "Negro" Piñera, el hermano bohemio del ex presidente.
Las mayores complicaciones las tuvo cuando sus negocios se cruzaron con la política. De hecho, a Piñera suelen recordarle la vez que, en 1982, fue declarado reo por un caso de fraude en el Banco de Talca, donde era gerente general. Sus últimos líos conocidos fueron la inversión de su empresa familiar en una pesquera peruana mientras Chile y Perú mantenían un diferendo marítimo en La Haya (fue sobreseído); cuando se descubrió que sus sociedades mantenían cuentas en paraísos fiscales, y cuando se conoció que en los '90 adquirió "empresas zombi", compañías con grandes pérdidas y financieramente muertas a las que se usaba para declarar menos utilidades, con el consiguiente ahorro de impuestos. Piñera siempre dijo que no hubo nada ilegal.
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