
Tres destinos trágicos que impulsaron cambios legales
Además del de Schiavo, otros dos casos revolucionaron las leyes
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NUEVA YORK.- Primero fue el caso de Karen Ann Quinlan. Luego el de Nancy Cruzan. Y ahora el de Terri Schiavo.
En cada uno de ellos, una joven mujer quedó en una prisión atroz entre la vida y la muerte después de una desgracia personal: una mezcla fatídica de alcohol y tranquilizantes; un accidente automovilístico; y un colapso en su propia casa y una descompensación cardíaca, acaso debido a un exceso de comida.
En los últimos 30 años, sus respectivas tragedias no sólo captaron la atención y la compasión de los Estados Unidos, sino que generaron nuevas leyes y prácticas médicas y, en última instancia, cambios en los criterios que la sociedad norteamericana tiene frente a la muerte.
Ahora cada uno de los estados reconoce el derecho legal de una persona a definir por su cuenta hasta dónde quiere proseguir con el cuidado médico si su enfermedad se agrava en grado sumo y en qué momento se debe poner límites a la situación. Muchos médicos advierten a sus pacientes más ancianos y gravemente enfermos acerca de cómo podrían terminar sus días. "Esa es la clase de revolución que necesitamos en el largo plazo. Algunos pacientes la comparan con la planificación de una boda. Esto es lo que queremos que suceda, y cuándo y por qué", afirmó la doctora Joanne Lynn, directora del Asilo para Estudios de Cuidados Paliativos, de Washington.
En 1975, Karen Ann Quinlan entró en coma después de mezclar alcohol con un Valium en una fiesta. Los padres de la joven de 21 años, oriunda de Nueva Jersey, recurrieron a la Justicia para obtener el derecho de retirarle el respirador que la mantenía con vida. Se le quitó el apoyo vital en 1976; Karen vivió hasta 1985, pero nunca logró salir de su estado de coma.
En 1990, los padres de Nancy Cruzan llegaron hasta la Corte Suprema en su lucha para dejar morir a su hija. Nancy tenía 25 años cuando, en un accidente vial en el estado de Missouri, fue despedida del automóvil y sufrió una lesión cerebral.
La decisión del máximo tribunal abrió una causa para que los padres de Nancy demostraran el deseo de su hija de no vivir en un "estado vegetativo". Un tribunal estatal coincidió con el argumento de los padres; Nancy murió pocas semanas después de que le retiraran el apoyo vital.
Terri Schiavo ha estado sometida a cuidados médicos desde que su corazón dejó de latir y entró en colapso en su casa de Florida, en 1990, con el cerebro dañado por la falta de oxígeno, a los 26 años. Su esposo comenzó en 1998 a solicitar la remoción del tubo que la alimentaba, pero los padres de Terry se opusieron.
El caso de Karen Ann Quinlan intensificó un movimiento en franco desarrollo para permitir que los pacientes plasmaran su propio cuidado intensivo, en lugar de una comunidad médica que defendía la vida a toda costa.
Su esfuerzo adoptó la forma de un testamento en vida, un documento que apunta a decir a la familia, a los médicos y a otras personas que dispensan cuidados hasta dónde ir para mantener vivo a los pacientes, cuando éstos no pueden comunicar lo que piensan o sienten. Actualmente, los 50 estados norteamericanos autorizan alguna forma de testamento en vida.
El caso de Cruzan, por intermedio del máximo tribunal de la nación, atesoró la idea de que a una persona se le podía permitir morir, si había evidencias de que eso era lo que él o ella quería. En el largo plazo, la influencia del caso Schiavo aún queda por verse, por supuesto, pero muy pocos dudan del poder de su historia.
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