
En el primer reportaje que concede en seis años, Axl Rose cuenta cómo rearmará a los Guns n’ Roses para el nuevo siglo.
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Valle de San Fernando, Los Angeles. Son las dos de la mañana en un estudio de grabación en penumbras. Sobre un sofá de la sala de control descansa Axl Rose, una ex figura omnipresente del rock que prefirió mantenerse al margen de la exposición pública la mayor parte de la última década. La música que estuvo haciendo durante esta larga noche constituye el objeto de su obsesivo perfeccionismo desde 1991, cuando Guns n’ Roses editó su último disco con material nuevo. Axl tocó para esta revista casi una docena de temas del álbum que desde hace mucho tiempo viene preparando y dio su primer reportaje sustancial en más de seis años. Y sólo se demoró una hora.
Cuando no se levanta del sofá para señalar en voz muy baja los detalles que faltan para terminar las canciones -"¡Ahí tengo que meter un poco de guitarra!"-, Rose habla con intensidad, aunque no sin una cuota de humor, acerca de su música y del destino de sus antiguos compañeros de banda. A los 36 años, se lo ve un poco mayor y más fornido si se lo compara con el delgado dios del rock de la época de "Sweet Child o’ Mine". Su aspecto actual se debe no sólo al paso del tiempo, sino también a su rutina de kickboxing y a un estilo de vida que, se dice, sigue siendo nocturno… pero ahora tercamente sano. Hoy viste ropa de Abercrombie & Fitch y conserva su mismo pelo rojizo, cortado a una altura similar a la del Príncipe Valiente. Teniendo en cuenta que Rose no editó un disco nuevo antes del fin del siglo xx, ¿está dispuesto a asumir el compromiso de editar un álbum durante el transcurso del siglo xxi? "Sí, me parece que ese sería definitivamente un buen momento", responde con una sonrisa burlona.
El título tentativo del nuevo trabajo de los Guns n’ Roses es Chinese Democracy, y su imprecisa fecha de edición se estima para mediados del 2000. "Tenemos listo el noventa y nueve por ciento de la música y el ochenta por ciento de las voces", asegura Doug Goldstein, manager de los Guns. "Calculo que el disco estará completo en febrero o marzo, para ponerlo a la venta a mediados de año."
De cuando en cuando, Rose camina a grandes pasos por el estudio donde durante un año estuvo grabando y regrabando material (su jornada laboral suele iniciarse a la medianoche y se prolonga hasta las primeras horas de luz solar). "Lo que intentamos es armar Guns n’ Roses para que vuelva a ser algo", explica. "Esto no era Guns n’ Roses, pero ahora siento que sí lo es."
Durante toda la noche, a Rose se lo ve ansioso por dar su parecer de una vez por todas, pero le gustaría poder esperar hasta la edición de la nueva obra para que "hable por sí misma". ¿Y por qué no están en esta producción sus viejos compañeros de banda? Axl sugiere que sencillamente tuvo que tomar el mando con el fin de sobrevivir: "Es el viejo cuento que nos cuentan cuando somos chicos: «No te compres un auto con tus amigos». Nadie lograba agarrar el volante. Todos estaban al volante. Y cuando son muchos los que manejan, te juro que el auto se cae al precipicio. La realidad es: andá a comprar los discos solistas de cada uno de mis ex compañeros. Ahí hay ideas y partes perfectas, pero en un disco de los Guns n’ Roses no habrían funcionado".
Rose está seguro de que parte del exagerado tiempo que llevó armar el nuevo modelo de Guns n’ Roses fue invertido en "educarse" a sí mismo y aprender la tecnología que terminó definiendo el rock de los 90: "Es como arrancar de cero, aprender a trabajar con una cosa y no querer que termine siendo apenas algo que uno hizo con una computadora". "Oh My God" -el tema con sabor industrial que asomó en la banda de sonido de El día final [End of Days]- es apenas un indicio de lo que está por venir. Imagínense Physical Graffiti, de Led Zeppelin, pero remixado por Beck y Trent Reznor, y se darán una idea del nuevo sonido de Axl. Las canciones conjugan, por un lado, la potencia hard rock y los aguijonazos pop que daban forma a lo mejor de los Guns n’ Roses y, por el otro, unas texturas musicales sorprendentemente modernas y ambiciosas.
