La carrera por vacunar a la población contra el coronavirus ha iniciado a paso lento en Europa.
Cada país miembro de la Unión Europea (UE) decide a quién vacunar, cuándo y dónde, pero la UE se encarga de la coordinación de la compra de las vacunas.
El pasado viernes, la Comisión Europea aprobó la compra de 300 millones de dosis más de la vacuna de Pfizer-BioNTech, lo que le garantizará al bloque casi la mitad de lo que la farmacéutica tiene previsto comercializar en 2021.
Pero la estrategia dista de ser tan efectiva como la de Israel, el país más adelantado en la inmunización general de su población.
Reporteros de la BBC en siete capitales europeas explican por qué la vacunación ha comenzado tan despacio.
España
Disparidades entre regiones y disputas políticas han marcado el inicio del programa de vacunación español, cuenta Guy Hedgecoe, desde Madrid.
España comenzó a distribuir la vacuna el 27 de diciembre.
En total, 743.925 dosis habían sido repartidas entre las comunidades autónomas, las administraciones regionales, con 277.976 personas ya vacunadas, según las cifras más recientes del Ministerio de Sanidad.
El objetivo del gobierno de coalición es inmunizar a 2,3 millones de personas en 12 semanas, con prioridad para los residentes en hogares de mayores, sus cuidadores y el personal de salud.
Cada una de las 17 regiones tienen el control de la atención sanitaria y la cantidad de dosis recibidas dependerá de cuántos habitantes tiene cada una. Hasta ahora ha habido una gran disparidad entre ellas.
Los datos oficiales muestran, por ejemplo, que Asturias, en el norte del país, ha usado el 55% de las dosis recibidas hasta el 3 de enero, mientras que la Comunidad de Madrid solo había usado el 5%.
Algunas regiones están guardando dosis para aplicarle una segunda inyección pocas semanas después a personas que ya recibieron la primera, mientras otras no. También ha habido comunidades que están vacunando en días festivos y otras no.
Aunque vacunarse es voluntario, el gobierno ha anunciado que llevara un registro de quienes rechacen la vacuna. La iniciativa ha generado controversia, aunque las autoridades aseguran que su única finalidad es conocer por qué la gente rechazó la vacunación.
Sea como sea, la pandemia ha sido motivo de constantes fricciones políticas. La oposición acusa al gobierno izquierdista de Pedro Sánchez de incompetencia, falta de transparencia y de aprovecharse del coronavirus para concentrar el poder.
La llegada de la vacuna no ha acabado con los roces.
El presidente de la Comunidad de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, del opositor Partido Popular, ha protestado porque las dosis a recibir por cada región estaban siendo dictadas por "determinados colores o necesidades parlamentarias", una acusación rechazada por el gobierno central.
Alemania
En año electoral, la vacuna se ha convertido en objeto de la batalla política, informa Jenny Hill, desde Berlín.
El hecho de que fueran científicos alemanes los que desarrollaran la primera vacuna efectiva contra la covid-19 ha sido motivo de gran orgullo nacional. Y en general, la gente parece mostrarse de acuerdo con la idea de inmunizarse.
Una encuesta reciente mostró que un 65% de los alemanes se declaran dispuestos a recibir la vacuna. Otro sondeo arrojó que solo un cuarto de la población está en contra de vacunarse.
Pero políticamente hablando, muy probablemente porque este año hay elecciones, el programa de vacunación alemana se ha convertido en campo de batalla entre las diferentes opciones.
Hace menos de dos semanas que la campaña de vacunación comenzó en Alemania, priorizando a los mayores de 80 años y a los trabajadores de residencias para personas dependientes. Hasta el 7 de enero se habían administrado más de 477.000 dosis.
Pero varios centenares de los centros de vacunación especiales que se habían dispuesto aún no están en uso y el gobierno ha admitido que no hay suficientes dosis para todos.
La canciller, Angela Merkel, y su ministro de Salud, Jens Spahn, han sido criticados por no haberse asegurado de que la vacuna llegaría al país en cantidades suficientes.
Gran parte de las críticas han llegado de los socios de Merkel en la coalición de gobierno, pero también parte de la comunidad científica ha mostrado su preocupación porque Alemania parece haber puesto los intereses del bloque europeo por encima de los suyos al insistir en la apuesta de un mecanismo centralizado para la adquisición de las vacunas en el seno de la UE.
Los investigadores que desarrollaron la vacuna han dicho que la UE rechazó originalmente la posibilidad de hacer un pedido adicional.
La parte alemana del pedido de la Unión son 56 millones de dosis. Hasta el momento, ha recibido 1,3 millones y se estima que 2,68 millones más habrán llegado antes de que acabe el mes.
