Nadar en la incertidumbre
Despeinados por el sueño, el frío y el viento, los actores Nicolás Mateo, de 22, y Santiago Pedrero, de 24, llegan con puntualidad a la entrevista con LA NACION un domingo a la mañana. Son amigos desde antes de protagonizar la opera prima de Ezequiel Acuña, "Nadar solo", que se estrenará el jueves. Acompañados por Nicolás Fonzi, Antonella Costa, Manuel Callau y Mónica Galán, interpretan a dos adolescentes que, sin exteriorizar demasiado, intentan retomar el rumbo de una generación a la deriva.
Como sus personajes en "Nadar solo", Mateo y Pedrero no necesitan decir muchas cosas para entenderse. Tienen códigos e intereses comunes en el teatro, la música, el cine, y hasta compartieron inicios en TV, en ese semillero de caras nuevas que fue el programa "Verano del ´98". Ellos saben bastante de esto de trabajar de adolescentes.
Con frío frente al río, la mañana temprana del domingo no se presenta como la más recomendable para el diálogo. Nicolás Mateo viene de una noche de función de teatro en el San Martín, donde actúa en "Toque de queda", dirigido por Carlos Gorostiza. Y Santiago Pedrero, de su rutina semanal de grabación del programa "Costumbres argentinas" (donde es el amigo de Gabriel, integra la banda Los Monos de Ray y es el novio de Vivi) y de ensayar para "Variaciones Goldberg", la obra de Roberto Villanueva que estrena en el San Martín esta semana.
Después de sendos ensayos, la noche los encontró en los recitales de las bandas de sus amigos, Interama y Polaroid. Un café oscuro ayuda a hacer más fluido el diálogo. No es fácil remontarse en el tiempo. Pero aquellos adolescentes que actuaron en aquel programa de TV sirven de punto de partida para hablar de estos que ahora son para el cine. Nicolás Mateo recuerda: "Yo interpretaba a un chico judío que tenía un hermano ciego y una mamá castradora. En una semana los personajes pegaban un timonazo: un día estabas en cana y a la semana siguiente tu mamá tenía cáncer. Era muy vertiginoso el trabajo y no había una línea por seguir. Estábamos más a la deriva... Pero para el training de un actor no está tan mal".
Santiago agrega: "Es que durante la filmación de la película también tuvimos mucha incertidumbre. Nunca me voy a olvidar de un domingo muy frío a las ocho de la mañana, mirando el río en San Isidro, después de tres meses de filmación de "Nadar solo" (porque la hacíamos los fines de semana), en el que me pregunté: "¿Por qué no me habré quedado en mi casa viendo un video?" Pero tener en claro lo que vas a hacer no siempre significa que estás haciendo las cosas bien. Recién cuando terminé de ver un primer corte de la película entendí otras cosas del personaje de Martín (Nicolás Mateo), su familia y sus amigos que yo no veía mientras filmábamos".
Una búsqueda hacia atrás
La opera prima de Ezequiel Acuña, "Nadar solo", se cuenta dentro de una familia de clase media con departamento en Barrio Norte. Martín tiene 17 años y no sabe muy bien qué va a pasar con su vida más allá de que al día siguiente lo echarán del colegio. De sus padres, que poco comunican de sus propios conflictos, no recibe en general muchas respuestas de la vida, y menos de lo que pasó con su hermano mayor. Así es como Martín emprende la búsqueda del hermano perdido cuando alguien le dice que por última vez lo ha visto en Mar del Plata.
"A mí me interesó que la película se enfocara en una familia con esas características -dice Pedrero-. Porque hoy en día parecería que los problemas familiares pasan por no tener dinero. Y para mí es algo más grande lo que falla. Esos padres vienen de una generación que pasó su juventud durante el Proceso y quedaron así: hechos mierda, autómatas, o no están, o se convirtieron en lo mismo que criticaban."
Mateo comenta: "A su modo, mi personaje tiene que hacerse cargo de aquello de lo que no pueden los padres. Y la diferencia generacional está representada en la incomunicación que hay entre ellos. Pero por otra parte Martín con su amigo se comunica más allá de lo verbal".
