Las curas más disparatadas del cine para las pandemias
A continuación, algunas de las soluciones más (y menos) efectivas que propuso el cine ante el brote de una pandemia ficticia que pone en riesgo a la humanidad, en algunos casos con muchos puntos de contacto con la de coronavirus que actualmente mantiene en cuarentena a 4000 millones de personas alrededor del globo, según cifras de The New York Times. Líderes del mundo, no intenten esto en sus países.
Guerra Mundial Z
Patógeno: virus zombi
Cura: enfermedad mortal
Mel Brooks y su hijo Max protagonizaron recientemente un divertido video en el que difunden recomendaciones para evitar el contagio del nuevo virus. Max no es un improvisado en el tema –dado que escribió la novela en la que se basó este film, disponible en Netflix–, que también expone una serie de propuestas para combatir una pandemia. Aquí, se trata de un virus que convierte a los infectados en zombis rabiosos que contagian al morder a una persona sana. La primera nación que los enfrenta exitosamente en la historia es nada menos que Corea del Norte, que sacó el problema, literalmente, de raíz: en la ficción, decide extraer las dentaduras de 23 millones de personas. Israel, en cambió, optó por construir un muro que duró lo mismo que los zombis tardaron en darse cuenta de que podían saltarlo. Finalmente (spoiler alert) Brad Pitt, sin estudiar ni una línea de microbiología, salva el mundo al notar de que los enfermos terminales no son apetecibles para los zombis. Su conclusión: para combatir al virus mortal hay que inocularse con otro virus mortal. Aunque el remedio parece salido del vademécum del doctor Lecter, da resultado.
Soy leyenda
Patógeno: virus Krippin
Cura: distanciamiento social
En esta película de zombis caníbales disponible en Netflix, la doctora Alice Krippin (Emma Thompson) modifica el virus del sarampión para lograr una vacuna contra el cáncer. ¿El resultado? Un virus que mata instantáneamente al 90 por ciento de la población mundial y transforma al diez por ciento restante en mutantes antropófagos que se alimentan de los sobrevivientes, hasta que solo queda Will Smith. Como último humano en un mundo de zombis, razonablemente, su estrategia para sobrevivir es vivir encerrado en una mansión-fortaleza de la que sale para actividades esenciales, como procurarse comida y devolver películas en Blockbuster (para los lectores jóvenes: Blockbuster era como Netflix, pero para ver una película, en vez de apretar un botón había que salir de casa; no es de extrañar que haya cerrado). La postura anticientífica del comienzo luego se revierte porque Smith también es un investigador médico que busca una cura. Esta es la tercera versión de la novela de Richard Matheson: la primera (The Last Man on Earth), fue protagonizada por Vincent Price; la segunda (The Omega Man), por Charlton Heston. Esta última, a su vez, inspiró uno de los cómics argentinos más recordados de los 70, Mark de Robin Wood, serializado en El Tony.
Epidemia
Patógeno: virus Motaba
Cura: antisuero
El cine y TV suelen afirmar que las peores enfermedades provienen de lugares remotos para la civilización occidental. En el caso de este film, ese lugar es el Africa subsahariana, donde aparece un virus, bautizado Motaba, extremadamente contagioso y cien por ciento mortal. Cuando un brote se dispara en un pueblo de Zaire, la esperada "ayuda humanitaria" adquiere la siniestra forma de una bomba termobárica, que incinera a todos los infectados. Caso cerrado, al menos hasta que el virus reaparece en los Estados Unidos. Aunque no falta el militar dispuesto a bombardear a sus connacionales, el virólogo encarnado por Dustin Hoffman prefiere arriesgar todo por la posibilidad remotísima de encontrar al animal que podría albergar los anticuerpos para, luego, en tiempo récord, crear un suero inmunológico. Todo está en su contra salvo, claro, la magia del séptimo arte. Esta película, disponible en Netflix, probablemente haya creado una generación de cinéfilos fóbicos por una escalofriante escena en la que el punto de vista de la cámara se torna microscópico y muestra los incontables patógenos que expulsa al aire, en cada espasmo de tos, una persona enferma dentro de una sala de cine.
Doce monos
Patógeno: virus de laboratorio M5-10
Cura: viaje en el tiempo (fallida)
En 2035, lo que queda de la humanidad vive hacinada en enclaves subterráneos debido a que, en la superficie del planeta, un virus mortal terminó con la civilización. Ante el fracaso sistemático para encontrar una cura, los científicos del futuro en este film disponible en Flow, envían a James Cole (Bruce Willis) al pasado para que identifique el origen de la pandemia. El método de viaje, sin embargo, dista de ser perfecto y Cole reaparece reiteradamente en la época equivocada, algo que no contribuye demasiado a su ya frágil salud mental. Cole persigue la pista errada del "ejército de los doce monos", un grupo de liberación animal, pero no logra encontrar al doctor Peters, ambientalista demente que considera que la naturaleza debe ser salvada de la plaga humana. En lugar de aportar una solución, el viaje en el tiempo parecer ser aquello que pone todo en su lugar.
La amenaza de Andrómeda
Patógeno: microorganismo espacial
Cura: respiración y agua marina
Aunque los remedios para la epidemia de esta película de 1971 –disponible en Google Play y en Apple TV– parecen los ofrecidos por un gurú new age, en verdad, son producto de un rigoroso estudio científico. Cuando un satélite cae en el pueblo de Piedmont, Nuevo México, e instantáneamente todos los habitantes, salvo dos, mueren, el gobierno envía a un grupo de élite a desentrañar qué sucedió. Buena parte del film consiste en el estudio de un microorganismo especial en un laboratorio subterráneo, nombre clave Wildfire, caracterizado por la perfecta coordinación de color entre la pintura de cada habitación y el mameluco de los investigadores. Luego de un intenso e infructuoso análisis (los efectos especiales son de Douglas Trumbull, que venía de trabajar en 2001: odisea del espacio) y momentos antes de que el organismo espacial se libere, uno de los científicos concluye (spoiler) que el punto débil del virus alienígena es el PH alcalino, de modo que respirar rápido puede proteger a las personas y el mar puede desintegrarlo. Si tan solo en la realidad también fuera tan fácil. La película está basada en la primera novela del escritor (y médico) Michael Crichton, luego autor de otros éxitos como Westworld y Parque Jurásico.
Contagio
Patógeno: virus MEV-1
Cura: vacuna
Esta película de Steven Soderbergh –disponible en HBO Go– es el relato más detallado y verosímil del cine de ficción sobre el brote de una pandemia, aunque también pone en la enfermedad una carga moral: la responsable de llevar el virus a los Estados Unidos es una mujer adúltera (Gwyneth Paltrow), mientras que el único humano que es inmune es un marido fiel y padre ejemplar (Matt Damon). La pandemia es, entonces, un poco como una plaga bíblica. Tanto el brote como sus consecuencias, sin embargo, son de un realismo tal que parecen haber anticipado lo que hoy vemos diariamente: desde el aprovechamiento político hasta la aparición de oportunistas ofreciendo curas milagrosas pero también la dedicación de los médicos, la dificultad de la cuarentena y la vacuna que no aparece en el momento justo para salvar el día, sino meses más tarde. Este film de 2011 se convirtió en las últimas semanas en uno de los más vistos en streaming, acaso porque ofrece el consuelo de que esto, que recién empieza para nosotros, también tendrá un final.