Un grupo experto en comunicar la barbarie
CIUDAD DE MÉXICO.-Aunque conocidos por su apego a normas y actitudes propias del oscurantismo medieval, los integrantes de la milicia Estado Islámico (EI) también se destacan por su decidido abrazo de las técnicas de comunicación más modernas. Los sangrientos videos de las ejecuciones de James Foley y Steven Sotloff tienen una factura profesional e, incluso, sofisticada, que se apoya en símbolos poderosos: sus prisioneros están vestidos con uniformes naranjas, como los de los presos de Guantánamo; deben pronunciar discursos que aprendieron de memoria; su ejecutor, vestido de negro y con el rostro cubierto, habla con acento londinense.
Para matarlos, no usan los métodos lentos y dolorosos que serían elegidos para enemigos a los que se aborrece, sino uno que, a pesar de ser veloz, es visualmente impactante: la decapitación, tras lo cual se exhibe la cabeza cercenada del sacrificado.
El efecto se sintió en el mundo occidental casi con tanta fuerza como en la patria de los inmolados, Estados Unidos, el país hacia el que se focalizaron las amenazas de EI. En particular, en el gremio directamente afectado (el de los periodistas), estos espectáculos han tenido un profundo impacto: entre quienes cubren eventos en Medio Oriente, casi todos pasaron por Siria y conocían a Foley en persona o a través de amistades.
EI eligió, además, administrar el dolor en dosis brutales, pero espaciadas: el primer golpe, sobre Jim Foley, a sus 40 años, estremeció a toda la comunidad de periodistas por inesperado, sádico e inapelable. Y, al mismo tiempo, la sumergió en la angustia del castigo que viene y no parece posible detener: la presentación de Sotloff en el mismo uniforme que Foley, igualmente atado y de rodillas, y el anuncio de que pronto correría la misma suerte.
En un análisis del 27 de agosto, la agencia privada de inteligencia Stratfor concluyó que con el video de Foley EI enviaba estos mensajes:
No jugamos con sus reglas. Lo que estamos dispuestos a hacer no tiene límites. El maltrato que sufrieron los prisioneros en Guantánamo no es gratuito.
El que no tengamos límites no significa que no podamos ser tan sofisticados como los occidentales. Escuchen el acento británico de nuestro verdugo. Y hacemos cortometrajes como si fueran de Hollywood.
No somos como los capos de la droga en México, que suben videos de decapitaciones para dirigirse a una comunidad limitada. Nosotros, en cambio, estamos enviando un mensaje global: queremos destruir a todos ustedes en Occidente y a todos en el mundo musulmán que no acepten nuestra versión del islam.
Triunfaremos porque no tenemos escrúpulos y porque somos los únicos que saben que cualquier cosa que hagamos está bendecida por Dios.
Steven sotloff
Periodista norteamericano
JAMES FOLEY
Periodista norteamericano
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