Tiroteo en Florida: Trump escuchó el dolor de los estudiantes y analiza darles armas a los maestros
WASHINGTON.- La voz de los estudiantes que exigen cortar la epidemia de violencia armada que azota a Estados Unidos resonó dentro de la Casa Blanca. Ante un movimiento que se fortalece, el presidente Donald Trump escuchó cara a cara el dolor, la bronca y el reclamo de jóvenes, padres de víctimas y maestros por frenar las matanzas.
"No sé cómo voy a pisar ese lugar de nuevo, o ir a un parque o caminar a cualquier lado", dijo, con voz quebrada, Samuel Zeif, sobreviviente de la masacre de Stoneman Douglas, uno de los jóvenes que viajaron a Washington a reunirse con el presidente. "Cumplí 18 años el día siguiente, me desperté con la noticia de que mi mejor amigo estaba muerto, y no entiendo -continuó, ya sin contener el llanto- cómo puedo entrar a una tienda y comprar un arma de guerra".
Fue uno de los momentos más fuertes que dejó el encuentro de una hora, cargado de testimonios durísimos. De cara a la realidad de los tiroteos, Trump prometió reforzar los controles de antecedentes en las ventas de armas, pero, también, flotó la idea de armar a los maestros en las aulas del país, una alternativa que, ahí mismo, generó rechazos y adhesiones. El primero en abrir esa posibilidad fue el padre de una estudiante, después de que Trump pidió recomendaciones para frenar los tiroteos.
"Mucha gente está hablando de eso", le respondió luego Trump. "Un ataque ha durado, en promedio, tres minutos. Toma de cinco a ocho minutos para que la respuesta, la policía llegue, entonces el ataque ha terminado. Si uno tuviera un maestro adepto a las armas de fuego, bien podría terminar el ataque muy rápidamente", agregó.
Trump ensayó un sondeo en la sala, al preguntarle a la gente si le gustaba o desagradaba la idea. Algunos invitados levantaron la mano. El rechazo pareció cosechar más votos que las adhesiones, y hubo maestros presentes que mostraron sus reparos.
"Me opongo a tener a un maestro con un arma en el edificio. Los profesores son emocionales, la gente es emocional. Creo que eso es un factor enorme", dijo Brandon Thompson, quien trabaja en una escuela con detectores de metales, obligatorios en Washington. Abogó por tener "puntos de control" en los ingresos a los colegios.
Otras de las voces en contra fue la de Mark Barden, padre de una las víctimas del tiroteo en la escuela elementaria Sandy Hook, en Newtown. Citó a su esposa, maestra.
"Ella diría que los maestros tienen más que suficientes responsabilidades ahora como para tener la increíble responsabilidad de tener la fuerza letal para tomar una vida", afirmó. Un puñado de personas aplaudieron. "Nadie quiere ver un tiroteo en una escuela, y a un sociópata descarriado en camino de cometer un acto de asesinato en una escuela sabiendo que se va a suicidar no le va a importar que haya alguien con un arma. Ese es su plan de todos modos", indicó.
Desde muy temprano, la voz de los estudiantes había resonado también en Florida y en las calles de Washington. Cientos de jóvenes viajaron en subte desde los suburbios para marchar al Capitolio y luego a la Casa Blanca. En todos los lugares el desafío al poder político fue directo y frontal.
"Vengo porque nuestro derecho a ir seguros a la escuela es más importante que el de alguien más a tener armas", dijo a la nacion Olivia Juliano, 18 años, quien iba acompañada de dos amigas y llevaba un cartel que decía: "La paz es más barata".
"Esperamos que los legisladores se den cuenta de lo serio de la situación -continuó-, y si no prohíben las armas, que por lo menos pongan leyes más duras".
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