Robo de combustible: los posibles motivos de la infernal explosión en México
La explosión de un ducto de gasolina de la empresa estatal Pemex en la localidad mexicana de Tlahuelilpan, en el estado de Hidalgo mientras centenas de personas robaban combustible y las dantescas imágenes de las llamas provocadas por el estallido, que hasta ahora ha dejado unas 89 víctimas fatales, sigue siendo un hecho que genera asombro y conmoción alrededor del mundo.
Sin embargo, si se tiene en cuenta que la práctica de robo de gasolina es frecuente en México, la pregunta que queda flotando en el aire es por qué esta vez la extracción ilegal terminó de una manera tan trágica.
Para tener una idea, en el año 2017 las autoridades de Hidalgo, departamento donde ocurrió la tragedia, habían ubicado 1064 tomas clandestinas. Al año siguiente fueron 1726. En todo el país se registraron durante 2018 un total de 12.581, lo que marcó un récord histórico para esta práctica clandestina.
Pese a esto, las explosiones durante este tipo de prácticas son muy poco frecuentes, y mucho menos con la magnitud de la del pasado viernes.
Las causas de la explosión
Según informó un experto en operaciones y seguridad de hidrocarburos a LA NACION, la explosión pudo haberse producido por la gran cantidad de vapor desprendido del combustible que había en el aire.
No hacía falta fuego para comenzar el incendio en esas condiciones. Este vapor se pudo haber encendido con cualquier mínima chispa, incluso la descarga producida por la estática del roce de dos remeras. "Esa mínima descarga pudo iniciar una ignición violenta", aseguró una fuente relacionada a una compañía de servicios petroleros local.
El derrame de combustible que había en el lugar en el momento de la tragedia era muy grande, y ya de por sí, en contacto con la temperatura ambiente, la gasolina genera vapores que en contacto con el oxígeno se transforman en un potencial gas explosivo. "Imaginate si tirás sobre el asfalto caliente un balde de gasolina y lo mirás de costado, vas a ver todo el vapor que sale", graficó un especialista.
Al ser más extensa la superficie del combustible derramado, como fue el caso de Tlahuelilpan, también es más alto el volumen del gas que emana. Esto marca la diferencia con otras tomas ilegales, que al ser más pequeñas generan menos gases, explicaron los especialistas.
"Con la cantidad de litros de la zanja que contenía el combustible y la temperatura ambiente, la nube de vapores debe haber tenido kilómetros -aseguró una fuente consultada, con larga trayectoria en el rubro petrolero-, en cualquier momento se podía producir la ignición".
Así como el roce de dos remeras pueden producir efecto estático -como cuando se le da la mano a alguien o se toca un metal y se siente electricidad-, también el disparador del incendio puede haber sido algunos de los recipientes usados para recoger el combustible.
Cuando se toma el combustible en un balde de plástico, por ejemplo, puede producirse un fenómeno llamado "diferencia de potencial", que, sin dispositivos de seguridad como descargas a tierra, es capaz de generar una chispa que, a pesar de no ser visible, puede ocasionar una tragedia.
Finalmente, otra de los posibles causales del incendio fueron los vehículos que podían encontrarse en los alrededores de la zanja inundada de gasolina. Especialmente, si el auto está en marcha, los vapores pueden ingresar en él por el filtro de aire y "hacer combustión" dentro de los cilindros donde se producen pequeñas explosiones.
La tragedia con estos vapores de la gasolina es que cuando comienza el incendio "se prende todo". Y las personas que estaban en el lugar tenían el gas alrededor, pero también metido entre la ropa y el cuerpo, de modo que cuando se produce la ignición, es prácticamente imposible escapar del efecto devastador de las llamas.
El huachicoleo
La tragedia se produjo en el marco de lo que en México se conoce como "huachicoleo", o robo de combustible, que es una maniobra lamentablemente habitual en aquel país, a pesar de los esfuerzos realizados en el último tiempo para acabar con esta práctica ilegal por parte del flamante presidente Andrés Manuel López Obrador.
El primer mandatario mexicano había anunciado a principios de enero el cierre parcial de varios ductos, todos pertenecientes a la compañía petrolera estatal Pemex, para terminar con el saqueo de combustible, lo que generó en el país algunos problemas de abastecimiento.
En ese contexto, en el anochecer del viernes pasado, unas 600 personas sacaban ilegalmente gasolina de una toma clandestina en el ducto Tuxpan-Tula, a la altura del municipio de Tlahuelilpan, a 100 kilómetros de la ciudad de México, cuando se produjo la explosión.
Allí se habían dirigido los vecinos de la localidad mencionada, que tiene unos 20.000 habitantes, con baldes, botellas, y todo tipo de recipientes para acumular el preciado líquido. Familias enteras recolectaban gasolina y el flujo de salida del combustible se convirtió en un momento en una especie de geiser de seis metros de alto. El lugar se convirtió de esta manera en un enorme charco.
El olor a combustible se hacía cada vez más fuerte e incluso algunos testigos cuentan que muchas personas comenzaban a marearse o mostrar signos de intoxicación. Si bien había militares apostados alrededor de la toma, aparentemente no pudieron hacer nada para evitar el saqueo, y que terminó de la peor manera.
Colaboración de Ivanna Zanella
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