
Berlín recibe al teatro argentino
La escena porteña es centro de atracción mundial, según el talentoso dramaturgo germano Mathias Lilienthal
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Un extraño puente une el teatro porteño a la escena alemana, con una cabecera de playa enigmática: la ciudad de Berlín. Durante esta temporada, alrededor de diez espectáculos de la escena alternativa local encontraron un hueco en la ciudad del Love Parade.
Pero las cosas no terminan allí: Alejandro Tantanian estrenó allí su última obra, "sambô" (sic), una pieza que elaboró en Alemania y que formó parte de su trabajo como becario en la Academia Solitude, de Stuttgart. Junto a Rafael Spregelburd (también becado en Hamburgo) y Javier Daulte, presentará su nuevo montaje en Berlín. Más aún, algunos espectáculos que suelen poblar la escena alternativa realizan alianzas para producir sus nuevos montajes con capitales germanos.
A la luz de esta realidad, Berlín se ha transformado en una plaza con más llegada para el teatro argentino que la mismísima Madrid. Y vale aclarar que este desembarco silencioso se viene realizando sin ningún tipo de apoyo por parte de la Cancillería argentina.
Si bien es cierto que estos montajes se presentan en salas pequeñas, no por ello pasan inadvertidos. Por ejemplo, en el marco del Teatro del Mundo (o Theater der Welt) que se realizó el año último en Berlín, la crítica especializada del Berliner Tageszeitung dijo que la obra de Ricardo Bartis, "El pecado que no se puede nombrar", fue "el punto culminante del festival". Un encuentro escénico que reunió a puestistas de la talla de Giorgio Strehler o Richard Foreman.
En ese festival, su curadora, Nele Hertling, programó el espectáculo de Bartis junto a "Cachetazo de campo", de Federico León; "Dens in dente", de Mariana Oberzstern, y "Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín", con puesta de Rubén Szuchmacher y Edgardo Rudnitzky. Así se armó una muestra que se realizó en el Theater am Ufer berlinés, un hermoso loft que permitió al público germano tomar contacto con la producción local.
Para entender esos textos, que se ofrecieron en castellano, los alemanes prevén todo: desde subtitulado hasta programas de mano con la explicación de la obra y -por si fuera poco- la posibilidad de tener con anticipación el texto traducido.
Con el paso del tiempo, la sala que administra Nele Hertling, el Hebbel Theater, se convirtió en una especie de Callejón de los Deseos berlinés. O sea, la puerta de entrada para la escena argentina en, paradójicamente, la ciudad del Muro.
Así como la puesta de "Máquina Hamlet" que montó El Periférico de de Objetos presentó en nuestro país la dramaturgia del germano Heiner Müller, esa edición del Teatro del Mundo fue el puente más sólido para introducir al teatro argentino en la escena alemana. Un vínculo generado por la aguda observadora Nele Hertling, que estuvo a cargo de la curación del festival berlinés. En su próxima edición, por realizarse en 2002, la tarea de selección artística estará a cargo del dramaturgista Matthias Lilienthal; el mismo que durante ocho años trabajó en la compañía Volksbühne y que, en la última temporada, vino a nuestro país con "Murx. Una velada patriótica", aquella experiencia culminante del II Festival Internacional de Buenos Aires.
Las cajitas de zapatos
"¿Por qué no va a gustar el teatro argentino en Berlín si Buenos Aires es una de las ciudades más apasionantes? Diría que es la capital del teatro, claro que lo que se produce se muestra en cajitas de zapatos" , afirma este señor de aspecto poco formal que estudió ciencias teatrales, historia y germanística. Por cajitas de zapatos Lilienthal se refiere a los lugares donde se presentan estas obras: salas pequeñas en las que el espacio escénico es casi el teatro en sí mismo.
En esta avanzada, Lilienthal considera que hay tres nombres fundamentales: El Periférico de Objetos, Federico León y Ricardo Bartis, un tríptico que suele poblar la escena germana. En esta temporada el público alemán pudo ver la última producción de El Periférico, "Monteverdi, método bélico", antes que el argentino.
"Cuando estas obras pasaron por Berlín comenzaron a transformarse en un éxito. Con el festival empezó una moda por lo porteño, sumada a la predilección berlinesa por lo que viene de Buenos Aires", apunta Lilienthal en diálogo con La Nación .
Para instalar esa "moda" hubo quienes elaboraron una delicada estrategia. Como reconoce el director Augusto Fernandes, que desarrolló buena parte de su formación en Alemania, "el Instituto Goethe juega un papel fundamental en todo esto". Tanto Gabriela Massuh, directora de programación cultural del Goethe, como Silvia Fehrmann, su mano derecha, se han convertido en finas arquitectas de este puente. Son ellas las que guían a buena parte de los programadores culturales con una mirada siempre puesta en el teatro alternativo, en esas producciones que se realizan en cajitas de zapatos , como le gusta decir a Lilienthal. Así, la rueda comenzó a girar y, hoy, los resultados saltan a la vista.