Retrospectiva
Santiago Pedrero y Nicolás Mateo coinciden en que tuvieron que hacer una suerte de "retrospectiva" de sus vidas para trabajar los personajes de "Nadar solo".
"Creo que en la película la adolescencia no está situada en los jóvenes de hoy sino en todo caso en los de principios de los noventa. Es mi adolescencia", apunta Santiago. "Curiosamente, en tiempos en que suele decirse que los jóvenes no tienen futuro, los personajes de la película inician una búsqueda hacia atrás", señala Nicolás.
Siguiendo la misma línea, los dos actores prefieren barrer con las generalizaciones: las que consideran que los actores de TV no saben actuar y se hacen rápidamente famosos, las que creen que los actores que progresan en la TV pueden luego hacer de todo y hasta las versiones más apocalípticas que consideran que la TV es una tumba de las promesas jóvenes.
A esta lista de absolutas categorizaciones se suma la idea de que "todos" los jóvenes de hoy viven con un gran "desinterés" en "todo". "Yo creo que el supuesto desinterés está digitado por gente que prefiere tener a la juventud desinteresada -dice Pedrero-. Claro que hay mucha gente que no hace nada, pero conozco montones que tienen una preocupación por hacer algo que les guste. En todo caso, el desinterés de hoy es con lo establecido."
Frente al colegio secundario, los actores consideran que la película de Ezequiel Acuña tiene un "cariño" por la institución que ellos no sienten, aunque un "cariño crítico". Frente a esa figura, Santiago Pedrero toma distancia. Y cuenta que a los 16 años empezó un taller de teatro con la idea de ampliar su grupo de amigos: "Vivía en Ituzaingó, iba al colegio Dorrego (de Morón), me gustaba la música, ver películas, pero en el colegio cuando canturreaba mis compañeros no me entendían y me empujaban. Entonces estudiar teatro me permitió conocer gente diferente, chicas diferentes, con los cuales podía compartir otras cosas". "En la película es al revés -señala Nicolás Mateo-. Se da una amistad muy fuerte entre Martín y Guille en el marco del colegio."
El futuro real en la ficción
Tras la presentación de "Nadar solo" en la competencia de la última edición del festival porteño de cine independiente, el director Ezequiel Acuña, de 26 años, está trabajando en la secuela de esta historia de adolescentes. Santiago Pedrero y Nicolás Mateo volverían a protagonizarla. Según anticipan, la película agudizará la melancolía del film original y los conflictos serán más extremos y estarán más expuestos.
Santiago y Nicolás ya no saben cómo abarcar tantos proyectos y actividades. Acompañar a la película por su camino internacional de festivales los entusiasma. Pero también deben continuar con sus obligaciones en el teatro y la TV. La agenda de Santiago está ocupada: de 8 a 19 en las grabaciones de "Costumbres argentinas", y de 19 a 0 en los ensayos teatrales. "Este ritmo de vida es muy caro. Pero uno se tiene que organizar y decidir qué es lo que le interesa construir", explica. Aun cuando su personaje en la comedia ochentista parece tomar más vuelo, Santiago considera que el futuro profesional de éste no debería ser tan maravilloso: "Creo que tendría que fracasar con la banda porque vive en la Argentina, porque aquí pasamos montones de cosas que hicieron que en los años ochenta a mucha gente le fuera mal", cuenta quien toca la guitarra en esa banda de ficción.
Este año, Nicolás Mateo dejará su impronta en la TV en el sexto capítulo de la nueva temporada de "Los simuladores". "Interpreto a un chico judío que se quiere casar con una chica católica y para eso contrata al grupo", cuenta.
Una vez que la obra de Gorostiza baje de cartel, Nicolás piensa salir de gira por bares y teatros barriales con "Cabaret Voltaire", un gran poema musicalizado. "Y mientras tanto pienso disfrutar del estreno de "Nadar solo", que nos llevó tanto tiempo hacer. Y ver qué pasa. Y viajar a festivales, acompañar la película. Pero con la satisfacción de que viajás con algo."
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