Spahn, del que algunos llegaron a preguntarse si podría ser un potencial sucesor de Merkel por su seguridad en su manejo de la pandemia, ha culpado de la escasez a la incapacidad de los fabricantes de la vacuna de Pfizer-BioNtech para satisfacer la demanda global.
Alemania ha encargado un pedido extra de 30 millones de dosis y los expertos esperan que a partir de la semana que viene pueda empezar a distribuirse también la vacuna desarrollada por Moderna, que recientemente obtuvo la aprobación de las autoridades europeas.
Francia
El escepticismo sobre las vacunas y la burocracia, señalados como responsable del lento comienzo, explica Hugh Schofield desde París.
Francia suele jactarse de su grande y efectivo aparato estatal, pero esta vez ha quedado en mal lugar por el renqueante comienzo del programa de vacunación contra la covid.
Después de una semana, cuando la vecina Alemania ya había puesto inyecciones a cerca de 250.000 personas, en Francia todavía iban por poco más de medio millar. La cifra subió hasta las 45.500 el viernes, pero seguía siendo demasiado baja como para ser estadísticamente relevante.
¿Por qué le ha llevado a Francia tanto tiempo llevar el plan a la acción? No puede decirse que las autoridades no tuvieron tiempo para prepararse ni que el problema sea la falta de vacunas. De hecho, más de un millón de dosis de la Pfizer-BioNtech están ya en refrigeradores en espera de ser usadas.
La razón principal del retraso parece ser la pesada e hipercentralizada burocracia del sistema de salud francés.
El ministerio responsable emitió un dossier de 45 páginas que debía ser leído y entendido por el personal de todas las residencias de mayores.
Cada destinatario de la vacuna debe dar su consentimiento informado en una consulta con un doctor no menos de 5 días antes de que le pongan la inyección. El engorroso procedimiento busca en teoría salvar vidas de pacientes que podrían tener una reacción adversa. Pero los críticos dicen que el retraso en la vacunación también cuesta vidas.
Otro problema en Francia es el alto nivel de escepticismo respecto a la vacuna, reflejo de las suspicacias respecto al gobierno en general: las encuestas indican que hasta un 58% de los entrevistados no quieren que les pongan la inyección.
Según los críticos, esto ha hecho que el gobierno sea exageradamente cauteloso. Cuando lo que se requería era urgencia, las autoridades no han querido apresurarse por temor a despertar a los antivacunas.
El ritmo ha empezado a aumentar después de que el presidente, Emmanuel Macron, expresara su enfado por los retrasos el pasado fin de semana. Para finales de enero, el plan es haber abierto 500 o 600 centros de vacunación en todo el país.
Rusia
El orgullo nacional aceleró la distribución de la vacuna en Rusia, pero una ausencia llama la atención, comenta Sarah Rainsford desde Moscú.
Rusia registró su principal vacuna contra la covid para su uso doméstico ya en agosto, antes incluso de comenzar los ensayos para comprobar su seguridad y eficacia.
En diciembre, mientras esos ensayos se seguían llevando a cabo, comenzó con su vacuna Sputnik-V la campaña de vacunación masiva, antes de que en ningún otro lugar de Europa empezara la vacunación. El orgullo nacional y las necesidades médicas explican la velocidad rusa.
La Sputnik fue inicialmente ofrecida a los trabajadores sanitarios y escolares, pero muchos prefirieron al principio abstenerse de ponerse esta vacuna de dos dosis y pronto la lista de posibles receptores se amplió.
Una encuesta publicada en diciembre mostró que solo un 38%estaban dispuestos a ponerse la inyección. Desconfiados de los servicios de salud y medicamentos del país, muchos rusos no creían las alabanzas oficiales al rápido desarrollo de la vacuna y temían posibles reacciones adversas.
Pese a ello y a que, como en otros países, ha habido retrasos en la producción a gran escala, los promotores de la Sputnik-V anunciaron la semana pasada que ya se había vacunado a más de un millón de personas.
Pero hay un hombre que sigue ausente en las listas de vacunados: Vladimir Putin, el presidente ruso, que recibirá en un futuro su dosis, según el Kremlin.
Hasta entonces, quienes se reúnen con él, están obligados a hacerse las pruebas para detectar el virus.
Putin ha dicho repetidamente que su prioridad es proteger la economía, así que está apostando a que la vacunación masiva permitirá evitar un nuevo confinamiento en Rusia.
Suecia
Mientras los contagios siguen subiendo, una exitosa vacunación es crucial para un país elogiado al principio por no haber recurrido al confinamiento, reporta Maddy Savage, desde Estocolmo.
