Chus Lampreave: adiós a la chica Almodóvar original
La actriz española de la vocecita mínima y los anteojos mayúsculos tenía 85 años y había rodado a las órdenes de grandes directores como Marco Ferreri y Fernando Trueba, pero su consagración como capocómica se dio a través de los diez films que realizó con el cineasta manchego
"Es un Buster Keaton femenino", decía en su momento Pedro Almodóvar sobre ella. "Una de las razones de hacer películas es para encontrarte con gente como ella", aseguraba Fernando Trueba, el director que le consiguió su primer y único Goya por el film Belle Epoque. Ayer, en Almería, murió Chus Lampreave, la más chica Almodóvar de todas las chicas Almodóvar.
La actriz, nacida en 1930, trabajó en 10 films del cineasta manchego. Su primera colaboración fue en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, en 1980. Pero no le resultó fácil a Almodóvar convencerla de sumarse a su troupe, de la que luego sería una de las integrantes más fieles y representativas. Es que Lampreave, una de las más destacadas intérpretes secundarias del cine español de las últimas tres décadas, siempre decía que había llegado a la actuación de casualidad, sin intención de convertirse en el ícono, en la madre de todos, en la tía algo perdida y terriblemente graciosa que tantas veces fue.
A principios de los años cincuenta, cuando tenía veinte años, había ingresado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y al terminar sus estudios trabajó como ilustradora en la editorial Aguilar. Más tarde empezó a estudiar dirección en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, y allí conoció al director Jaime de Armiñán, que le ofreció su primer papel como actriz en uno de los primeros programas televisivos de TVE, en los albores de la televisión pública española, cuando sus estudios quedaban a pocas cuadras del estadio Santiago Bernabeu, del Real Madrid.
En la gran pantalla debutó en 1958 con un papel en El pisito, de Marco Ferreri, con el que repetiría dos años después en El cochecito. Claro que de las más de setenta películas en las que participó -El verdugo, Mi querida señorita, El amor del capitán Brando, La guerra de papá y La escopeta nacional, entre otras-, su etapa más reconocida en su país y en el mundo llegaría gracias a su sociedad con Almodóvar.
Gracias a su trabajo en Entre tinieblas , Laberinto de pasiones, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Matador, La flor de mi secreto, Hable con ella, Volver y Los abrazos rotos, su última colaboración, Lampreave fue capocómica, voz de la España posfranquista e irreverente personaje capaz de decir los textos más surrealistas como quien recita la lista de los mandados.
Su tempo para la tragicomedia y el melodrama almodovariano la volvió inolvidable, aunque, cumpliendo con la regla de oro de los secundarios, sólo tuviera pocos minutos en pantalla. Allí estaba, como la encargada del edificio en el que vivía el personaje de Carmen Maura en Mujeres al borde de un ataque de nervios, imposibilitada de mentir, según ella, por ser testigo de Jehová y de ayudar a la protagonista por pura mala onda, como la suegra diabética y bebedora de ¿Qué hecho yo para merecer esto? y la inolvidable madre de La flor de mi secreto.
"¡Tan joven y ya estás como vaca sin cencerro! Perdida, sin rumbo, sin orientación, como yo. Yo también estoy como vaca sin cencerro, pero a mi edad es normal. Por eso quiero vivir aquí, en el pueblo. Cuando a las mujeres nos deja el marido porque se ha muerto o se ha ido con otra, que para el caso es igual, debemos volver al lugar donde nacimos. Visitar la ermita del santo, tomar el fresco con las vecinas, rezar las novenas con ellas, aunque no seas creyente. Porque si no, nos perdemos por ahí como vaca sin cencerro", recitaba la maravillosa Lampreave con su vocecita y esos anteojos culo de botella en aquel maravilloso film de Almodóvar en el que interpretaba a la madre de pueblo del personaje de Marisa Paredes. Aunque, en realidad, era para el director el retrato de su propia madre, alguien que sólo Chus podía encarnar.