
ATC, el oro y el barro
Por Adriana Schettini
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La pantalla de ATC tiene actualmente el aspecto de una obra en construcción, y pide disculpas por las molestias ocasionadas. "Mientras homenajeamos a nuestra televisión estamos construyendo la nueva, la que le haga decir con orgullo que usted ve el canal que todos estábamos esperando", se le dice al televidente en una serie de separadores. El compás de espera, según manifestó el secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, será de dos meses. Supuestamente, la programación de emergencia dejará paso a una nueva grilla firmada por Rodolfo Hermida, director de Realización y Producción Artística, y Luciano Olivera, director de Programación. Entretanto, el interventor Juan Carlos Abarca tratará de sacar al canal del barro financiero en que lo ha dejado el gobierno menemista.
En estos días, la nueva gestión hace todo lo posible por despegar a la emisora estatal de la imagen de chabacanería, aburrimiento y obsecuencia oficialista que había obtenido durante las dos presidencias de Carlos Menem. Parte de ese esfuerzo han sido los carteles que aparecieron el domingo último durante la emisión del ciclo bailantero "Milenio tropical", en los que se advertía que el programa era emitido como consecuencia de un contrato que aún no había vencido.
Fuera de eso, ATC echa mano de antiguos programas como "La bonita página", "Hombres de ley", o un documental de Roberto Cenderelli sobre la televisión, para salir del paso hasta marzo próximo. Es de esperar que esa situación de emergencia no se extienda más allá de esa época porque, a decir verdad, por prestigiosos que hayan sido aquellos ciclos durante el gobierno de Raúl Alfonsín, nadie puede negar que han pasado dos décadas y que hoy por hoy esas producciones pueden ser adecuadas para una señal nostálgica como Volver, pero que, puestos en la televisión abierta, destilan un tufillo pretérito y una sensación de volver a vivir que poco tienen que ver con una de las virtudes más importantes de la TV: la de reflejar los tiempos que corren.
Durante los dos meses que durará el proyecto salvamento de la hundida ATC, el toque de actualidad, indispensable para una emisora de TV abierta, dependerá del trabajo de la dirección de noticias. Quien asuma ese puesto -se habla con insistencia de Eduardo Cura como un posible candidato-, para conseguir el respeto y el reconocimiento de los televidentes-ciudadanos, tendrá que resolver un antiguo problema: evitar que el canal estatal se convierta en el canal del Gobierno. El secreto estará en no ceder a las presiones -sobre todo durante la próxima campaña para las elecciones en la ciudad de Buenos Aires- para usar la pantalla de ATC como una pasarela para el lucimiento de los hombres del oficialismo. Sólo el trabajo de periodistas profesionales e independientes, realizado en un marco de libertad, conseguirá desterrar la sensación colectiva, alimentada durante largos años en cuanto a que ATC es en materia informativa la vidriera del poder de turno. Mirado desde el televidente, esa transformación será valorada como oro.
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