Casi dos semanas después de que Gun-Britt Johnsson, residente de 91 años de un centro de mayores, se convirtiera en la primera persona en Suecia en recibir la vacuna de Pfizer, aún no hay un recuento oficial de personas vacunadas en el país.
La Agencia de Salud Pública dice que aún está en proceso de recopilar los datos de las 21 entidades regionales encargadas de vacunar a la población adulta, unos 8 millones de personas, antes del 26 de junio.
La fecha no es casual; se trata del mayor periodo de días festivos del año, cuando los suecos acostumbran a celebrar el solsticio de verano.
Karin Tegmark, gerente de la agencia sanitaria, afirma que el objetivo sigue siendo "factible", pero dependerá de cuántas dosis reciba el país.
Además de los 4 millones y medio de dosis de la vacuna de Pfizer, Suecia ha encargado 3,6 millones de la de Moderna; las primeras se esperan para la semana que viene. Las autoridades también tienen previsto distribuir la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford lo antes posible.
Los suecos parecían al principio poco entusiasmados con la idea de recibir una vacuna desarrollada a contrarreloj como la de la covid-19, pero en una encuesta de finales de diciembre un 71% de los encuestados dijeron estar dispuestos a aceptarla.
Se cree que una de las claves de las reticencias iniciales estriba en el fracaso en 2009 de un programa de vacunación voluntaria contra la gripe porcina. Cientos de niños suecos y adultos menores de 30 años desarrollaron narcolepsia como efecto secundario de la vacuna.
El éxito en el programa de vacunación será crucial también porque las vacunas llegan en un momento en que las autoridades suecas están encontrando dificultades para mantener la confianza pública.
Después de meses en los que la población parecía conceder credibilidad a los mensajes de los responsables públicos que decidieron no aplicar un cierre total en el país, el apoyo público se ha resentido por el aumento del número de casos en la segunda ola.
Varios destacados funcionarios han sufrido fuertes críticas por no seguir sus propias recomendaciones, entre ellos el jefe de la Agencia de Contingencias Civiles, que dimitió tras pasar la Navidad con su hija en las islas Canarias, España.
Bélgica
El nuevo gobierno de coalición belga parece unido en torno a la distribución de la vacuna, al menos por ahora, informa Nick Beake desde Bruselas.
Parece adecuado que la primera persona en recibir la vacuna en Bélgica lo haga en el lugar donde se produce la primera vacuna aprobada para su uso en el país.
Jos Hermans, vecino de 96 años de la localidad de Purs, recibió su inyección el 28 de diciembre, en la residencia en la que vive. Otros 700 residentes fueron vacunados en lo que fue un pequeño ensayo inicial.
La vacunación masiva en Bélgica comenzó el 5 de enero, pero ya hay quien la ha criticado por la lentitud de sus comienzos. El ministro federal de Salud, Frank Vandenbroucke, había prometido que sería "continuo y rápido", y llegó a publicar en Twitter: "Si no funciona, dispárenme".
En la primera fase se aspira a vacunar a 200.000 residentes de centros de dependientes antes de que acabe enero o, como muy tarde, a comienzos de febrero, Los siguientes en la lista son los profesionales sanitarios y el objetivo es que toda la población haya sido vacunada para finales de septiembre.
Aunque pudiera pensarse que el país podría sacar ventaja de encontrarse en el epicentro de la producción de la vacuna de Pfizer-BioNTech, lo que sin duda facilita la distribución, las estrictas reglas establecidas por la Comisión Europea hacen imposible que Bélgica reciba más dosis de las que le corresponden por población que otros países de la UE.
Eso no frenó al ministro-presidente de la región de Flandes, que admitió esta semana haber contactado con la farmacéutica directamente para conseguir más dosis para su territorio pero recibió una negativa.
Después de que la compañía les asegurara a las autoridades federales belgas el suministro, estas han adoptado una estrategia diferente. Ahora le administrarán una primera dosis a cuanta más gente puedan, sin reservar inyectables para la segunda dosis.
También parece haber diferencias en la disposición a ser vacunado según el territorio.
La mitad de los habitantes de Flandes consultados dijeron estar dispuestos en una encuesta, pero la cifra caía al 20% en la Bélgica francófona, que parece recibir la influencia del escepticismo sobre las vacunas extendido en la vecina Francia.
Pese a que el país tiene una larga tradición de división política, y solo recientemente logró formar un gobierno de coalición con el que poner fin a 500 días de vacío de poder, la nueva coalición parece unida en torno a la estrategia de vacunación que se ha decidido.
Al menos, por ahora.
Redacción
BBC
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