Del Abasto a Berlín
¿Pero qué puede gustar del teatro argentino en un país como Alemania, tan ligado a la vanguardia? Gabriela Massuh aporta su opinión: "El teatro local -al igual que el cine de directores como Pablo Trapero, Adrián Caetano y Pablo Reyero- posee una madurez estética que está dada por la pobreza. Son géneros que están diciendo algo sobre el megaespectáculo, sobre la globalización. Por eso estos creadores hacen gran teatro en espacios muy pequeños. Y aunque cuenten historias fragmentadas e incomprensibles para los que están acostumbrados a ver una obra lineal, constituyen un fenómeno muy particular que genera una enorme atracción en Alemania".
Para explicar la llegada de estos espectáculos, Lilienthal analiza su propia aldea: "Uno de los problemas de la escena germana es que posee una enorme dificultad para crear misterio, enigma. La sociedad alemana está orientada al éxito económico; todos los ámbitos están sometidos a la razón. En contraposición, en las producciones que vi estos últimos días en Buenos Aires, reconozco una dimensión del absurdo que tal vez se nutra en Borges, en Kafka y que -vistos desde la perspectiva de afuera- suena apasionante".
Fernandes volvió de Alemania hace pocos días. "Ellos están disconformes con su teatro, pero cuentan con una cultura muy activa. Poseen una gran producción teatral, quizá mayor que la de ninguna otra ciudad europea, por eso siempre vas a encontrar 10 o 20 trabajos que te fascinen." Tantanian, otro teatrista que hace poco retornó a Buenos Aires luego de cuatro meses, agrega: "El aparato burocrático es tan sólido, tan controlador, que las experiencias parecen pasteurizadas. Será por eso que les gusta la característica visceral de nuestro teatro".
Los unos y los otros
Ninguna de las obras que hacen su temporada en Alemania posee los elementos folklóricos que pueden consumir los europeos. En otras palabras: no están basados en el tango ni poseen elementos testimoniales que den cuenta de la última dictadura.
Eso sí, los críticos germanos y el mismo Lilienthal analizan las piezas relacionándolas con el gobierno militar. "En contraposición a la dramaturgia posterior a la caída del Muro -dice-, que no pudo articular el tema de la reunificación, en las obras argentinas hay un análisis del pasado muy notable. Quizá tenga que ver con un despertar después de la dictadura. Quizás implique una especie de retorno al teatro político en el sentido de relacionarse con la vida en general, no en el sentido de tener una utopía que sirva para determinar el bien y el mal." Sin embargo, indica Massuh, "cuando le comenté a León que seguramente la crítica iba a relacionar a esa familia de "1500 metros sobre el nivel de Jack", que está casi hundida, con la gente que fue arrojada al Río de la Plata, se enojó. De todos modos, no se puede analizar estos montajes sólo desde esa perspectiva. En ellos hay un señalamiento de cierto fracaso de una generación y un rescate del pasado como algo constitutivo. Y eso pega en Alemania".
Ahora, la mirada de los curadores germanos (y en esta clasificación habría que incluir al reciente Festival de Viena) se posa en montajes que pertenecen a la nueva camada del teatro local. Por eso, estos curadores hablan de León, Bartis y El Periférico como de Javier Daulte, Gabriela Izcovich, Marcelo Bertuccio, Cristian Drut, Rafael Spregelburd, Beatriz Catani o el mismo Tantanian, entre otros. Yhasta se llevan experiencias de danza-teatro, como el espectáculo "Hondo".
Ellos forman parte de esta nueva camada, de un puente que comenzó hace varias décadas cuando directores fundamentales de la escena local, como Augusto Fernandes o David Amitín, desarrollaron su aprendizaje en tierras germanas. O, como exponente de la generación intermedia, el mismo Rubén Szuchmacher.
Un recorrido que abarca los ideales de un hombre nuevo, historias de exilios, guerras y reencuentros. Con todo ese mundo a cuestas, actualmente el puente tiene sus pilares en estas cajitas de zapatos, pero, claro, en medio de la globalización. Así es como algunos de estos grupos que realizaron sus primeros pasos sin apoyo alguno, se ven atravesados por la aldea global. Tal es el caso de El Periférico de Objetos.
"Dos directores alemanes nos propusieron producir nuestro próximo espectáculo. Más aún, de Stuttgart nos invitan para que el año próximo nos instalemos un tiempo allí y desarrollemos un proyecto.Da la sensación de que la globalización llegó al arte", destaca Daniel Veronese, uno de los directores de El Periférico.
Ellos, que nacieron en las orillas, que estrenaron su primera obra en el Parakultural, se han convertido en exponentes de esta aldea que no respeta nacionalidades. Esta camada de teatristas que dieron a conocer sus obras cuando el Abasto se parecía al Bronx, o que las estrenaron en un pasillo abandonado del Centro Cultural Recoleta, llevan ahora sus cajitas de zapatos a Berlín, y allí despiertan los mismo elogios que acá, o más. Eso sí, respetando las dimensiones con las que se trabaja en nuestro país. O sea: sin grandes neones que atrapen la atención del "gran" público. Silbando bajito, pero configurando un extraño puente entre las dos ciudades.
