"Café de los maestros", en versión fílmica

Desde que aceptó el trabajo de documentar en una película todo lo que genera el reencuentro de las leyendas vivas del tango (disco, libro, espectáculos y película), el realizador Miguel Kohan supo que la comparación de "Café de los maestros" con el formato "Buena Vista Social Club" iba a ser inevitable. Pero según este fotógrafo y cineasta formado en la Universidad de Los Angeles (que, además, es médico), aquella película que dirigió Wim Wenders en 1999 sobre los músicos cubanos rescatados por el proyecto Ry Cooder "no tiene la misma coyuntura que ésta, más allá de que comparten el retrato de una generación".

Ya lleva 158 horas filmadas en video digital sobre las sesiones de grabación del disco "Café de los maestros". "Hay siete personas trabajando en la visualización del material. Es un trabajo minucioso, porque se necesita tener buen oído musical y tanguero para saber seleccionar", cuenta Kohan.

Vida cotidiana

En agosto comienza la segunda etapa de este proyecto cinematográfico que produce el brasileño Walter Salles, director de "Estación Central" y "Diarios de motocicleta". "Haremos un seguimiento de la vida cotidiana de cada uno de los músicos para terminar, el 12 de diciembre, con la filmación de la presentación de «Café de los maestros» en el Colón. Es un proyecto muy grande y necesario. Los protagonistas son figuras que lo merecen y quienes no vivimos el apogeo del género, también", explica este director nacido hace 47 años, en Buenos Aires.

"Vengo de filmar una historia sobre el folklore olvidado y ahora llego al tango; con mis películas estoy conociendo la Argentina, geográfica y culturalmente", señala Kohan y regala unas postales de su realización anterior, "Salinas Grandes". Es un telefilm que ganó, en 2001, un concurso del Incaa para documentales sobre la crisis argentina. Este retrato de un hombre joven, Prudencio Alancay, que trabaja en un inmenso salar de la puna jujeña, se exhibirá este año en Canal 7 y probablemente llegue, el próximo, a las salas comerciales.

"Tenés que venir a filmarme a la peluquería cuando me hacen el peinado", le dijo a Kohan, entre risitas y guiños cómplices, la cantante Virginia Luque, la gran diva del tango que se prepara para su gran momento. "Para muchos músicos y cantantes, «Café de los maestros» es como volver a vivir. Creo que la falta de este tipo de proyectos hizo que iconos como ellos quedaran como suspendidos", opina el director mientras planifica cómo va a retratar el presente de cada una de las figuras.

Un trailer de 12 minutos funciona como sintetizador de este proyecto colectivo que busca registrar la memoria del tango y reconstruir el presente. Basta tan corto tiempo para que variados rasgos de carácter de los protagonistas -como obsesiones, virtuosismos, descuidos o sensibilidades extremas- se entrelacen con los perfiles musicales que el film recorta: "En estos músicos están representadas las cuatro escuelas del tango: la de Di Sarli, D´Arienzo, Troilo y Pugliese", afirma en el cortometraje Gustavo Santaolalla, presente en una de las grabaciones en los míticos estudios Ion, del barrio porteño de Once.

Las situaciones que registran las cámaras de Miguel Kohan confirman que con cada uno de los participantes de este proyecto se podría, perfectamente, hacer una película entera. "¡Qué virgen está el tango en la Argentina!", dice con su gracia Horacio Salgán. De esta apreciación la imagen salta a las lágrimas que se escapan de los anteojos oscuros de Nelly Omar, la cantante de 93 años que se presentó, en mayo, en el Luna Park. Carlos Lázzari, el bandoneonista de D´Arienzo, recuerda lo festiva que era Buenos Aires hace varias décadas, cuando un porteño de ley curioseaba en cabarets y en cualquier café y a toda hora podía sentarse a escuchar tango. El técnico de sonido "el Portugués" Da Silva le dice a Leopoldo Federico: "El día que vos no quieras tocar más yo no grabo más". Alberto Podestá canta nuevamente "Percal? tristeza del percal?" y explica el significado social de esa famosa tela de algodón que vestía a las mujeres de pocos recursos. Con sus modernos anteojos de color, Mariano Mores escucha una grabación mientras acompaña con sus brazos la danza de su violín imaginario. Y, entre otros recortes de este reencuentro, Gabriel "Chula" Clausi hace ensayar a su bandoneón desde el escenario del Teatro Colón, que todavía lo mira vacío, mientras se prepara para aplaudirlo, como merece, el 12 de diciembre.

Por Lorena García

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