Al tema casi grunge que da nombre al disco se suman títulos tentativos de canciones como "Catcher in the Rye", "i.r.s.", "The Blues" y "twat", que según Rose son las iniciales de "there was a time" ["hubo una época"]. Otro tema, llamado "Oklahoma" -que durante este reportaje escuchamos en versión instrumental-, está inspirado en una citación judicial con su ex mujer: Erin Everly. "Estaba en el medio de una audiencia por el litigio con mi ex esposa, y era el día siguiente al atentado [el 19 de abril de 1995, en Oklahoma, una bomba destruyó un edificio federal]. Hubo un receso, y yo estaba sentado con mis abogados, casi sonriendo, más por nervios que por otra cosa, como si dijera: «Les pido perdón a todos. Me cuesta tomarme esto en serio». Era irónico que estuviéramos ahí sentados y que esa mujer profiriera barbaridades cuando acababan de matar a 168 seres humanos. A ella no le importaba. Lo único que quería era arruinarme."
Más de una vez, a lo largo de nuestra charla, Rose habla de "construir algo". En su proceso de construcción lo acompañan el tecladista Dizzy Reed (quien tocó en Use Your Illusion I y II, de los Guns), el productor Sean Beavan (Marilyn Manson y Nine Inch Nails), Tommy Stinson (ex bajista de los Replacements), Josh Freese (ex baterista de los Vandals) y Paul Huge, su amigo y guitarrista desde hace años. Si bien admite que "nadie amaba al viejo grupo tanto como yo", Rose parece estar convencido de que ya no puede trabajar con sus ex colegas. Por otra parte, insiste en que -exceptuando los casos del baterista Steven Adler y de su reemplazante Matt Sorum- los ex miembros de los Guns se fueron sin que nadie los echara.
Rose atribuye algunos problemas del viejo grupo a adicciones varias. A pesar de haber sido protagonista de diversos rumores de sobredosis, Axl asegura que, más allá de haber experimentado alguna vez por "motivos de creación", el consumo de drogas "no cautivó mi interés". Está absolutamente convencido de que los miembros de la banda intentaron destruirlo, en parte debido a los celos que provocó el hecho de que la fama lo eligiera a él. "Cuando estábamos en los aeropuertos y la gente no le prestaba atención a Duff y me pedía un autógrafo a mí, eso no les caía muy bien", recuerda Rose. "Los músicos decían: «¿Y yo qué soy? ¿Una baldosa? ¿Y yo qué soy? ¿De madera?»." La situación se puso cada vez más tensa. "Querían pisarme", dice. "Era una lucha de poderes."
Rose parece alejado de muchos antiguos compinches, situación a la que no contribuyeron para nada las numerosas demandas judiciales que lo implicaron durante buena parte de la década pasada. Menciona que, hace un tiempo, su cámara de seguridad registró una visita inesperada de Izzy Stradlin a la puerta de su casa, pero enseguida aclara que no tenía interés en reunirse con su viejo compañero de escuela y ex colaborador, cuyos pasos había seguido originariamente desde Indiana hasta Los Angeles. "No sería sano para mí", explica. "Izzy volvió a Indiana", continúa, moviendo la cabeza de un lado a otro como si no pudiera creerlo. "Eso explica claramente lo absurdo de todo el asunto. La idea de volver a Indiana, de por sí... Ni siquiera estoy criticando a Indiana; lo que pasa es que yo sé que Izzy la odiaba como la puta madre. Fui con él al colegio secundario. Es algo lamentable. Fue por la fama, la adicción a la heroína y el miedo a la muerte. Cuando Izzy abrió los ojos en Nueva York con el cuerpo lleno de cables de electrocardiogramas, no entendía ni cómo se los habían puesto, pero sabía: «Creo que ayer a la noche tuve una sobredosis y logré volver a mi casa»… de eso se trataba. Hasta ahí se había estado hundiendo, pero ése fue el fin. Y después, cuando dejó la droga... Creo que en realidad se trata del coraje que hace falta para enfrentar a un público tan grande. Yo no lo llamaría miedo escénico. Es otra cosa. Y parece que los Guns no podían prepararse mentalmente para eso sin medicarse."
