Netflix: El stand de los besos 2, una confusa comedia adolescente
El stand de los besos 2 (Estados Unidos, 2020). Dirección: Vince Marcello. Guion: Vince Marcello, Jay S. Arnold, basado en las novelas de Beth Reekles. Elenco: Joey King, Jacob Elordi, Joel Courtney, Taylor Zakhar Perez. Duración: 130 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: mala
La experiencia de ver El stand de los besos 2 es desconcertante. Se trata de una secuela del film estrenado en Netflix en 2018 que resultó ser un enorme éxito, según los datos de la plataforma. Basadas en las novelas escritas por Beth Reekles a través de la aplicación colaborativa Wattpad, ambas películas tienen como protagonista a Elle (Joey King), una estudiante de secundario que vive en un mundo de fantasía digno de una historia animada de Disney. La escuela a la que asiste, sus compañeros, sus actividades y sus amigos tienen el espesor dramático de una hoja de papel y sus intenciones, matices o pasiones entrarían en una carilla de esa misma hoja.
Simpática y aparentemente inteligente –aunque la película no se esfuerce por destacar ese rasgo– las motivaciones e intereses de Elle oscilan entre mantener viva la relación a distancia con su novio Noah (Jacob Elordi), que pasó de ser el bravucón de la escuela a un alumno de la prestigiosa universidad de Harvard con amigos con acento británico y chimenea en la habitación, y aferrarse de modos algo infantiles a Lee (Joel Courtney), su mejor amigo desde la cuna.
Inverosímil y sin un atisbo de realismo o actualidad, la trama parece estar dirigida al público adolescente o preadolescente pero, y ahí es dónde comienza el desconcierto. Difícilmente le interesen los constantes montajes que resumen los mejores momentos de los personajes a un grupo etario que baila en TikTok y se comunica a través de Instagram, ni tampoco los artificiales diálogos que abundan en el film. O tal vez sí. Pero con una puesta en escena más cercana a ciertos telefilms apuntados al público infantil y una historia que se ocupa de tratar a los cuerpos de sus personajes como objetos para admirar y a sus cerebros como un accesorio resulta complicado identificar al espectador ideal de El stand de los besos 2.
Es posible que sus realizadores hayan tenido la misma dificultad. Puestos a adaptar la historia escrita por una joven mujer de 16 años, los dos guionistas adultos reinterpretaron la fantasía adolescente en sus propios términos y terminaron con una película de dos largas horas y diez minutos que nunca se preocupa por hacer de su protagonista un personaje mínimamente interesante, que exista más allá de su relación con los hombres de su vida, a los que en esta vuelta se suma Marco (Taylor Zakhar Perez), el chico nuevo de la escuela. Construido, aparentemente, utilizando la información provista por una encuesta, el muchacho tiene un poco de Noah Centineo (A todos los chicos de los que me enamoré), una pizca de el propio Elordi y algo de los protagonistas de Elite y su exótico atractivo latino filtrado por el algoritmo de Netflix.
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