
La mejor banda en vivo de estos tiempos es demasiado punk para ser metalera y demasiado “artística” para ser punk.
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"¡Esto es una mierda!", grita un plomo mientras, junto con un grupo de enojados obreros del gremio, empuja la plataforma de la batería por el escenario del Universal Amphitheater de Los Angeles.
"Este es el concierto de rock más desorganizado que vi en mi vida", se queja otro plomo, pateando la misma plataforma, que había sido mal ubicada en la parte de atrás de la zona de carga. Encima de esta plataforma, que se mueve a los sacudones, un aturdido Tony Hajjar, de At the Drive-In, está arrodillado, armando su bombo, mientras los plomos escupen, putean y lo ignoran.
Sobre el escenario, los otros cuatro integrantes de At the Drive-In esperan. La mayoría de los artistas que van a tocar en este concierto -No Doubt, Incubus, Papa Roach, Moby- han hecho ya tantos shows radiales que estas cuestiones no representan para ellos más que molestias menores. La cosa es así: una radio importante te pide que toques, como un favor, así que acortás tus vacaciones y volás a la otra punta del país para hacer un show de media hora, debajo de una bandera que tiene el nombre de la radio. Todo bien, pero se trata de territorio desconocido para At the Drive-In, una poderosa máquina de sonido de El Paso, Texas, que resulta demasiado punk para ser metalera, demasiado artística para ser punk, demasiado pop para ser rock artístico, demasiado inteligente para ser pop y demasiado drogada para ser inteligente. Y están entusiasmados; o, por lo menos, lo estaban hasta este momento.
A los dos minutos de comenzada la prueba de sonido, un supervisor anuncia que es hora de descanso. Todo el mundo tiene que dejar el escenario. Le dice a la banda que vuelva a las 17.30 y que a esa hora quizás -sólo quizás- habrá tiempo para probar sonido antes del show, previsto para las 18.
Bien venidos a la fama. "Somos sólo peones, hermano", diced Hajjar, no tanto por fastidio sino por un hábito desarrollado durante años de ir de gira en una camioneta Econoline 1981 y de recibir el dinero que le giran desde su casa para pagar la nafta y así poder llegar al lugar del siguiente concierto. "Me siento como el chico nuevo de la escuela", se queja el enrulado cantante del grupo, Cedric Bixler.
En última instancia, la prueba de sonido de la banda termina invadiendo el tiempo destinado al show, de modo que una actuación que debía durar treinta minutos, queda reducida a apenas veinte. Pero, en esos escasos minutos, At the Drive-In entrega ese tipo de actuación salvaje y de altísima energía que se ha convertido, a la vez, en su más grande ventaja y en su mayor cruz, inspirando a sus adeptos a apilar títulos imposibles sobre la banda, como "los salvadores del rock & roll", "los próximos Nirvana" y, en una exageración, "la mejor banda de rock del mundo".
Antes de que haya empezado siquiera el primer tema para la emisora kroq, Omar Rodriguez ya ha tirado al suelo su guitarra dos veces y Bixler ha arrojado el pie de su micrófono de un lado a otro del escenario, cuando ejecutaba su rutina de baile, muy parecida a una electrocución. Mientras la banda le da duro a los acordes de punk rock de su single "One Armed Scissor" -lleno de riffs de guitarra astillados y de esos fragmentos de letras estilo Philip K. Dick que caracterizan los temas de atdi- el público, increíblemente, comienza a cantar a coro frases como "slithered entrails" [entrañas deslizadas] y "mummified circuitry" [circuitos momificados].
Ver tocar a At the Drive-In es contemplar a cinco personas que parten en cinco direcciones diferentes, pero juntas. Sus intereses musicales individuales van del punk a la salsa, pasando por el dub, el metal y el drum-and-bass, y sus orígenes étnicos abarcan México, Gales, Puerto Rico y el Líbano. De hecho, ni siquiera se ponen de acuerdo acerca de cómo pronunciar algunos títulos de canciones.
Después del show, los problemas de At the Drive-In no han terminado. Bixler estaba parado en el backstage, maldiciéndose por haber insultado sin querer al público de Los Angeles al decir "Bien venidos a la ciudad perdida de los boludos" (antes del show, esa frase le había parecido muy graciosa), cuando una mujer borracha comenzó a tirarle repetidamente del pelo, convencida de que llevaba una peluca. Al mismo tiempo, el guitarrista Jim Ward era atacado por error por el equipo de seguridad de Papa Roach. Por algún motivo, ésta parece ser una banda con la que todos quieren pelearse: hace algunas semanas, antes de un concierto, Rodriguez fue lastimado en la cara por un guardia de seguridad y fue arrastrado, de los pelos, hacia afuera del club.
At the Drive-In no siempre obtiene el respeto que merece un grupo que está golpeando a las puertas del éxito, pero sus pares saben reconocer algo bueno cuando lo ven. "¿Escuchaste a At the Drive-In?", nos preguntó Tom Morello, de Rage Against the Machine, algunos días antes del show de kroq. "Fuimos de gira con ellos y se convirtieron en una de mis bandas favoritas. Se toman muy en serio lo que hacen."
En el backstage del show de kroq, Gavin Rossdale, de Bush -quien estuvo sentado junto a Gwen Stefani, de No Doubt, para ver tocar a At the Drive-In- se acerca a los miembros del grupo y les dice que lo impresionó tanto el álbum Relationship of Command que quiere trabajar con el productor del disco, Ross Robinson. El quinteto se sorprende al enterarse, por boca de Rossdale, de que él y Stefani utilizan ese disco, a menudo brutal y discordante, como fondo de sus actividades amorosas.