Incluso cuando tuvieron que elegir temas para la reciente retrospectiva Live Era ’87-’93, Rose y Slash -a quien el cantante describe como "negativamente seductor"- se comunicaron sus preferencias a través de intermediarios. "Nunca dije que estuviera resentido", explica Rose, con su peculiar preocupación por hacer distinciones exactas. "Herido, sí. Desilusionado. O sea, con Slash, en mi vida me acuerdo de haber llorado por todo tipo de cosas, pero nunca había sentido lágrimas calientes, lacerantes... lágrimas calientes y lacerantes de furia. Lo que me pasó, esencialmente, es que yo lo miraba a Slash y no lo entendía. El tipo tocaba con quien fuera, desde Space Ghost hasta Michael Jackson. No me entra en la cabeza. Yo quería que todo el mundo lo amara y lo respetara. Y tuve que presenciar cómo él tiraba todo por la borda."
"Después de intentar durante años resolver las cosas con sus viejos compañeros, le llevó un buen tiempo organizar lo que tiene ahora", cuenta Goldstein. "En la época en que tratábamos de armar algo con los otros chicos, yo tenía mis dudas. Pero ahora Axl cuenta con un grupo, parece que se hizo amigo de los integrantes, y es una unidad muy compacta, cosa que no necesariamente ocurría antes. Todo el material que escuché es grandioso. Es deslumbrante, variado y -me parece- bien vale la pena esperarlo." El proceso de reconstruir -y de reinventar continuamente- a los Guns n’ Roses es difícil, además de lento y, por supuesto, costoso. Rose señala que los gastos no serán tan terribles si, tal como él espera, consigue dar forma a otro disco a partir de las horas y horas de material que se comprometió a registrar; posiblemente, un álbum aún más industrial que Chinese Democracy y más influido por la música electrónica. "Me gustaría que, gradualmente, algunos de los viejos admiradores de Guns entraran en el siglo xxi junto conmigo."
A lo largo del camino, fueron y vinieron productores varios; entre ellos, Youth (The Verve) y el charlatán Moby ("Le agradezco por toda la promoción que nos hizo, ¡pero que se calle la boca de una buena vez!"). Pero parece que la asociación de Rose y Beavan para esta producción resultó positiva. De todos modos, Rose volvió a sentirse lastimado cuando Robin Finck, ex Nine Inch Nails, que figura como integrante de todo un ejército de guitarristas -compuesto por Paul Huge, el héroe de culto Buckethead, Dave Navarro, Gary Sunshine (profesor de guitarra de Rose) y el mismo Rose-, los a-bandonó para acompañar a nin en su gira.
Tras un silencio público tan prolongado, Rose parece tomar el álbum como una oportunidad definitiva de ofrecer su punto de vista sobre las batallas que le tocó protagonizar, en particular contra sus ex camaradas y -la que le causó aun más pesar- contra su ex prometida, la supermodelo Stephanie Seymour, de quien se separó en pésimos términos. Rose desea que alguna vez el hijo de Seymour se tope con el nuevo disco. "Espero que lo escuche cuando sea grande, si es que quiere conocer la historia y saber la verdad", dice con cierta calma.
Sin embargo, en lugar de proponerse crear una obra negativa y rencorosa, Rose parece ansioso por generar algo "positivo". Por eso resolvió deshacerse de las dos canciones más discutibles de los G n’ R: "One in a Million", del disco G n’ R Lies (1989) -cuya letra menosprecia a los "maricones", "inmigrantes" y "negritos"- y el cover de "Look At Your Game Girl", de Charles Manson, último track de The Spaghetti Incident? (1993). Si bien Rose siempre se mostró reacio a explicar o a justificar sus decisiones artísticas, llegó a la conclusión de que, en los dos casos anteriores, "se las malinterpreta con demasiada facilidad". A partir de este mes, ambos temas serán eliminados de futuras reediciones.
Respecto de su reputación de ermitaño y su misteriosa reclusión en su casa de Malibú, Axl aclara:
-No acostumbro salir de noche, porque no creo que lo mejor para mí sea estar ahí afuera. Estoy armando algo muy lentamente, y parece que no está ahí afuera sino más bien acá adentro, en el estudio y en mi casa. Muchas veces vine aquí y no tenía la menor idea de que sería capaz de hacer las cosas bien. Si trabajás con cuestiones que te deprimieron como la puta madre, ¿cómo sabés que podés expresar ese sentimiento? En ese momento, pensás: «La vida es una porquería». Después venís y decís: «La vida es una porquería», pero lo es de un modo realmente hermoso".
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