"Berlín y Buenos Aires poseen determinadas afinidades, melancolías que nos preocupan a ambos pueblo. En fin, estados de ánimo", sugiere Lilienthal. Quizás ese silencio que se percibe en Alexanderplatz tenga algo que ver con algún rincón desconocido de Buenos Aires. "Son dos ciudades muy estimulantes, ambas están en permanente búsqueda de fórmulas nuevas. Por eso se genera una especie de espejo, de mutua fascinación. Y hay algo de la contemporaneidad berlinesa que acá nos resulta atractivo. De otra manera ¿cómo se entiende la fascinación que aquí despierta el Love Parade?", se pregunta Massuh.
Quizá, como el personaje de Lola en la película de Tom Tykwer, Buenos Aires corra detrás de esa contemporaneidad berlinesa y aporte su propia voz a sus jóvenes de pelos coloridos; a esa ciudad cuyo icono actual son las grúas que, como si fueran una gran instalación urbana, copan Postdamer Platz, sector donde antes estaba el Muro y ahora la gran metrópoli muestra su nueva cara reunificada.
"Durante los años setenta Berlín fue la cuna de la metafísica de la decrepitud -asegura Massuh-. La nueva geografía de Postdamer Platz dirá qué están construyendo." Por lo pronto, la ciudad oficia de espejo para una obra tan argentina como "Cachetazo de campo". Yvaya a saber uno a partir de qué paradoja. Aunque cachetazo se diga en alemán Ohrfeige, o la historia transcurra en medio de la pampa argentina, la ecléctica berlinesa se convirtió en pasto fértil para estas historias. En fin, un enriquecedor caso de sincronización cultural.
Estrechando vínculos
Mathias Lilienthal es el nuevo director del festival Teatro del Mundo, que tendrá lugar en dos años en diversas ciudades germanas. ¿Su táctica? Toparse con el teatro: "Daniel Veronese me cuenta que tiene ganas de hacer algo sobre el tema del suicidio. Le cuento acerca de un libro que leí cuando era joven; me acuerdo de las embajadas vacías que hay en Bonn porque se trasladaron a Berlín, y nos damos cuenta de que sería bueno hacer algo allí".Así va dando sus pasos.
Intercambio bastante desparejo
En la actual temporada, alrededor de 10 espectáculos argentinos se presentan en Alemania, mientras que el Instituto Goethe traería sólo uno alemán a fin de año. Una relación despareja. Sin embargo, las influencias artísticas se miden de otra manera y no necesariamente según la presencia de un grupo en determinado país.
Aún a pesar de la barrera idiomática, la influencia germana en estas tierras es innegable. Un abanico que va de Bertolt Brecht y su peso en el teatro independiente al legado de las coreógrafas Pina Bauch y Susanne Linke. En las dos últimas ediciones del Festival Internacional de Buenos Aires, las producciones que vinieron de Berlín fueron los momentos culminantes del encuentro escénico En primera instancia fue "La resistible tentación de Arturo Ui", a cargo del Berliner Ensemble, con dirección de Heiner Müller. El año último, el asombro se volvió a repetir con "Murx. Una velada patriótica", interpretada por la compañía Volksbühne, dirigida por el suizo Cristoph Marthaler con dramaturgia de Mathias Lilienthal.
Nuevos horizontes
El caso de Müller es emblemático y se convirtió en uno de los dramaturgos europeos de mayor peso en la escena porteña. El montaje de su pieza "Máquina Hamlet" que realizó El Periférico de Objetos, con dramaturgia del alemán Dieter Welke, fue fundamental. "El encuentro con Müller implicó acercarse a una teatralidad que en otro momento hubiera sido tildada de no-teatro . Müller nos abrió un camino hacia un tipo de dramaturgia que es al mismo tiempo poética, política y fragmentaria. Para nosotros y para muchos de nuestra camada fue como un despertar", sostiene Daniel Veronese, uno de los directores de ese montaje.
Los cinco años que "Máquina Hamlet" estuvo en cartel confirman el impacto que produjo esa obra. Y si bien no se estrenaron muchas más piezas de Müller, el dramaturgo se convirtió en un personaje de culto, aun entre los más jóvenes. Es el caso de Rodrigo Malmstein, director y dramaturgo de "Kleines Helnwein", que se ofrece en el Callejón de los Deseos. "Si bien en mi texto no hay nada de Müller, lo más importante en relación con su dramaturgia es que en mi trabajo aparece algo de su fragmentación y la búsqueda de dar sentido a un todo." El joven Malmstein es uno de los tantos que están esperando definición para presentar su pieza en Alemania. El puente de ida y vuelta entre Berlín y Buenos Aires sigue vivo.