En lugar de sentirse confundidos y angustiados por sus escaramuzas con el éxito, los At the Drive-In simplemente establecen sus propias reglas (se niegan a hacer playback en los videos, por ejemplo), adoptan decisiones de manera colectiva y luego navegan con la corriente y tratan de ignorar la promoción exagerada.
-Nuestra arma secreta -dice Ward- es que hemos estado juntos durante tanto tiempo y hemos visto cosas mucho más jodidas que ésta. Eso de ser "la salvación del rock" no es algo realista para mí, no es la vida real. La vida real, para mí, es viajar en una camioneta a la que le queda apenas un litro de combustible en el tanque, o tener que dormir en el piso, o quedarte sin plata para comprar cuerdas para la guitarra cuando rompiste las dos últimas que te quedaban en tu último recital.
At the Drive-In se formó en El Paso, en 1994. Rodriguez -cuyo padre fue un músico de salsa que debió cortar sus ambiciones artísticas después del nacimiento no planeado de Omar- deseaba ser parte de una banda de baile latina como su viejo, hasta que descubrió el álbum Licensed to Ill, de los Beastie Boys. A los 12 años formó su primer grupo con el futuro bajista de atdi, Paul Hinojos. Bixler fue un fan de los Misfits y admiraba a James Brown y Jackie Wilson. Bixler y Rodriguez se juntaron con el guitarrista Ward -quien financió el primer single del grupo, "Hell Paso"- y, más tarde, con el baterista Hajjar, un estudiante que amaba a Metallica hasta que Bixler y Rodriguez le hicieron conocer la estética del hágalo-usted-mismo del punk.
En aquellos días de hacerlo todo por sí mismos, los integrantes de atdi se levantaban a las 7.30 de la mañana y ensayaban durante nueve horas. Les enviaban cada nuevo single y demo a sellos punk con la esperanza de conseguir un contrato. Finalmente, el grupo firmó con un sello local, Flipside, sin leer la letra chica del contrato; los músicos tuvieron que batallar y poner dinero para liberarse y poder firmar con una compañía apenas más grande, Fearless, donde sacaron dos álbumes.
De a poco, atdi se fue construyendo una base de fans que incluyó a Thurston Moore, de Sonic Youth. Llamaron la atención del sello Grand Royal y de Ross Robinson, productor de Korn, Limp Bizkit y Slipknot, quien les rogó poder trabajar con ellos. En un principio, la banda se mostró reticente, pero pronto descubrió que Robinson no era un metalero con barbita teñida, sino más bien un terapeuta. Obligaba a Bixler a explicar cada letra y hacía que los músicos hicieran una regresión a sus infancias antes de meterse en un estudio. Cuando atdi grabó "Invalid Litter Department", acerca de unos asesinatos de mujeres no resueltos ocurridos en Ciudad Juárez, en la frontera entre México y los Estados Unidos, Robinson les hizo imaginar que el bombo de la batería era el latido de los corazones de todas las madres desaparecidas del mundo. Pretencioso, quizá, pero efectivo.
-No he hablado de esto antes -dice Hajjar-, pero en esa canción Ross me trajo el recuerdo de mi madre. Ella murió en 1988 y fue una época muy fuerte. No sé si debiera haber ido tan lejos cuando la grabamos. Ahora, cada vez que tocamos ese tema, asocio la canción con mis emociones hacia mi madre.
-Para mí -dice Rodriguez- la conexión emocional que Ross hizo con las canciones funcionó. Cuando era chico fui mucho de campamento para trabajar en traumas que tenía por haber vivido una situación de incesto. Y hubo muchas cosas que aprendí, como la terapia respiratoria, que nunca pensé que podía aplicar a la música. Si hacemos nuestro próximo disco con otra persona, no me voy a sentar en el estudio a hablar de mi niñez, pero sé que soy consciente de ello y que puedo usarlo como una herramienta a mi favor.
Para Bixler, las costras de viejas heridas que arrancó Ross tuvieron que ver con las muertes, en un choque, de sus amigas de El Paso, Laura Beard y Sarah Reiser; dos adolescentes que estaban en una banda llamada Fall on Deaf Ears.
-Pienso en ellas todas las noches -dice-.Siempre tocamos ese tema que habla de Laura y Sarah ("Napoleon Solo") al final de nuestros shows. Todo lo que hacemos es en honor a ellas.
En el backstage del Universal Amphiteater, tres quintos del grupo se encierran en sus camarines a fumar porro y cantar temas de Captain Beefheart. Cuando abren la puerta para ventilar la habitación, nadie sabe a ciencia cierta qué hora es. Mientras el sol comienza a salir, Bixler predice que en el hall van a encontrarse con un portero barriendo el piso. En lugar de ello, se topan con un sudoroso y tatuado Coby Dick, de Papa Roach, que acaba de bajar del escenario. Dick se queda duro cuando ve a Bixler y luego se le acerca. "Ustedes tocan con tanta energía, corazón y pasión", le dice, "que son toda una inspiración para nosotros. Es un honor tocar en el mismo escenario que ustedes." Luego se dirige a donde está Ward y le pide disculpas por el incidente de los guardias que lo atacaron cuando estaba entre la audiencia, viendo el show. Nadie dijo que ser una inspiración fuese un trabajo fácil. u




