Ultimátum del gobierno catalán a Rajoy tras el éxito de la consulta
Mas le puso un plazo a Madrid para que acepte negociar un referéndum vinculante; si no, llamará a elecciones
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BARCELONA.- Los majestuosos salones medievales del Palacio de la Generalitat amanecieron llenos de funcionarios que todavía celebraban el apoyo masivo a la votación independentista celebrada anteayer en Cataluña a pesar de la prohibición explícita que había dictado la justicia española.
El jefe de todos ellos, el presidente autonómico Artur Mas, aprovechó el impulso que le dio el éxito de su desafiante 9-N para acentuar el proyecto separatista y lanzó un ultimátum al gobierno de Mariano Rajoy para que acepte negociar un referéndum vinculante sobre el estatus político de la región más rica de España.
En las próximas horas, el líder nacionalista le enviará una carta a Rajoy para emplazarlo a hablar del tema "sin condicionamientos". Advirtió que si no le diera una respuesta convincente en un "plazo razonable" podría lanzarse a organizar unas elecciones gubernamentales de carácter plebiscitario.
Mas busca capitalizar el aturdimiento en que quedó el gobierno español con la imagen de los ciudadanos que se amontonaron en toda Cataluña para votar en una consulta que estaba suspendida por el Tribunal Constitucional (TC) y que carecía de todo valor jurídico.
Según las cifras difundidas por la Generalitat, no verificadas por un ente imparcial, 2,3 millones de catalanes -de casi 6 millones habilitados- asistieron a los colegios electorales para el simulacro ideado por Mas. De ellos, el 80,76% -es decir, 1,8 millones de personas- se inclinaron por la independencia.
Como forma adicional de presión, el gobierno catalán dejará abierto el llamado "proceso participativo" para que sigan votando durante los próximos 15 días quienes no pudieron o no quisieron hacerlo el domingo. "El objetivo ahora es conseguir el mandato definitivo para crear el Estado propio", anunció Josep Rull, coordinador de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido que lidera Mas. Si bien consideró "poco probable" que Rajoy acepte autorizar un referéndum, dijo que cumplirán con intentarlo. Según él, no deberían esperar más de "uno o dos meses".
El segundo paso sería preparar unas elecciones plebiscitarias para renovar el gobierno regional en las que todas las fuerzas políticas soberanistas promuevan un programa electoral basado en la declaración de la independencia. Un referéndum por otros medios. "Es muy probable que tomemos ese camino", dijo ayer Rull, aunque evitó hablar de fechas para esos eventuales comicios parlamentarios.
Allí empiezan los obstáculos para Mas y CDC, nacionalistas de orientación conservadora y separatistas recientes. Ellos promueven la formación de una "candidatura de país", unificada y liderada por el actual presidente.
En cambio, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido con raíces independentistas más profundas, pretende que cada partido concurra a las elecciones con su propia lista. Su líder, Oriol Junqueras, encabeza las encuestas de intención de voto.
ERC aspira a que el Parlamento que surja de las "plebiscitarias" respalde un gobierno de concentración nacional y declare unilateralmente la independencia al asumir. "Con la demostración democrática del 9-N hemos ganado el derecho de avanzar con la construcción de un nuevo país", afirmó ayer Junqueras.
Con esa dinámica también discrepa Mas, que no quiere comprometerse en público a proclamar la República Catalana. Sus allegados explican que prefiere dar pasos sólidos. Le preocupa sobre todo obtener respaldo en la Unión Europea (UE) antes de lanzarse a la secesión.
Se vienen días de discusión entre los sectores independentistas. Pero el éxito de la consulta alternativa rescató a Mas del infierno que significaron para él los escándalos de corrupción que involucran a su padrino político y ex líder regional Jordi Pujol. Fiel a su fama de sobreviviente, el presidente ganó tiempo para maniobrar y seguir al frente del reto catalán.
Ayer, la contracara era Rajoy. Al presidente español le llovieron las críticas en medio de la resaca del 9-N. Desde sectores de la derecha lo acusan de no haber sido lo suficientemente enérgico para impedir una votación prohibida por la justicia y que pone en peligro la unidad de España.
El secretario general del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez, viajó a Barcelona para anunciar su intención de impulsar de "manera urgente" una reforma constitucional que resuelva el encaje de Cataluña en el Estado. "Lo haremos con o sin Rajoy", advirtió.
Los socialistas se derrumbaron en territorio catalán, pero buscan aliados en el frente nacionalista para evitar la ruptura.
Por el Partido Popular (PP) sólo dio la cara su secretaria general en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, para advertir que la justicia "va a actuar" contra Mas por el acto de desobediencia que significó la pseudoconsulta del domingo, que calificó de "fracaso total".
Una interpretación que contrastaba con la imagen de las banderas esteladas que florecían como nunca ayer en los balcones del centro de Barcelona, convertidos en una vidriera de la rebelión silenciosa que llena de incógnitas el futuro de España.
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