Tanzania: maldiciones, caza furtiva y pobreza en el paraíso del safari
Una manada de elefantes se refresca del sol punzante de mediodía a orillas del lago Manyara; un búfalo espanta una y otra vez con su cola las moscas que se posan sobre su lomo; una leona escondida entre los pastizales prepara cada músculo de su cuerpo para atacar a su próxima presa; son algunas de las escenas típicas de un día cualquiera en el Valle del Gran Rift, en el norte de Tanzania, y que cada año es visitado por más de 1,2 millones de turistas de todo el mundo.
Tierra de baobabs, gigantescas esculturas vivientes llamadas "árboles mágicos o de la vida" por los africanos, el magnífico parque nacional del Serengeti está cubierto de pastizales amarillos, que a cierta hora de la tarde se asemejan a un mar dorado. Los cinco grandes animales del parque, así llamados por los cazadores desde hace años, son el león, el leopardo, el elefante, el rinoceronte y el búfalo cafre.
Este parque es uno de los santuarios de vida silvestre del mundo y durante todo el año ofrece a sus visitantes el espectáculo más grande de la vida animal: la migración de ñus, cebras y gacelas. Las manadas pueden llegar a ocupar más de diez kilómetros de longitud y son seguidos de cerca por los depredadores.
Además de ser un manantial de vida salvaje, Tanzania también cuenta con otras maravillas naturales como el monte Kilimanjaro, el más alto de África, el lago Victoria, el mayor del continente y el segundo de agua dulce más grande del mundo, y playas de arena blanca en la isla de Zanzíbar. Pero en Tanzania, aunque el sol brilla casi todo el año, se esconden historias oscuras, que atormentan a la población nativa y que pueden ahuyentar hasta a los más aventureros turistas.
La maldición de los albinos
Para Josephat Torner haber nacido con la piel blanca es una maldición. Él es uno de los 270.000 albinos que viven en Tanzania, cuya tasa de natalidad de personas que padecen este trastorno genético es la más alta del continente. El albinismo causa una discapacidad visual compleja y elimina las defensas naturales contra al daño solar, aumentando los riesgos de cáncer de piel, especialmente para aquellos que viven en países cálidos. Las personas con albinismo en Tanzania tienen una esperanza de vida de entre 30 y 40 años.
Torner trabaja desde hace años para concientizar sobre el sufrimiento de las personas con albinismo en África, donde no solo combaten el cáncer, sino también la discriminación y la persecución.
"Si naciste en Tanzania con esta condición es como si fueras un fantasma, no eres un ser humano. Cuando nací, mi madre fue aconsejada para envenenarme porque en ese momento yo era una maldición", dice Torner de 38 años a LA NACION, quien llegó sano a su edad gracias a las precauciones que toma para cuidarse del sol.
En muchos países africanos, la persecución de las personas con albinismo se debe a la creencia contradictoria de que poseer un cuerpo albino le traerá suerte y fortuna, mientras que un bebé albino traerá una maldición y mala suerte a la familia donde nace. Debido a esta idea, las personas con albinismo no solo son estigmatizadas y discriminadas, sino que también son cazadas, asesinadas y desmembradas, e incluso sus tumbas son excavadas en la búsqueda de huesos y cualquier resto de partes del cuerpo.
"Dicen los mitos que si uno posee alguna parte del cuerpo de un albino, se volverá rico. Entonces las personas comenzaron a cazarnos como si fuéramos animales. Las personas empezaron a mutilarnos porque querían ser ricos", se lamenta el tanzano de piel blanca, quién además cuenta que existe un mercado negro de venta de partes del cuerpo de personas con albinismo en donde una pierna puede llegar a costar más de 2000 dólares.
En los últimos 10 años, se han llevado a cabo innumerables ataques, la mayoría de los cuales no se denuncian, ya que ocurren en áreas remotas en la noche. Según Amnistía Internacional, se registraron 11 ataques y 73 secuestros desde 2011. Como consecuencia, muchos niños con albinismo en la región del lago Victoria dejaron de asistir a las escuelas debido a sus temores de ser secuestrados y asesinados.
"Un niño albino tanzano me dijo que en época de lluvia no iba al colegio, porque los pastizales crecen mucho", cuenta José María Márquez, director de África Directo. "Si alguien le amputaba un brazo con los pastizales altos, iba a morir desangrado sin que nadie lo viera", explica el responsable de esta ONG española que ayuda a las personas con albinismo en África a superar la discriminación, a menudo mortal, a través de la educación.
El Gobierno de Tanzania prohibió la brujería en 2015, ante el temor de que las elecciones generales de ese año desencadenaran una ola de violencia contra personas albinas, a quienes se atribuyen poderes como el de dar ventaja a unos candidatos sobre otros. A pesar de la medida, los ataques continúan, pero con una menor frecuencia.
