La última gran estrella
A los 50, el actor es uno de los más poderosos productores de Hollywood y una presencia siempre magnética en la pantalla grande
Empieza Jack Reacher : se lee "A Tom Cruise Production". El siguiente crédito es "Tom Cruise". Y ahí viene el título de la película. Tom Cruise produce, debutó en ese rol en 1996 con Misión Imposible . Tom Cruise actúa. Tom Cruise es una estrella poderosa. Está entre los actores más taquilleros desde los ochenta. Nació en 1962. Era un joven en Negocios riesgosos (1983) cuando los nacidos en los setenta éramos niños.
Hoy tiene cincuenta años y es más joven que muchos con menos edad. Y es una estrella en toda regla, a estas alturas una de las más convocantes de toda la historia del cine. Una estrella magnética, una marca insoslayable, una de esas personalidades de las que interesan en el mundo de los chismes. Pero Tom Cruise es mucho más grande que cualquier chisme: es un actor de cine con presencia clásica, perdurable. Tom Cruise. Se pronuncia Tom Crus, no Tom Crais.
Algunos espectadores, incrédulos y "superados", consideran a Tom Cruise como un actor descartable y hasta risible.
Veamos, Tom Cruise actuó con estos directores: Steven Spielberg, John Woo, Stanley Kubrick, Brian De Palma, Michael Mann, Tony Scott, Ridley Scott, Martin Scorsese, Paul Thomas Anderson, Francis Ford Coppola. Y hay más directores para nombrar, y grandes películas sin tanto nombre, o que pasaron inadvertidas como Knight and Day (aquí titulada –ay– como Encuentro explosivo ), de James Mangold, una de esas películas de espionaje, acción y romance en clave ligera: nada es serio, todo es, en el mejor de los sentidos inocuo, superficial, veloz, burbujeante, seductor, lujoso. Tom Cruise y Cameron Diaz –otra estrella de presencia clásica– se seducen y seducen, y se mueven en una de acción como si bailaran en un musical. Tom Cruise, muscular, eléctrico, vivaz, es un algo así como un Gene Kelly (también 1,70 de altura) de la acción. Knight and Day tenía algo de musical en sus coreografías de persecuciones, caídas y escapes.
Sólo alguien con el nervio cinematográfico de Cruise, con su poderío cinético, con su ausencia de complejos en la pantalla, con su determinación para el movimiento, pudo cargar en sus hombros con una responsabilidad no demasiado señalada del cine contemporáneo, pero importantísima: Cruise fue el protagonista de la primera película de "acción en vivo" (o sea, no de animación) de Brad Bird, uno de los faros del cine actual. Bird había dirigido El gigante de hierro, Los increíbles y Ratatouille . Y cuando pasó a filmar actores hizo Misión Imposible-Protocolo fantasma , y lo hizo con Cruise como actor y con Cruise como productor. En esta Misión imposible Cruise supera lo que había hecho con De Palma y Woo como Ethan Hunt: demuestra que puede actuar, correr y muchas más cosas a la vez, y también aparecer quieto y preparado para emprender de nuevo el vuelo de la acción. Carisma y confianza en sí mismo: Cruise sonríe y se cuelga de un edificio altísimo en Dubai y llena la pantalla con un magnetismo y una versatilidad difícil de encontrar en otras estrellas. Cruise está a la altura de los desafíos que se impone.
El otro sentido del humor
Quizás algunos sigan riéndose de Cruise, y haciendo chistes de diversa índole sobre su vida personal. Pero Cruise tiene otra virtud: el sentido del humor que pone en juego en la pantalla (si tiene o no sentido del humor en "la vida real" les importa a otras notas, no a ésta). Sí, claro, por supuesto que los elogios le llegaron con su actuación –de alta calidad y magnética como es habitual, y convincente en su intensidad– para Magnolia . Quienes se refugian en la solemnidad y rechazan a las estrellas de cine no le reconocen mucho más que Magnolia a Cruise, y eso que películas como Jerry Maguire se vaporizarían en el aire sin su presencia. Y en cuanto al sentido del humor, Cruise posee además la inteligencia como para reírse de sí mismo. Otro director de los buenos con los que trabajó Cruise es Ben Stiller. En Tropic Thunder (aquí bautizada –ay– como Una guerra de película ) Cruise interpreta a un "poderoso de Hollywood" (Cruise está en esas listas hace muchos años), que desde su oficina maneja la producción y distribución mundial de películas: el mapa del mundo es apenas su tablero de juegos maquiavélicos. Un villano paródico en toda regla. Hay que recordar, además, que Cruise había sido objeto de sketches paródicos por parte de Ben Stiller en The Ben Stiller Show (1992-1993): Stiller (1,73 de altura, igual que Bogart) presentaba una publicidad de un espectáculo de Broadway con "Tom Crooze", un actor que no podía más de egocéntrico y que revivía sus grandes éxitos en teatro. Ese big shot de Hollywood en Tropic Thunder , que bailaba al final, no fue el único personaje malvado de Cruise: lo hizo de forma más seria e impecable (y lo de impecable va no sólo por su actuación, impecable también eran su traje y su actitud) en la fundamental Colateral de Michael Mann. Su asesino a sueldo –frío, maquínico, cerebral—es una de las más grandes creaciones de su carrera.
Cruise, además, tiene la gran capacidad –tal vez proveniente de su generosidad confiada de ser una estrella– de dejar brillar a sus compañeros de elenco. Esa virtud, además de generosa, es de una gran astucia a largo plazo: con los años, actuaciones de las que se dijo que eran apenas comparsa taquillera para el lucimiento de Dustin Hoffman, Paul Newman y Jack Nicholson en Rain Man, El color del dinero y Cuestión de honor , respectivamente, se revelan con una solidez y una perdurabilidad destacables. Cruise construyó su carrera, además de con grandes directores (hay muy pocos actores o actrices actuales que puedan ostentar una lista de semejante calidad) sino también junto a grandes actores, y lo vuelve a hacer en Jack Reacher , en la que aparece junto a Richard Jenkins y Robert Duvall, y hasta enfrenta a Werner Herzog. En Jack Reacher Cruise tiene, además, muchos de esos diálogos filosos y potentes que se escriben para que los grandes los hagan aun más potentes, los materialicen con la confianza a pleno. No se pierdan, por prejuicios infundados, de ver a uno de los grandes actores en la cumbre de su arte.
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