Actualmente, Tanzania cuenta con 28 refugios administrados por el gobierno para niños con albinismo. Sin embargo, estos niños están separados de sus familias -a veces los mismos familiares están involucrados en delitos- y la falta de higiene en los refugios hace que las condiciones de vida sean a menudo desalentadoras.
Turismo de caza y eco-turismo
Pero los albinos no son los únicos que corren peligro en Tanzania. Durante siglos, el noreste del país también ha sido el hogar de los Maasai, pastores seminómadas que mueven su ganado al ritmo de las estaciones, en busca de comida. Los Maasai, un pueblo de antiguos guerreros feroces, conocidos por sus figuras altas y delgadas, sus danzas saltarinas, sus brillantes chales y rosarios de colores, fueron una vez tan ricos como la tierra que los sustentaba.
Los Maasai, quienes viven en poblados denominados bomas, compuestos por pequeñas construcciones unifamiliares hechas con barro, ramas y estiércol, han resistido enfermedades y sequías, pero las amenazas más graves que enfrentaron en los últimos 75 años, según un informe del Oakland Institute, fueron las leyes de conservación y, más recientemente, el turismo de caza.
A partir de mediados del siglo XX, una serie de leyes de tierras y vida silvestre destinadas a la conservación en el norte de Tanzania empujó a los Maasai a abandonar grandes extensiones de sus tierras tradicionales, incluido el actual Parque Nacional del Serengeti, creando un mapa de confinamiento que es tan asfixiante y extraño para ellos como un zoológico para un león.
Inicialmente, a los Maasai se les ofrecieron concesiones, pero durante el último medio siglo, continuaron enfrentándose a numerosos desalojos incluso de estas regiones, mientras que otras leyes recortaron sus derechos de pastar el ganado y cultivar huertos de subsistencia, lo que significó para muchos renunciar a su modo de vida.
"Nosotros no éramos agricultores tradicionalmente, pero debido a las leyes del gobierno que restringieron nuestra capacidad de pastoreo, tuvimos que adaptarnos. De a poco se pierden nuestras costumbres. Me entristece el mensaje que les dejamos a las futuras generaciones: destruir a las comunidades que cuidan del medio ambiente", dice a LA NACION Emmanuel Bayo, un miembro de la comunidad Maasai en Ngorongoro.
En los últimos años, el boom del eco-turismo y el turismo de caza, practicado principalmente por la familia real de Emiratos Árabes Unidos, limitaron aún más las tierras habitadas por los Maasai. Dos empresas de turismo en Loliondo tuvieron un impacto particularmente negativo en la comunidad Maasai - Tanzania Conservation Limited (TCL) y la Corporación Empresarial Ortello (OBC), con sede en los Emiratos Árabes-, cuando compraron en conjunto más de 400.000 hectáreas de tierra maasai sin su consentimiento, agravando los desalojos y recortando aún más las áreas de pastoreo.
Pobreza y enfermedades
A pesar de contar con importantes recursos naturales y un flujo considerable de turistas, gran parte de la población en Tanzania vive en condiciones de pobreza extrema, principalmente la población que habita en áreas rurales.
Desde su independencia del Reino Unido en 1961,Tanzania ha disfrutado de estabilidad política y paz. Sin embargo, estas ventajas no se reflejan en un mejor nivel de vida para la mayoría de la población. Tanzania ocupa el puesto número 159 en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Resultados relativamente buenos en cuanto a la expectativa de vida, la alfabetización de adultos y los indicadores de escolarización compensan un PBI per cápita de apenas 744 dólares.
Según Oxfam Internacional, las probabilidades de alcanzar los objetivos de reducción de pobreza para Tanzania establecidos en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio son escasas: aunque las tasas de crecimiento económico han aumentado desde el año 2000, los niveles de pobreza siguen siendo altos. En 2007, el 33% de la población vivía por debajo del umbral de pobreza de las necesidades básicas, es decir, una disminución de solo un 2,5% en siete años. La brecha entre personas ricas y pobres va en aumento a medida que los beneficios del crecimiento van a para a los sectores más ricos de la sociedad.
La pobreza impacta de manera negativa en las condiciones de vida de los jóvenes tanzanos y, en particular, en su derecho a la alimentación. Un número considerable de ellos sufre malnutrición y más del 70% padece algún grado de anemia severa.
Además, la malaria y el VIH coexisten en la mayor parte del África subsahariana, región donde se ubica Tanzania. En el país, las nuevas infecciones por el VIH se redujeron un 18% entre 2010 y 2016, hasta alcanzar la cifra de aproximadamente 55 000 nuevas infecciones en 2016. Sin embargo, aunque los avances son constantes, ONU SIDA dijo en un informe que es necesario que el país haga más por poner fin a las nuevas infecciones por el VIH, especialmente entre las adolescentes y las jóvenes, entre las que se produjeron aproximadamente 18.000 de las nuevas infecciones por el VIH en 2016, y entre las poblaciones con un mayor riesgo de infección por el VIH.
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